Dia de los enamorados o San Valentin

¿Sabías que el Día de San Valentín fue un invento de la Iglesia para acabar con una antigua fiesta pagana?

A pesar de que hoy en día es una de las celebraciones más consumistas y que más beneficios generan a infinidad de comercios, el Día de San Valentín en sus orígenes no fue inventado por unos grandes almacenes (tal y como señalan algunos), aunque fue hábilmente aprovechada por los empresarios para sacar una buena tajada de una fecha tan señalada en el calendario.

Pero el Día de San Valentín, como sinónimo del día de los enamorados empezó a celebrarse quince siglos atrás, concretamente en el año 494 d.C, siendo auspiciado por el papa Gelasio I, quien tomó la medida de celebrar una festividad católica el 14 de febrero, con el fin de anular y prohibir la fiesta pagana de las Lupercales que se celebraba desde la Antigua Roma cada 15 de febrero en honor a Lupercus, protector de los pastores y sus rebaños y como homenaje a la  loba que amamantó a los gemelos Rómulo y Remo (destinados a fundar Roma según las antiguas leyendas).

Gelasio I necesitaba anteponer otra fiesta a la celebración de las Lupercales, por lo que escogió el del Santo que caía justo un día antes y que había (supuestamente) vivido dos siglos antes: ‘San Valentín’. (más…)

Cambiar pensamientos negativos

Ejemplos para cambiar pensamientos negativos

A lo largo de estas semanas hemos visto los errores de pensamiento que a todos se nos han pasado alguna vez por la cabeza, así como el proceso para identificarlos y cambiarlos (lo que en psicología llamamos reestructuración cognitiva).

Como la teoría es más sencilla que la práctica, utilizaremos ejemplos del artículo sobre los errores de pensamiento acompañándolos de preguntas que cuestionen la veracidad de nuestro pensamiento inicial y nos ayuden en el proceso de cambio.albert ellis

  • “Mañana voy a fracasar en la reunión”

¿Qué es lo que me preocupa de la reunión?
¿No haber preparado el tema lo suficiente?, ¿que es la primera a la que me enfrento en la empresa? ¿Pienso así cada vez que estoy bajo presión?

Sea cual sea la respuesta, no podré saber lo que pasará hasta que ocurra. Preocuparse es sufrir dos veces, la primera al dar por seguro que la reunión nos irá mal y la segunda si al final se cumple. ¿Pero si sale bien? Hemos desperdiciado ese tiempo en un malestar innecesario.

  • “Seguro que está pensando que soy un desastre”

Como seres sociales que somos, es inevitable tener en cuenta la opinión o la impresión que causamos en otras personas, pero decidir si hacemos algo o no en función de lo que vayan a pensar los demás es una batalla perdida, ya que hagamos lo que hagamos no podremos controlar el qué dirán.

logo grande clinica copia4 copia

  • “Si suspendo este examen seré incapaz de sacar el curso adelante”

¿He suspendido el resto de asignaturas? Si la respuesta es no, visualizar unas consecuencias tan negativas no me ayudará, sino todo lo contrario.

Si finalmente suspendo el examen daré credibilidad a lo que pensaba (“Yo tenía razón”) y puede que disminuya mi motivación para seguir esforzándome durante el resto del curso.
Si finalmente obtengo peores calificaciones no será por mis dotes adivinatorias, sino por haber dado por perdido antes de tiempo lo que estaba en mis manos poder cambiar.

  •  “Hoy no me ha saludado mi vecino, es un maleducado”

Si cada vez que nos cruzamos con él no obtenemos respuesta, parece razonable pensarlo, pero sacar conclusiones apresuradas sin el argumento suficiente… ¿Es un maleducado o es que tiene prisa? ¿Y si no nos ha oído?

  • “Lo que he conseguido no tiene mérito, ha sido muy fácil”

Estamos acostumbrados a valorar como positivas aquellas cosas que se salen de nuestra rutina (un viaje, una sorpresa…) y a normalizar la importancia de los pequeños placeres de nuestro día a día (un café con un amigo, un halago, una sonrisa).

Algo similar nos pasa con nuestros logros. Si restamos valor a lo que conseguimos, estamos poniéndonos la zancadilla a nosotros mismos. No tenemos que esperar a grandes acontecimientos para valorarnos.

  • “Tengo que ser capaz de hacerlo”

Las frases que comienzan con tengo que o debo no suelen tener buen pronóstico. Cuanto utilizamos ese tipo de mensajes estamos añadiendo una presión extra a aquello que queremos hacer, sintiéndonos mal si no lo cumplimos. La connotación de exigencia disminuye si lo sustituimos por un me gustaría.

Estos planteamientos son solo pinceladas del gran abanico de matices y variables que existen en cada situación que vivimos cada uno de nosotros, siendo por eso tan importante contextualizar lo que nos pasa para evitar dañarnos con lo que pensamos.

Claves para mejorar la autoestima

Mejora tu autoestima con Psicologos Valencia

Aunque es normal sentirse mal con uno mismo de vez en cuando, cuando estos sentimientos comienzan a instaurarse de forma permanente, por lo general es una indicación de baja autoestima.

Hay varios signos de baja autoestima, entre los más comunes estarían:

  • Ser muy crítico con uno mismo
  • Centrarse en los aspectos negativos y minimizar los logros
  • Compararse frecuentemente con los demás
  • Dificultad para recibir elogios
  • Mantener un diálogo interno negativo

¿Qué puede causar la baja autoestima?

Para construir o mantener una autoestima saludable es fundamental identificar qué factores pueden llevar a la valoración negativa de uno mismo.

En este sentido, existen gran variedad de elementos que podrían ser la causa de la baja autoestima, los más comunes (incluyendo en la infancia y vida adulta) son:

  • Soledad o aislamiento
  • Bajo rendimiento académico
  • Acoso y/o dificultades relacionales
  • Sentimientos de abandono o de no ser tenido en cuenta
  • Ser víctima de abusos y/o maltrato
  • Sentimientos de falta de pertenencia
  • Estar desempleado

Aunque a veces puede ser difícil identificar qué está causando la baja autoestima, existen algunos pasos que pueden ayudar a mantener o construir un autoconcepto y autoestima saludables.

10 pasos para mejorar la baja autoestima

  1. Mantener un autodiálogo positivo

La forma en la que se piensa sobre uno mismo tiene una gran influencia en la autoestima. Repetirse de forma continua que no se es lo suficientemente bueno o lo mal que se ha hecho algo, podría hacer que finalmente ese mensaje se integre como una realidad, en lugar de una mera valoración o pensamiento. Por tanto favorecer un diálogo interno más positivo ayudará a generar una visión más realista de nosotros mismos, ya que no se trata tanto de ignorar los defectos como de no catastrofizarlos y sobre todo, de valorar las cualidades positivas que se poseen.

“Aunque estoy teniendo dificultades con este proyecto, voy a poner todo de mi parte para hacerlo lo mejor posible”

logo grande clinica copia2

  1. Disminuir la comparación con los demás

Es muy tentador medir nuestro propio valor frente a otras personas y bien orientada, la comparación puede ser incluso positiva favoreciendo la superación personal. El problema viene cuando nos comparamos de forma recurrente, para demostrarnos lo lejos que estamos de ese ideal. Es entonces cuando ponemos el foco en todos los aspectos negativos que creemos tener, disminuyendo la percepción de autoeficacia. Por tanto, para favorecer la autoestima es importante mantener las comparaciones negativas a raya.

“Ha conseguido su éxito por sus propios méritos, yo conseguiré mi promoción por los míos propios, puedo hacerlo”

  1. Ejercicio

Está ampliamente demostrado que el ejercicio ayuda a mejorar el estado de ánimo (que suele estar muy ligado a los problemas de autoestima) por las endorfinas que se generan; también favorece la percepción de autoeficacia y mejora la competencia social y la autoimagen. La clave es elegir un deporte o actividad física adecuada, es decir aquella que realmente se disfrute y sea satisfactoria para cada uno, también es importante que se practique de forma regular y con una intensidad moderada.

“Me siento mejor conmigo mismo cuando salgo a caminar por el parque”

  1. Alejarse de la perfección

Es muy positivo querer hacer las cosas bien, pero hay que tener en cuenta que la perfección no es posible ni necesaria para ser feliz o sentirse bien con uno mismo.

“No tengo que ser perfecta para ser querida y valorada por los demás”logo grande clinica copia4 copia copia 1

  1. Convivir con los errores

Muy relacionado con el consejo anterior, implica aceptar que las personas somos seres falibles y que por tanto en algún momento podemos cometer errores, no porque se sea poco válido o incapaz, sino porque forma parte de la naturaleza humana. Cometer errores nos brinda la oportunidad de mejorar y sobreponernos a las dificultades, aunque por supuesto no siempre es agradable pasar por ello.

“La próxima vez tendré esto en cuenta para hacerlo mejor, lo he hecho lo mejor que he podido”

  1. Centrarse en aquellas cosas que sí se pueden cambiar

Focalizar la atención en aquellos aspectos que no dependen de uno mismo para poder ser modificados genera frustración, angustia y estrés. También implica sensación de impotencia y falta de autoeficacia. Por tanto es muy importante ante una situación crítica o problemática, centrarse en aquello que depende uno mismo y por tanto es factible de modificación o de cambio, de esta manera se podrán poner en marcha las soluciones o alternativas necesarias.

“No puedo cambiar haberle dicho eso a mi amigo, pero si puedo cambiar como lo manejaré a partir de ahora, eso sí depende de mí”

  1. Hacer las cosas que me gustan

Cuando se realizan actividades gratificantes, motivadoras y reforzantes, aumentan las emociones y pensamientos positivos. Para favorecer la autoestima es importante programar algo de tiempo para la diversión y la relajación en el día a día. No tienen por qué ser grandes actividades, pueden ser pequeñas cosas, pero que en el día a día tienen un gran efecto.

“Todos los días disfruto de mi taza de té”

“Por las mañanas dedico 10 minutos a practicar la respiración diafragmática, me ayuda a relajarme y empezar el día de mejor humor”

  1. Celebrar las pequeñas cosas

A menudo las personas se frustran porque no consiguen de inmediato los objetivos que se habían propuesto. Centrarse en los pequeños logros que se van consiguiendo aumentará la autoconfianza y favorecerá la consecución de otras metas a largo plazo.

“Hoy he conseguido correr 5 minutos más, ¡genial!”

  1. Ser amable y considerado con los demás

Cuando se es amable con las personas que nos rodean, esto no sólo ayuda a mejorar el estado de ánimo de los demás, sino también el de uno mismo. Se ha comprobado que las personas que mantienen una actitud amable y compasiva con los demás, se sienten mejor consigo mismas y mantienen un mejor estado de ánimo. Un aspecto importante en este sentido es proyectar esa actitud hacia uno mismo también.

“Me siento bien cuando ayudo a mi vecina con pequeñas cosas, cuando me es posible”

  1. Rodearse de personas que nos apoyen

Se trata de no mantenerse vinculado a personas que continuamente nos generan malestar (muy exigentes, críticas o incluso perniciosas y manipuladoras), sino de favorecer la relación y vinculación con aquellas personas que nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos, percibimos su afecto, apoyo y comprensión, y que por tanto favorecen las emociones positivas.

“Me gusta quedar con mis compañeros de clase, siempre nos reímos juntos y nos escuchamos los unos a los otros cuando necesitamos ayuda”

Estos son algunos consejos, que puestos en práctica pueden favorecer una autoestima saludable, es importante que para que sean efectivos se pongan en marcha durante algún tiempo y adaptarlos a las circunstancias individuales de cada persona.

La tolerancia a las frustraciones en el deportista

La frustración es un estado que se produce en el deportista cuando los resultados de la ejecución quedan por debajo de lo esperado. Es decir, cuando no se cumplen los objetivos deportivos propuestos.

    Está demostrado que el fracaso constituye un importante stressor para el deportista. Según Goschek, V., 1983, “el fracaso en la ejecución de la actividad deportiva representa en sí mismo una carga psíquica que puede considerarse stress. En el deporte, los problemas relacionados con … la frecuencia de resultados infructuosos … juegan un rol fundamental”

El fracaso en el deporte

    El modo en que se vive el fracaso en el deporte, está relacionado con la autoestima general de la personalidad (frustración general) o con el incumplimiento de propósitos concretos, insertos en un proyecto de acción más abarcador (frustración parcial).

    En el primer caso, el fracaso tiene un grado de generalización amplio, relativo a la calidad deportiva que el sujeto se atribuye, a cualidades generales como el valor, la capacidad para triunfar en un deporte concreto, etc. La frustración general conmociona la personalidad y puede provocar respuestas de amplio alcance para la seguridad en sí mismo y para la propia vida deportiva.

p17dgt0q0a7bg1l1vrm6d6l1khg0 41339

    Las frustraciones parciales, por su parte, están relacionadas con acciones malogradas, imperfectas o insuficientes que, a juicio del deportista, comprometen la ejecución final o el éxito competitivo. Estas tienen un carácter temporal estrecho y están sujetas al vertiginoso curso de la actividad deportiva.

    Se trata de frustraciones relativas a medios para alcanzar fines más determinantes y a metas que constituyen fases o submetas de otras más amplias.

    En una modalidad que se compita por intentos, por ejemplo, alguno de ellos puede resultar malogrado y el deportista ver amenazado su rendimiento final en la competencia. Un lanzamiento pobre o no válido, un clavado de muy baja puntuación o un disparo de poco valor, ponen a los deportistas en malas condiciones para aspirar a la victoria al final de la jornada.cropped logo grande clinica copia2

    Después de un intento fallido, disminuyen las probabilidades de lograr un rendimiento máximo y queda un saldo psicológico negativo que deviene vector de oposición al desempeño. La posibilidad de imponer una actitud optimista y persistente se hace más difícil y depende mucho de la personalidad del deportista.

    También pueden ocurrir frustraciones parciales dentro de una misma acción, lo que traslada el problema a un ámbito de mayor especificidad que, lamentablemente, escapa a la consideración de muchos colegas.

    Veamos un ejemplo inspirado en un caso real. Un triplista viene realizando una excelente carrera de impulso y le pasa por la mente, en un instante, que tiene la posibilidad de lograr un gran salto. Esta idea ejerce un efecto multiplicador en su motivación y sus esfuerzos.

    En la fase de vuelo, sin embargo, su pierna de péndulo queda un poco baja, introduciendo con ello un vector parásito o inútil en el campo físico de fuerzas que entran en juego. El atleta se percata de ese detalle y se siente tempranamente frustrado por “echar a perder” tan prometedora carrera de impulso.

    Este saltador tiene dos opciones de reacción inmediata: 1) hacer caso omiso al infortunado detalle e insistir para que compensar lo que pueda haber perdido, o 2) molestarse con su pierna de péndulo, lamentarse por no haber podido aprovechar la magnífica carrera que traía y abortar el intento, descuidando el resto de los movimientos.

    En el primer caso, el atleta muestra alta tolerancia a los fracasos parciales y puede llegar a ganar la competencia con ese intento, aunque no le sirva para romper su propio récord. En el segundo, su baja tolerancia lo condena a perderlo por completo.

Tolerancia al Fracaso

Cuando el deportista adopta como norma la respuesta de insistencia y compensación de la acción errática (alta tolerancia a las frustraciones parciales) los éxitos suelen sorprenderlo, ya que la magnitud de los presuntos errores tienden a sobreestimarse y la persistencia conduce al éxito inicialmente calculado o a un desempeño cercano a él.

    Por otra parte, con la adopción sistemática de esta variante, se refuerza una respuesta condicionada anabólica que garantiza un rendimiento mínimo y estable. El sujeto se acostumbra a luchar siempre hasta el final.

    Por el contrario, la cesación prematura de la lucha cuando las cosas no salen de manera perfecta, conduce al lamentable desaprovechamiento de buenas condiciones de acción, equivocadamente valoradas como erráticas. Tal desatino provoca también respuestas inhibitorias condicionadas, que frecuentemente traicionan al atleta aún cuando no albergue intenciones de abortar el movimiento.

    Las respuestas que las frustraciones generales y parciales provocan en los deportistas, constituyen importantes objetos de estudio para entrenadores y psicólogos del deporte.

Técnicas de tratamiento más eficaces para reducir la ansiedad

¿Cuáles son las técnicas de tratamiento más eficaces para reducir la ansiedad?

Pregunta:

¿Cuáles son las técnicas de tratamiento más eficaces para reducir la ansiedad?

Respuesta:

Las técnicas de tratamiento más eficaces que se usan habitualmente en la terapia de los trastornos de ansiedad son de varios tipos: técnicas farmacológicas, técnicas cognitivas, técnicas de relajación de la actividad fisiológica, y técnicas centradas en la conducta.

1. Técnicas farmacológicas:

Los ansiolíticos son un tipo de fármacos que reducen los síntomas de ansiedad rápidamente, lo cuál resulta muy útil en el tratamiento del ataque de pánico, o las obsesiones. Ahora bien, con ellos no se aprende a controlar la ansiedad, por lo que, si se utilizan solos, no suelen curar el trastorno. Son útiles en caso de reacciones intensas, no controlables, pero hay que sustituirlos, poco a poco, por el autocontrol; de lo contrario, suelen degenerar en una adicción a este tipo de fármacosentrevista motivacional psicologia psicologos valencia

Con muchísima frecuencia, encontramos personas que llevan muchos años tomando ansiolíticos (siete años, diez años, por ejemplo), sin que hayan resuelto su problema de ansiedad y sin que puedan dejar de consumir estos fármacos.

Sin embargo, en ocasiones el tratamiento farmacológico es necesario, pero se debe acompañar de un entrenamiento en técnicas cognitivo-conductuales (técnicas cognitivas, técnicas de relajación de la activación fisiológica y técnicas centradas en la conducta).

El tratamiento farmacológico debe estar prescrito y revisado (cada mes, o dos meses) por un especialista en farmacología, por ejemplo, un psiquiatra. Debe evitarse la automedicación, o la auto-experimentación, o el abandono del fármaco por decisión propia, tampoco debe tomarse el fármaco en función de nuestro estado de ánimo, o decidir las cantidades a tomar según nos encontremos, etc.

Este tratamiento farmacológico debe estar siempre acompañado por un tratamiento de tipo psicológico, que debe incluir las técnicas ya mencionadas de entrenamiento en control de ansiedad.

2. Técnicas cognitivas:

Son una serie de técnicas psicológicas en las que hay que comenzar por dar información sobre el trastorno, su curación, etc. Se basan en el entrenamiento del individuo en técnicas que mejoran su capacidad de auto-observación y auto-corrección de sus pensamientos, su conducta y sus emociones.

Algunas entrenan al individuo a interpretar situaciones de una manera menos amenazante (menos ansiógena). panico

Otras entrenan a las personas en habilidades especiales, como la solución de problemas, la toma de decisiones, etc.

Otras técnicas cognitivas enseñan a identificar pensamientos negativos, errores en la interpretación de la realidad, tendencias individuales que generan ansiedad, etc, para después enseñar a cambiar estas tendencias o procesos.

3. Técnicas de relajación de la actividad fisiológica:

Enseñan a las personas a relajarse, disminuir la activación fisiológica, soltar los músculos, respirar correctamente, imaginar, etc. Hay que practicarlas todos los días. Existen diversos tipo de técnicas de relajación: muscular progresiva, respiración, imaginación, etc.cropped IMG 0192

4. Las técnicas centradas en la conducta:

Resaltan la necesidad de exponerse a las situaciones temidas, acercándose a los estímulos que provocan la ansiedad (bajo situación de control), todo ello bajo el principio de aproximaciones sucesivas (poco a poco) y el principio del refuerzo (es importante premiarse por los éxitos, y corregir ante los fracasos, en lugar de castigarse). Además, algunas técnicas enseñan al sujeto habilidades personales o sociales para enfrentarse mejor a las situaciones ansiógenas.