Ante situaciones difíciles como la enfermedad de un hijo o la muerte de un familiar, algunos profesionales de la salud utilizan el counselling para ayudar a los pacientes. Estos profesionales están de acuerdo con Victor Frankl en algo muy importante: la actitud es una elección personal. De este modo, trabajan para que la actitud que se tome ante las dificultades sea la más saludable posible.
Victor Frankl fue un psiquiatra austriaco de origen judío que sobrevivió durante tres años en campos de concentración como Auschwitz o Dachau. Debido a esa dura experiencia, comienza a escribir libros en los que a menudo destaca que a pesar de todo, siempre hay alguna razón para vivir. Así, los profesionales que trabajan desde esta vertiente tratan de averiguar, a través de preguntas, cuáles son las razones para vivir de cada paciente, para así poder ayudarles a encontrar la luz al final del túnel.
«A una persona se le puede arrebatar todo menos la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias».
-Victor Frankl-
El counselling: una herramienta relacional
El counselling o asesoramiento psicológico es una práctica que consiste en explorar la subjetividad del otro para poder acompañarlo. En otras palabras, es el arte de hacer reflexionar a una persona a través de preguntas para que pueda tomar la decisión que considere más adecuada para él y en definitiva, para su salud.
El objetivo del counselling es maximizar el nivel de competencia del paciente al mínimo coste emocional posible. Para ello, el terapeuta partirá de tres actitudes básicas: la acogida, la presencia y la compasión, así como de una serie de habilidades fundamentales. Estas habilidades son las siguientes:
Gestión emocional: las emociones son naturales. Reconocerlas y aceptarlas son los primeros pasos para gestionarlas. El profesional debe cuidarse para que el sufrimiento de los demás no le impida desempeñar su trabajo adecuadamente. Por otro lado, enseñará al paciente a gestionar sus emociones.
Comunicación eficaz: el terapeuta no debe ser autoritario ni paternalista con el paciente. No se trata de dar órdenes ni de sobreproteger a la persona que acude a pedir ayuda. Se trata de darle autonomía y herramientas para que tome una decisión y solucione los problemas por sí solo.
Contención y apoyo emocional: las emociones ante el sufrimiento son fuertes y variadas. No se deben frenar, sino más bien de legitimar y acompañar.
Solución de problemas: se trata de una toma de decisiones compartidas entre paciente y profesional.
Intervención en counselling: comunicación eficaz en cuatro pasos
Para que la habilidad de la comunicación con el paciente resulte eficaz se deben cumplir cuatro pasos básicos:
Parar y conectarse con uno mismo. Es importante que el profesional se centre en el momento presente a través de la conexióncon su respiración. Esto le permitirá darse unos segundos para elegir su respuesta ante la demanda de un paciente.
Validar. La validación es la habilidad para escuchar la emoción del otro y empatizar. Es legitimar la perspectiva del paciente y hacerle ver que su comportamiento tiene razones válidas para ser así. Solo a través de la sensación de sentirse aceptado y validado se abren los canales de comunicación. Puede que el profesional no coincida con sus opiniones o comportamientos, pero sí entenderlas y validarlas. Así, los principios para que una comunicación sea validante son resistir el reflejo de corregir y decir al paciente lo que tiene que hacer, comprender las necesidades y preocupaciones del paciente, escucharlo y facilitar su autonomía para pasar a la acción.
Preguntar. Este paso es la base sobre la que se sostiene el counselling. Se trata de que el profesional realice preguntas abiertas y focalizadas que ayuden a reflexionar y a tomar decisiones satisfactorias. Algunas preguntas abiertas que pueden facilitar la comunicación con el paciente son las siguientes: ¿qué sabe sobre su enfermedad? ¿Qué quiere saber sobre ella? ¿Cómo se siente? ¿Cómo podemos ayudarle?
Dialogar. El diálogo es el medio para informar y compartir perspectivas con el paciente. Resulta bastante útil hacer críticas constructivas pidiendo cambios. Para ello, lo recomendable es comenzar describiendo el problema y expresando los sentimientos que produce esa conducta problemática para después ir pidiendo opciones de cambio, mientras se ofrecen conductas alternativas que sustituyan la anterior.
El modelo de solución de problemas en Counselling
Por último, es importante mencionar que para ayudar a tomar decisiones a los pacientes resulta muy útil seguir el modelo de solución de problemas. Este modelo se desglosa en los siguientes pasos:
Orientación hacia el problema. Tiene que ver con la actitud que se toma ante el problema. Esta actitud puede ser de evitación, de impulsividad, de proactividad… Una vez que se tiene identificada cuál es la actitud del paciente ante la situación, se fomenta por parte del terapeuta la adopción de una actitud positiva en la que el problema suponga un reto que ayuda a crecer a nivel personal.
Definir el problema de un modo específico explorando la perspectiva de ambas partes. El paciente y el profesional pueden tener diferentes puntos de vista, lo cual es positivo para promover el cambio.
Buscar alternativas. Es muy común en este punto llevar a cabo un brainstorming o lluvia de ideas que genere diferentes opciones posibles.
Balance de pros y contras de cada opción planteada en el brainstorming.
Elegir la opción que finalmente se considere más adecuada.
Actuar. Llevar a cabo un plan por etapas. Las etapas deben ser fáciles y realizables para que no se produzca el abandono.
Reevaluación. Una vez llevado a cabo el plan elegido, es recomendable observar cómo ha ido y cuáles han sido sus resultados. Si el problema ha revertido gracias a la decisión tomada lo reforzaremos y si no ha funcionado se hará un replanteamiento del porqué y de cómo hacer que funcione.
En definitiva, las herramientas descritas impulsarán al paciente a tomar sus propias decisiones y a sentirse responsable de su vida. Solo así conseguiremos que se movilice para el cambio, y que este perdure en el tiempo. Si no se consulta al paciente qué le preocupa o qué le ayudaría y el profesional toma las riendas absolutamente de todo, el problema no se solucionará o si lo hace será durante muy poco tiempo.
Sufrir por amor no correspondido desde mi experiencia como Psicólogo – Sexólogo suele afectar a un mayor número de mujeres que de hombres, aunque afecta también a los hombres. Sin embargo, los hombres suelen ocultar este problema pues se sienten menos capaces de reconocer que sufren “por amor no correspondido» y también les cuesta más pedir ayuda por la vergüenza en expresar el problema.
El verbo amar, está asociado con la palabra hogar, ya que es en la infancia cuando adquirimos esta definición. Desde que nacemos hasta los ocho años, amor y hogar fueron palabras sinónimas. Para muchos de nosotros la palabra hogar significó abandono, rechazo, sufrimiento, ausencia… y esto se va a convertir nivel inconsciente en nuestro concepto del amor.
Y así de esta manera, la definición del verbo amar, es para algunos un esfuerzo y constante de ayudar a la persona amada a ser feliz, de ayudarla a evolucionar en las áreas de su vida y de evitarle, en cuanto sea posible, todo sufrimiento, olvidándose completamente de las propias necesidades y sentimientos en función del otro.
Hay personas que son más vulnerables a las dependencias emocionales. Eso va en la personalidad, en el aprendizaje, en la relación con tus padres y en cómo te hayan educado.
Dependencia emocional.
Pueden pasar largos periodos de tiempo hasta que de pronto nos damos cuenta, de que sufrimos por amor no correspondido, de que a pesar de nuestros esfuerzos por agradar y complacer, nuestra vida sentimental, es un auténtico sufrimiento y lucha por ser amados y reconocidos.
Una vez que tomamos conciencia de nuestras definiciones equivocadas acerca del amor, podemos comenzar a corregir estas definiciones contaminantes que probablemente ya nos han causado mucha amargura.
El apego insano y obsesivo, es el mayor detonante de malestares, y de la pérdida de autoestima. La culpa siempre está presente en una relación de dependencia emocional y va acompañada también del chantaje.
El dependiente emocional es alguien sumiso desde el punto de vista afectivo
Hay una pérdida de nuestra autosuficiencia emocional, estamos supeditados a alguien hasta el punto de no pensar y actuar por nosotros mismos. Estas relaciones se caracterizan por ser inestables, destructivas y marcadas por un fuerte desequilibrio, donde el dependiente se somete, idealiza y magnifica al otro.
Muchas de las personas que son dependientes emocionales buscan parejas con un carácter dominante, posesivas, autoritarias y déspotas con un perfil psicológico que tiende hacia el egoísmo y el narcisismo.
Las personas que la sufren, tienen un gran miedo a estar solas y no pueden concebir su vida si no es al lado de una pareja sentimental.
En todas estas relaciones siempre acaba apareciendo el Síndrome de Abstinencia: «intensos deseos de retomar la relación pese a lo dolorosa que esta haya sido», generando una incapacidad para poder terminar y dar fin a tanto sufrimiento.
¿Cómo son las personas dependientes?
Para saber si tenemos una relaciones de dependencia y que sufrimos por amor no correspondido, podemos fijarnos en las siguientes características:
Baja autoestima: La dependencia emocional tiene mucho que ver con la forma en que una persona se desvaloriza. La falta de autoestima es uno de los factores que pueden considerarse como detonadores de la «adicción al amor no correspondido »
No damos prioridad a lo que pensamos, a nuestras necesidades, aficiones y familia, dando mayor importancia a las del otro.
Al terminar una relación, buscamos a otra persona para cubrir esas necesidades afectivas. Este miedo a «estar solos» suele llevar a las personas con dependencia emocional a tener muchas relaciones, una detrás de otra.
Idealizamos a esta persona, pensando que todo lo bueno que tenemos es gracias a ella, y no a nuestros méritos y esfuerzos.
No confiamos en ser dignos de ser amados y valorados.
Tu felicidad se centra en una sola persona. Tenemos un miedo constante a perderle.
La relación genera ansiedad. Temes todo el tiempo que te dejen, lo cual sería una catástrofe porque no te imaginas la vida sin esa persona.
Pides perdón incluso, por cosas que no has hecho aunque seas inocente.
Tu felicidad depende de algo que está fuera de tu control.
Tendencia a culpabilizarte. Piensa que la otra persona lo hace todo bien y tu por el contrario no.
Tras la ruptura, sufrimos síntomas similares al síndrome de abstinencia. Intentarás volver una y mil veces con tu ex pareja, de la misma manera que el drogadicto se las ingenia para obtener la droga y volver a consumir .
Eres capaz de reconocer el maltrato y el menosprecio que sufres a diario, pero no tienes la capacidad para dejar de estar ‘enganchada/o’ a tu pareja.
Tendrás enfrentamientos con amigos y familiares porque insiste en defender tu relación. Los familiares ven el sufrimiento causado por esa relación patológica, y tu te enfrentaras a ellos y defenderá la situación, llegando a reclamar a tus familiares que acepten a la otra persona que tanto te hace sufrir.
Como persona dependiente crees firmemente que tu pareja es superior y por tanto merece que todo tu entorno reconozca esto y le den un trato especial, como tu lo haces.
Perdida de tu dignidad. Tienes miedo a perder a la persona de la que depende por lo que intentas agradarla por todos los medios.No tienes criterio propio y haces cosas que no quieres No te respeta a ti misma y te somete a los criterios de la persona de la que depende.
No tomas decisiones por qué no confías en ti misma
Abandonas tus propias responsabilidades personales y laborales a fin de tener el tiempo necesario para complacer las necesidades de tu pareja.
Pones excusas como: «Vosotros no lo/la conocéis bien», «Me quiere mucho», «Nadie es perfecto», «Ha sufrido mucho y le han hecho mucho daño, por eso es así, y solo necesita un poco de tiempo y de amor y cambiará», «La culpa es mía también».
Amores imposibles.
¿Qué hay detrás de los amores imposibles? Admiración, necesidad, dolor, amor, cariño, compasión por uno mismo, dependencia emocional… Hay una cantidad infinita de posibilidades para responder a nuestra pregunta.
Desde tiempos inmemoriales, las historias de amores imposibles han llenado nuestros sentidos, nuestras estanterías y nuestras paredes. Los grandes éxitos literarios y artísticos sucumben al dolor de los amores imposibles, esos que fracasan o que, simplemente, nunca sucederán fuera de nuestras mentes.
¿Por qué nos enamoramos de personas que no podemos tener?
Un amor sin salida es realmente agotador, desquiciante y destructor. Pero, por desgracia, parece que nuestra educación emocional no ha sido suficiente para evitar que padezcamos este tipo de calvarios y nos enterremos entre cristales rotos que no harán más que dañarnos.
Quizás sea por culpa del romanticismo que llevamos tan adentro que creemos estar en el camino correcto a pesar de que están hiriéndonos en lo más hondo de nuestro corazón. Pero ¿qué nos pasa? ¿Por qué no podemos dejar de sentir ese impulso, esa atracción fatal? A continuación te presento algunas razones:
1. Por culpa de la ansiedad afectiva
En ocasiones, deseamos y necesitamos tener a alguien próximo, sea quien sea, que nos acompañe y nos reafirme. Esta necesidad genera una gran ansiedad que solo se calma teniendo al objeto de deseo cerca. Mientras esta persona no está, la ansiedad aumenta y aumenta, lo que lleva a quien la padece a buscar de forma constante a “su amado” para calmarse. Como señalan los psicólogos Cindy Hazan y Phillip R. Shaver, esto puede llegar a ser realmente enfermizo.
2. Por nuestro ideal de romanticismo: luchar contra viento y marea
Tal y como decíamos antes, nos han enseñado que en el amor tenemos que comer pan y cebolla. Pero ¿tenemos que tragar con todo y seguir adelante con lo que venga? Si lo hacemos, no es por gusto, desde luego, sino porque nos vemos obligados por nuestras creencias (falsas y dañinas).
3. Porque nos prestan atención
Es simple. Aunque nos cueste creerlo, a veces nos “enamoramos” perdidamente de alguien solo porque nos ha prestado una mínima atención. Esto, como es obvio, responde a multitud de carencias emocionales y a la necesidad de sentirse aceptado.
4. Por querer y por no querer
Por raro que parezca, hay personas que se enamoran de imposibles por evitar la intimidad amorosa. Estas personas, las evasivas, tienden a vivir en ficciones ideales que se mantienen siempre idealizadas. Tal y como indica la psicóloga Linda Hatch:“Buscan relaciones en las que la otra persona las rechazará o las abandonará. Esta es una manera de sentirse ‘seguro’ ante las vulnerabilidades de la intimidad real”, ya que “la cercanía con otra persona se convierte en algo que se percibe como peligroso”.
5. Porque las personas inalcanzables aumentan su valor
Este es el ideal de amor platónico como amor no correspondido. Como afirma Héctor G. Barnés, la lógica es bastante sencilla: “los recursos limitados elevan su precio y los recursos abundantes lo hacen descender”. Al igual que un producto se convierte en lujoso porque no podemos acceder a él, las personas inalcanzables se revalorizan hasta límites insospechados. Por esta razón, ¿qué hay más exclusivo que una persona comprometida que nunca abandonaría su relación? ¿Y más apetecible que una persona a la que todos quieren (por ejemplo un actor o “el guapo de la clase”)?
Los seres humanos tenemos la tendencia a realizar las mismas cosas que hemos hecho durante mucho tiempo. La manera como encaramos el día a día podría ser el resultado de una rutina que hemos cosechado durante años y con la que podemos sentirnos muy a gusto, aunque a veces esa comodidad quizá se traduzca en insatisfacción por no hacer algo más.
Lo cierto es que esta rutina usualmente nos mantiene en un mismo lugar, realizando las mismas cosas, conviviendo con las mismas personas, y viviendo una y otra vez las mismas experiencias que ya no resultan ser tan enriquecedoras, tal como sí solían serlo en el pasado.
Por ejemplo, seguramente habremos tenido la oportunidad de ser contratados en un nuevo trabajo, debido a que el que tenemos ya no nos satisface, y cuando hemos estado a punto de conseguirlo, nos arrepentimos por el temor de no ser lo suficientemente competentes y preferimos abandonar la búsqueda para permanecer con la opción segura en la que ya nos encontramos desde hace varios años. ¿A cuántos no les ha pasado esto?
Y así como podría ocurrirnos con el trabajo, existen muchos ejemplos más que explicarían perfectamente lo que sentimos al no poder salir de nuestra zona de confort: comer algo nunca antes probado, comprar ropa con un estilo diferente al acostumbrado, viajar a un nuevo destino, cambiar de automóvil, mudarnos de ciudad o país, conseguir pareja… Todo esto termina convirtiéndose en un intento frustrado de modificar lo que ya tenemos por algo diferente, pero que tememos hacerlo por culpa de eso que llamamos “miedo a lo desconocido”.
De esta manera, podemos ir descubriendo cómo el permanecer haciendo lo que siempre hemos hecho podría impedirnos vivir nuevas experiencias y no saber nunca si hubiésemos tenido éxito. Sea cual sea el caso, nunca está de más intentar dejar a un lado la rutina y probar cosas nuevas; la clave está en atreverse a intentarlo, y para eso debes descubrir cómo salir de tu zona de confort.
Zona de confort: límites dentro de nuestra mente.
La zona de confort es habitualmente conocida dentro del campo de la psicología como esa sensación de comodidad en la que las personas nos encontramos según el entorno en el que nos desenvolvemos. Por lo general, permanecer en la zona de confort es posible tan solo manteniendo un estilo de vida en el cual siempre se haga lo mismo, aquello a lo que estamos acostumbrados y que nos proporciona un estado de tranquilidad que no genere complicaciones en nuestro día a día.
Esta circunstancia, lejos de ser algo completamente negativo, simplemente nos aleja de situaciones de riesgo por las que no quisiéramos pasar, pero esto significa únicamente que el bienestar adquirido proviene únicamente de no experimentar ningún tipo de emociones negativas como el miedo, la ansiedad o la angustia causada por las incertidumbres propias de no saber qué pueda ocurrir en determinado momento, lo cual quiere decir que difícilmente la experimentación de emociones positivas será el causante del bienestar logrado.
Entonces, el no salir de la zona de confort lo que hace es limitarnos las posibilidades de vivir algo nuevo y conocer cuánto podemos hacer y hasta dónde podemos llegar para descubrir una cara positiva de las emociones como, por ejemplo, alegría, satisfacción, orgullo o entusiasmo por explorar un aspecto desconocido de nuestras capacidades tanto físicas como mentales. Por lo tanto, con esta actitud jamás tendremos la oportunidad de conocer cómo podríamos ser capaces de combatir nuestros propios miedos y temores de hacer algo diferente a lo que siempre hacemos.
Estos límites dentro de los cuales nos encerramos por lo general sólo se encuentran en nuestra mente, porque de alguna manera nos convencemos de que no necesitamos absolutamente nada más de lo que ya hemos logrado, quitándonos a nosotros mismos la posibilidad de ir más allá y dejándonos a la merced de un estado de estancamiento que puede llegar a ser peligroso para el desarrollo de nuestra personalidad, porque siempre nos sentiremos satisfechos con los mismos estímulos que hemos experimentad siempre; sencillamente nos encontramos en un estado de comodidad con lo que ya tenemos y sentimos que no necesitamos nada más.
La zona de confort a su vez está rodeada de dos zonas más que la complementan y sirven para entender de mejor manera por qué algunas personas no pueden salir de ella, pero también cuánta importancia tendría atreverse a explorar un poco más allá de esos límites que nos trazamos en nuestra mente. Se trata de la zona de aprendizaje y la zona de pánico.
Zona de aprendizaje
Es ese espacio mental que se encuentra inmediatamente después de la zona de confort y en la que nos atrevemos a explorar cuando tenemos la disposición de conocer algo nuevo, de adquirir nuevos conocimientos o de poder ampliarlos más allá de lo que ya sabemos.
La zona de aprendizaje es usualmente visitada por aquellas personas que deben aprender algo nuevo, viajar a una nueva ciudad nunca antes visitada, estudiar algún idioma o conocer a un potencial cliente de su empresa; esto puede resultar de acciones voluntarias u obligatorias, dadas ciertas circunstancias específicas, por lo cual hay quienes se entusiasman a explorar la zona de aprendizaje ocasionalmente, por ejemplo cuando deciden aprender una nueva receta de cocina, o en cambio sólo lo hacen cuando es estrictamente necesario y motivado a factores externos, como tener que hacer esa presentación oral que tanto evitaron en el trabajo, lo cual consideran algo peligroso y que atenta contra su bienestar mental. En este último caso, tan pronto como pueden, regresan a la zona de confort, donde se sienten a salvo aunque con un nuevo conocimiento adquirido producto de la experiencia vivida.
Zona de pánico
La zona de pánico está ubicada más allá de la zona de aprendizaje y es el estado mental por el que muchas personas prefieren quedarse en su zona de confort. En esta zona, el desconocimiento de las circunstancias es prácticamente total, y esta situación nos hace pensar que lo mejor sería hasta olvidarnos de averiguar lo que podría ocurrir si nos atrevemos a dar el salto hacia eso que es desconocido.
Pero, paradójicamente, a la zona de pánico también se le conoce como zona mágica, porque quienes se atreven a llegar hasta este punto tienen la oportunidad de experimentar nuevas sensaciones que podrían llegar a ser maravillosas, que no se conocían porque simplemente nunca habían estado allí.
Contrario a la falsa creencia de que la zona de confort desaparece cuando logramos superar la zona de pánico, lo que en realidad sucede es que tanto la zona de confort como la zona de aprendizaje se expanden, se hacen más grandes, reduciendo los límites mentales que nos impiden avanzar y devolviéndonos la tranquilidad de saber que tenemos todo bajo control, pero ahora con la certeza de poder vivir más cosas que antes.
¿Por qué permanecemos en la zona de confort?
La zona de confort es algo que se desarrolla y estimula desde que somos niños. A temprana edad, vivimos rodeados de todas las atenciones posibles que nos brindan nuestros padres y establecemos la idea de que no necesitamos nada más para ser felices, sólo a excepción quizá de algunos caprichos propios de la edad, como algún dulce o un juguete, pero difícilmente un niño querrá el abrazo de esa tía que está conociendo en un momento determinado y por eso se queda aferrado a las piernas de su progenitor; ¿ya los entienden?
Sucede así con el primer día de clases. La escuela es ese lugar del que nunca te hablaron y adonde te llevarán a pasar largas horas a diario, lejos de tu hogar, tu familia, tu habitación, tus cosas… Pero los niños logran saltar de inmediato a la zona de aprendizaje al conseguir amigos rápidamente, abordan luego la zona mágica y descubren que la escuela les gusta, por lo cual amplían su zona de confort al sentirse cómodos en ese nuevo ambiente. ¿Pero qué pasa cuando es el momento de cambiar de escuela por alguna determinada razón? Ocurre exactamente lo mismo, es necesario abandonar la zona de confort por algunos días, se repite el ciclo y vuelven a ampliarla nuevamente un poco más.
Al explorar ese retrato de cuando somos niños, entendemos por qué nos ocurre exactamente lo mismo en todos los aspectos de nuestras vidas; podría decirse que lo llevamos en la sangre, es inherente a nosotros, nuestra reacción mental es similar ante cada nuevo escenario y sólo cuando nos atrevemos a enfrentarlo es cuando seremos capaces, no de abandonar nuestra zona de confort, sino de ampliarla para poder vivir cosas nuevas sin inconvenientes.
Al llegar a la adultez, inconscientemente hemos desarrollado la capacidad de mantenernos en nuestra zona de confort gracias a la que seremos capaces de evitar episodios que pudieran desatar algún tipo de emociones negativas, tales como el estrés, depresión, ansiedad o angustias; inevitablemente utilizamos la zona de confort como una estrategia de protección para evitar sentirnos psicológicamente afectados por cualquier motivo, y es cuando tanto nos cuesta aceptar la necesidad de algún cambio en nuestras vidas, debido al temor que sentimos por perder algo de lo que tenemos, de quedarnos con las manos vacías, aún así cuando no estemos completamente satisfechos con la situación en la que nos encontremos.
Efectos y consecuencias de mantenernos en nuestra zona de confort
¿Pero qué sucede si nos quedamos siempre en nuestra acostumbrada zona de confort y no nos atrevemos a ampliarla nunca? Sencillamente nos perderemos la oportunidad de crecer, y esto es crecer como personas, como seres humanos; perdemos la posibilidad de fortalecer nuestro desarrollo personal, de vivir nuevas experiencias y comprobar que no todo lo desconocido es necesariamente malo.
Uno de los ejemplos más comunes en los que los adultos tienen grandes problemas para ampliar su zona de confort, es cuando llevan demasiado tiempo ocupando un mismo cargo dentro de una empresa. Es posible que su formación académica y profesional ya sea la suficiente como para aspirar a un ascenso, o también a un cambio de trabajo donde sus nuevas tareas vayan más acorde tanto a sus capacidades como expectativas. Como en todo, las oportunidades pueden presentarse, una nueva opción de empleo llega a tus manos y tú, temeroso por la incertidumbre de lo que pasará si abandonas el lugar en el que te has encontrado tan cómodamente por tanto tiempo, decides rechazar la oferta; el resultado no es que tienes la fortuna de conservar lo que ya conoces, sino que has perdido la oportunidad de conocer otro ambiente en el que seguramente habrías podido ser mucho más exitoso.
Así sucede con todos los escenarios de la vida y la verdad es que esto puede resultar en ser un arma de doble filo. El permanecer siempre haciendo lo mismo para resguardar nuestra comodidad y tranquilidad, lo cual no nos permite vivir cosas nuevas, eventualmente desatará sentimientos de frustración por no ser capaces de asumir nuevos riesgos, y esto puede afectar gravemente la autoestima; con el tiempo, nos volvemos apáticos de emprender algún reto, ya no por preservar cierta comodidad, sino porque nos tomamos muy en serio la idea de que no somos capaces de hacer nada más de lo que ya hemos hecho.
Encontrarse en esta situación puede afectar también nuestras habilidades sociales. Cuando nos estancamos y dejamos de crecer, todo nuestro entorno no deja de hacerlo, las personas que nos rodean (familiares, amigos, compañeros de trabajo, pareja) siguen avanzando, y eso genera conflictos interpersonales que serán muy difíciles de resolver, pudiendo llegar a sumirnos en un total aislamiento, perdiendo el apoyo de nuestros allegados.
Por qué vencer los límites que nos impiden avanzar.
El no salir de la zona de confort nos instiga no solo a permanecer en el mismo lugar de siempre sino también a ver todo siempre de la misma manera. No hay otros matices para lo que hacemos y la sola posibilidad de que algo cambie genera una ola de estrés que posiblemente no seamos capaces de superar fácilmente.
Vencer estos límites trae grandes beneficios con los cuales podemos tener una mente más saludable. En primera instancia, será posible lograr el crecimiento personal y el establecimiento de una personalidad acorde a nuestros verdaderos intereses, con los que comenzaremos a establecer sueños y metas que amplíen la visión de lo que realmente queremos en la vida. Con esto seremos capaces de no estar satisfechos con cualquier cosa que tengamos, sino que siempre querremos llegar más allá de donde ya estamos y alcanzar más cosas de las que ya nos encontramos disfrutando.
Al ser capaces de ampliar nuestra zona de confort, logramos aumentar nuestra autoestima y reducimos la frustración propia de la poca capacidad que antes teníamos de asumir nuevos retos. También aumenta la fortaleza interna, al poder enfrentar los diferentes conflictos que se nos presenten, con lo que además se estimula la capacidad para levantarnos de las caídas que podamos tener en la vida.
Las habilidades sociales también se fortalecen al salir de la zona de confort. Cuando nos atrevemos a conocer nuevas personas, se amplía el círculo social en el que nos desenvolvemos y ejercitamos nuestra empatía hacia los demás. Esta característica suele abrir muchas puertas, porque es precisamente por medio de la interacción con otras personas cuando más oportunidades surgen de hacer otras cosas, conocer nuevos lugares, recibir ofertas de empleo y hasta conseguir pareja.
Debemos saber identificar también cuándo realmente queremos salir de la zona de confort y cuándo aparentamos querer salir, pero en realidad únicamente estamos dispuestos a hacer cosas de las cuales estamos seguros que podemos asumir. En ocasiones, algo que nunca hemos hecho nos llama la atención y nos disponemos a arriesgarnos, pero esto será así única y estrictamente cuando no implique otros riesgos adicionales. En estos casos, no estamos ampliando la zona de confort ya que nuestras expectativas son igualmente limitadas.
Cómo salir de nuestra zona de confort.
Ya sabemos que salir de la zona de confort es necesario por diversas razones, y sea como sea, siempre será beneficioso. Pero honestamente esto a veces es más fácil decirlo que hacerlo, aunque tampoco es imposible. Basta con hacer algunos pequeños cambios en tu rutina de vida que, si bien al principio parecerán complicados, luego verás la gran satisfacción que tendrás al haberte atrevido a hacerlo.
Algunos de los siguientes consejos te ayudarán a salir de tu zona de confort:
Saber identificar si realmente estás en una zona de confort
Muchas veces las personas ni siquiera sospechan que se encuentren totalmente inmersas en su zona de confort, por lo cual deben pasar por un proceso de introspección en el que puedan darse cuenta sin son capaces de atreverse a hacer cosas nuevas, asumir riesgos, aceptar nuevos retos, viajar a lugares desconocidos, comer cosas diferentes a lo acostumbrado, etc.
Es muy fácil vivir haciendo siempre lo mismo e incluso en ocasiones no nos damos cuenta de ello, porque esa vida sin sobresaltos es cómoda y placentera. ¿Vives de esa manera? Entonces es posible que no te hayas atrevido a salir de tu zona de confort y es momento de hacer algo al respecto.
Establece metas
Ya nos hemos dado cuenta de que vivimos dentro de nuestra zona de confort, así que es momento de trazarnos una meta que nos permita salir de ella. Debemos determinar qué áreas de nuestra vida necesitan un cambio. Estos pueden ser salir de la ciudad, conseguir un nuevo trabajo, conocer nuevos amigos, aprender alguna habilidad… Cualquier cosa que requiera hacer algo diferente a lo acostumbrado, servirá.
Este punto no se trata de pensar en cosas que simplemente requieran un esfuerzo extra. Es posible que nos sintamos tentados a realizar aquel curso de cocina que siempre quisimos hacer, ¿pero esto realmente representa un reto? Considera que para salir de tu zona de confort, la idea de hacer algo nuevo debe hacerte sentir incómodo y generarte cierta incertidumbre, porque si no es así, entonces simplemente estarás cumpliendo con un capricho. El temor y la duda son los principales indicadores de que vas realmente a atreverte a salir de tu zona de confort.
Cree en ti mismo
No sirve de nada establecernos una meta si luego no creemos que somos capaces de alcanzarla. Es normal que el miedo nos invada, ya que es precisamente por eso que no nos hemos atrevido a actuar de manera diferente anteriormente, pero aun así debemos estar seguros de que el intento valdrá la pena.
Le sucede a muchos hombres cuando quieren conquistar a la chica que les gusta, que ni ellos mismos se creen que eso será posible y entonces, aun cuando han planeado durante mucho tiempo decirle lo que sienten, al final desisten de la idea, la chica nunca conocerá los sentimientos de su enamorado, y nunca sabrán si realmente habría valido la pena materializarlo.
Pierde el miedo al ridículo
¿Y qué pasa si nos atrevemos finalmente a decirle lo que sentimos a esa chica que nos vuelve locos? Pueden pasar dos cosas. La situación ideal es que el sentimiento sea recíproco y ella nos acepte, o al menos abra la posibilidad de conocernos mejor y ver qué pasa en el futuro, o por el contrario ella nos rechace y nos haga saber que sólo nos quiere como un amigo.
Es entonces en este punto cuando el hombre puede reaccionar de dos maneras. Una es sentirse totalmente apenado y avergonzado de haberse atrevido a declarar su amor, o simplemente aceptar que no ha pasado nada malo, ya que eso es totalmente normal. Así sucede en todos los escenarios de la vida, todo nuevo intento representa una posibilidad de éxito o de fracaso, y es en los errores donde se pueden aprender las mejores lecciones.
Cambia las rutinas
A veces son las pequeñas cosas las que hacen la diferencia y no nos damos cuenta. Diariamente ejecutamos cientos de acciones que posiblemente ni siquiera sean planificadas, como por ejemplo tomar una ruta al trabajo que nunca variamos porque quizás no conocemos otra. ¿Por qué no modificar un poco la rutina y conocer otra alternativa? Es posible que hasta el mismo cambio de calles o avenidas por las que transites, proporcione cierta sensación de bienestar.
¿Y qué tal si siempre que vamos al cine, vemos el mismo tipo de películas? Es posible que nos guste demasiado las comedias o las historias románticas, pero si algún día nos atrevemos a ver una película de terror, posiblemente descubramos un nuevo gusto que no sabíamos que teníamos, y también que los monstruos no dan tanto miedo.
Vamos a disfrutarlo
Por si fuese poco todo lo que ya hemos decidido que vamos a cambiar, no sirve de nada si no lo disfrutamos, y eso tampoco debe significar que todo lo que nos atrevemos a hacer deba gustarnos obligatoriamente. Basta con siempre buscarle el lado más positivo a las nuevas experiencias, y ya queda de parte de uno mismo saber determinar si valió la pena, si nos divertimos, y si simplemente nos quedamos con la satisfacción de habernos atrevido y tener una buena experiencia que contar, sin necesidad de tener que repetirla, pero que sea algo que jamás tengamos que lamentar.
Comparte con gente aventurera
Si después de tomar la decisión de salir de la zona de confort, aún no conseguimos la manera de poder hacerlo, quizás lo que nos haga falta es un empujón de parte de alguien más. No es mala idea integrarnos a organizaciones que se dediquen a hacer cosas diferentes, como grupos de deportes, excursionismo, arte callejero, canto, etc.
Pero si creemos que comenzar a hacer cosas con gente a la que no le tenemos confianza todavía, entonces podemos a apoyarnos en las personas que conviven con nosotros día a día. Ya sean los miembros de nuestra familia, nuestros amigos y nuestra pareja, la simple compañía de otras personas que nos brinden su apoyo también nos hará sentir que todo estará bajo control, sea cual sea la meta que nos tracemos.
Toma riesgos, pero no te pongas en riesgo
Tomar ciertos riesgos para salir de la zona de confort no significa arriesgarse a hacer cosas imprudentes que nos pongan realmente en riesgo. Hay que ser conscientes y coherentes con lo que queremos hacer, y actuar de manera sensata. Si queremos sentir la adrenalina corriendo por nuestras venas, podemos pensar en practicar algún deporte extremo de riesgo controlado, pero sería muy tonto, por ejemplo, saltar en paracaídas sin antes haber pasado por las instrucciones y control previo que garanticen todos los elementos de seguridad con los que debemos contar.
Busca ayuda profesional
Si todo el esfuerzo que pongas de tu parte aún no es suficiente, puedes considerar la opción de acudir a un psicólogo. La ayuda de un especialista, por medio de técnicas de psicoterapia, puede permitirte determinar el motivo por el cual aún no te atreves a vencer tus miedos, y luego estimularte a lograrlo, a aceptar los nuevos desafíos que surjan en tu vida y establecer la mejor manera de sentirte seguro y a gusto.
Siempre puedes volver a tu zona de confort
Puede parecer inútil pensar en regresar al punto de inicio cuando has podido avanzar tanto, pero esto no es así propiamente. Cuando ya sintamos que hemos hecho demasiado, no está de más tomar un descanso por un periodo de tiempo determinado, que sirva a su vez para reflexionar sobre lo que hemos logrado al atrevernos a aceptar nuevos retos.
Recordemos que todo esto también se trata de ampliar la zona de confort, y este periodo de “volver atrás” nos permitirá establecer por completo nuestra nueva forma de vivir la vida, equilibrar nuestras prioridades y convertirnos definitivamente y de manera progresiva en mejores personas, el cual es el principal objetivo de atrevernos a salir de la zona de confort.
El Crecimiento Personal es el área de la Psicología que se enfoca en ayudarnos a encontrar y desarrollar nuestras fortalezas, para ser la mejor versión de nosotros mismos. Nos ayuda a deshacernos de las limitaciones psicológicas que nos atan y nos permite alcanzar nuestro máximo potencial, la mejor versión de nosotros mismos
Todos podemos desarrollar nuestras habilidades, capacidades y competencias para superar nuestras limitaciones, ampliar nuestro horizonte y mejorar nuestro bienestar. Sin embargo, en algunas ocasiones nuestros hábitos, patrones de comportamiento y/o creencias irracionales se convierten en una barrera para nuestro desarrollo e incluso llegan a causar malestar.
Cambios a través del crecimiento personal.
Cuando llegamos a este punto, toca cambiar y conectar de nuevo con nuestra propia identidad, examinar cómo está nuestro mundo interior y exterior y cómo nos relacionamos con las personas que nos rodean. Toca pasar a la acción y transformarse. De esta manera, podemos recuperar nuestro bienestar y nuestro nivel de autosatisfacción.
Esta transformación comienza en nosotros mismos, porque el cambio es un proceso individual y personal, y nadie puede cambiarnos si nosotros no queremos cambiar. Transformar nuestra vida requiere autorreflexión, ser conscientes de nuestra propia capacidad para lograr nuestras metas y conseguir cambios positivos y duraderos; y exige compromiso, tiempo, energía y estrategias claras y realistas.
Mejora de la conciencia de uno mismo
El crecimiento personal hace referencia a una serie de actividades que ayudan a mejorar la conciencia de uno mismo y descubrir la propia identidad, con el fin de impulsar el desarrollo de los propios potenciales y las habilidades personales y relacionales.
El objetivo es mejorar la calidad de vida y contribuir a la realización de sueños y aspiraciones individuales.
Crecer como persona es un proceso que dura toda la vida. Por desgracia, no siempre tomamos el camino apropiado y podemos encontrarnos en una situación en la que nos sentimos lejos de nuestra propia esencia y vivimos en piloto automático, distanciados de nuestros sueños, nuestras aspiraciones y nuestras necesidades. En esta sociedad que va tan rápida, es fácil dejar de ser protagonistas de nuestra vida y perder de vista nuestros deseos más personales.
Capacidad de aprender de nosotros mismos
El crecimiento personal es la capacidad que tenemos las personas para aprender de nosotras mismas, dejando nuestra puerta abierta a nuevas experiencias aunque resulten un desafío; hace referencia al desarrollo humano.
Con ello, si poseemos un buen crecimiento personal, nos sentiremos en continuo aprendizaje, siendo capaces de aprender de aquello que vamos recibiendo y sabiendo que tenemos los recursos para ir mejorando y salir fortalecidos de las distintas situaciones.
Principios del Crecimiento Personal
Durante mucho tiempo la Psicología, al igual que la Medicina y la Psiquiatría, se centró en los defectos, problemas y trastornos, asumiendo una perspectiva limitada del desarrollo humano. A inicios del siglo XX todo comenzó a cambiar de la mano de Alfred Adler y Carl Jung.
Adler, un reconocido psicoterapeuta vienés, se negó a limitar la Psicología al análisis de los problemas y traumas del pasado, por lo que comenzó a mirar hacia el futuro, centrándose en las aspiraciones y potencialidades de las personas que acudían a su consulta en busca de ayuda.
Prefería hablar en términos de estilo vital, un concepto equivalente a lo que hoy conocemos como estilo de vida, para referirse a la forma en que gestionamos los problemas, nuestra manera de afrontar la vida y la imagen que nos hemos formado de nosotros mismos.
Carl Gustav Jung también enriqueció el Crecimiento Personal con su concepto de individuación. El creador de la Psicología Analítica entendía que el yo individual se desarrollaba a partir de un inconsciente indiferenciado a través de un proceso psíquico en el cual se integran los elementos innatos de la personalidad y los componentes de la psique inmadura con las experiencias de la vida.
Desde entonces, el campo del Crecimiento Personal ha seguido enriqueciéndose, sobre todo gracias a la Psicología Humanista, que puso en el centro a la persona y su deseo de autorrealización.
A finales de la década de 1990, Martin Seligman, profesor de Psicología de la Universidad de Pensilvania, propuso cambiar radicalmente el foco de la patología a la salud emocional, por lo que sus investigaciones contribuyeron al desarrolló un nuevo campo: la Psicología Positiva, cuyo objetivo es identificar y promover patrones de pensamiento y afrontamiento positivos y saludables que empoderen a la persona y le permitan desarrollar al máximo sus potencialidades.
Programa de Crecimiento Personal
Un programa de Crecimiento Personal es un conjunto de propuestas basadas en estudios científicos realizados en el ámbito de la Psicología positiva y el coaching, que tiene como objetivo estimular nuestras potencialidades para que podamos alcanzar nuestras metas y mejoremos nuestro bienestar.
A diferencia de la psicoterapia, que normalmente se centra en solucionar problemas específicos cuando se produce un trastorno o se rompe el equilibrio psicológico, en el Crecimiento Personal se trabaja para lograr que pensemos, actuemos y sintamos de manera más plena y saludable.
Principios del crecimiento Personal.
Las personas que se involucran activamente en un proceso de Crecimiento Personal no solo reportan una mayor satisfacción en sus vidas sino que además mantienen relaciones interpersonales más asertivas, logran una mayor autonomía y tienen propósitos vitales bien estructurados.
Sin embargo, el Crecimiento Personal no se produce de un día a otro, es el resultado de un proceso de aprendizaje que nos permite avanzar paso a paso para lograr la mejor versión de nosotros mismos. Los cambios en el comportamiento deben estar respaldados por una transformación interior más profunda a nivel de personalidad, lo cual significa que hay un esfuerzo consciente por mejorar cada día.
De hecho, las investigaciones realizadas en el área del Crecimiento Personal han determinado que existen algunas características básicas en las cuales debemos trabajar para lograr un cambio positivo y permanente:
El compromiso con el desarrollo
La apertura a las nuevas experiencias
La perseverancia para alcanzar nuestro potencial.
Por eso, es importante comprender que el Crecimiento Personal se basa en tres principios fundamentales. A saber:
Integral. Somos una unidad, lo cual significa que aunque nos enfoquemos en desarrollar solo ciertas competencias o activar patrones de pensamiento más funcionales, estos cambios repercutirán favorablemente en otras esferas de nuestra personalidad y vida cotidiana.
Progresivo. El Crecimiento personal implica un nivel de desarrollo gradual, a través del cual iremos atravesando por diferentes fases que nos permiten ganar en autoconocimiento y autocontrol. Sin embargo, no se debe entender como un proceso lineal, es necesario estar preparados para los retrocesos, que forman parte del propio desarrollo.
Continuo. El Crecimiento Personal no termina nunca porque cambiamos continuamente, por lo que siempre podemos seguir desarrollando las habilidades y competencias que nos permitan ampliar nuestra zona de confort, afrontar los nuevos retos y mejorar nuestro bienestar psicológico.
Programa de crecimiento personal
A través de nuestro programa de crecimiento personal te guiaremos en el proceso de autoconocimiento y te ayudaremos a determinar qué objetivos quieres conseguir en tu vida. Además, te acompañaremos a lo largo del camino, brindándote las herramientas psicológicas que necesitas para sacarle el máximo partido a tus habilidades y desarrollar nuevas competencias en diferentes ámbitos de tu vida. Por supuesto, dado que cada persona es diferente y tiene objetivos distintos, el camino a recorrer es completamente personal.
La terapia de grupo es un tratamiento terapéutico de naturaleza psicológica que se proporciona a los pacientes que lo necesiten de manera grupal, para mejorar su salud mental y calidad de vida. Además, el grupo psicoterapéutico dota a sus miembros de estrategias adecuadas de afrontamiento y de recursos cognitivos y emocionales adaptativos para el cambio y aumenta la autonomía y el crecimiento personal a nivel individual, evitando la cronificación y la disminución sintomatología en las áreas afectadas por el trastorno.
Este tipo de psicoterapia utiliza dinámicas grupales para intervenir sobre problemas y conflictos.
TERAPIA DE GRUPO PARA AFRONTAR Y SUPERAR LA ANSIEDAD.
Formación de un grupo de terapia en Valencia dirigido a personas que tengan problemas relacionados con la ansiedad y quieran mejorar compartiendo experiencias y estrategias de afrontamiento. La sesión de terapia de grupo es una tarea en colaboración, en la que el terapeuta asume la responsabilidad clínica del grupo y sus miembros. Dentro de la reunión, los miembros se ocupan de expresar de la manera más libre y honesta posible sus problemas, sentimientos, ideas y reacciones.
Además, la participación en el grupo de terapia y al margen del tratamiento grupal de los problemas de ansiedad promueve el crecimiento personal y el autoconocimiento a través de la experiencia y relación con los demás que redunda a su vez en un incremento en la autoestima.
La terapia de grupo es un tratamiento en el que los pacientes, seleccionados a partir de ciertos criterios, forman un grupo coordinado por un terapeuta experto, para ayudarse unos a otros a efectuar cambios y superar sus problemas.
Se incluyen pacientes en los que el motivo de consulta se centra en el padecimiento de reacciones de ansiedad (el grupo debe ser bastante homogéneo en cuanto a los síntomas), sin un trastorno severo y sin que exista una diferencia de edad muy amplia entre los miembros. Los objetivos del grupo se circunscriben a mejorar la comprensión de la crisis, incrementar el dominio en situaciones críticas y desarrollar nuevas modalidades de afrontamiento ante situaciones de ansiedad (que encuentren alivio y herramientas).
Máximo de 8 participantes.
Sesiones de 1 hora y media de duración los jueves de 20.30 a 22 horas.
El comienzo en la fecha indicada está sujeta a la inscripción del número necesario de personas.
Forma de pago: transferencia mensual o trimestral
Información e inscripciones:info@psicologospv.com o por teléfono o wathsapp al 601082966
Contacta para iniciar tu terapia grupal de ansiedad
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TODOS IGUALES……..TODOS DIFERENTES………COMPARTIENDO LA MEJORÍA.
La terapia de grupo es un tratamiento en el que los pacientes, seleccionados a partir de ciertos criterios, forman un grupo coordinado por un terapeuta experto, para ayudarse unos a otros a efectuar cambios y superar sus problemas.
Las dos principales y claras ventajas de la terapia de grupo son: la oportunidad de obtener información inmediata por parte de los compañeros del paciente sobre las situaciones que experimenta, y la oportunidad, tanto para el paciente como para el terapeuta, de observar las respuestas psicológicas, emocionales y conductuales del sujeto frente a determinados temas o situaciones, gracias a la interacción con las demás personas del grupo. Además, el grupo provoca un compromiso especial para con uno mismo y con los demás, que ayuda a la modificación de la conducta y/o pensamientos erróneos o desadaptados que nos están haciendo sufrir o son la base de nuestro trastorno.
Suele proveer un mayor enriquecimiento por la interacción con los compañeros, además de tener la posibilidad de aprovechar distintos puntos de vista, y por lo tanto, obtener diferentes soluciones frente a un mismo problema.
Además, es una modalidad económica, y suele necesitarse de un tiempo menor para ir experimentando modificaciones en uno mismo y en las personas que lo rodean.
Es frecuente su indicación para el tratamiento de los trastornos de ansiedad y la depresión, problemas por haber sufrido maltrato físico, sexual o psicológico y problemas de autoestima.
TALLER CURSO: HABILIDADES SOCIALES, ASERTIVIDAD Y EMPATÍA.
– Dirigido a: personas con miedos sociales o que tengan o hayan tenido problemas de fobia social, personas con problemas de timidez o simplemente personas que quieran mejorar la forma en que se relacionan con los demás y con las personas del sexo contrario.
– Objetivos: relacionarnos con los demás sin desarrollar respuestas de timidez, ansiedad, agresividad o evitación; aprender a defender nuestros derechos, opiniones y puntos de vista sin ocasionarnos daño emocional a nosotros mismos y/o a los demás; conseguir desarrollar conductas de relación social con alta autoestima, conseguir mejorar nuestras relaciones con los amigos, la familia, la pareja, personas del sexo opuesto, compañeros de trabajo…..y conseguir expresar y aceptar críticas de forma adecuada.
Máximo de 8 participantes.
Sesiones de 1 hora y media de duración los martes de 20.30 a 22 horas.
Comienzo en enero de 2020.
Trimestral: 12 sesiones.
Precio: 25 euros por sesión.
Forma de pago: transferencia mensual o trimestral
El comienzo en la fecha indicada está sujeta a la inscripción del número necesario de personas.
Información e inscripciones:info@psicologospv.com o por teléfono o wathsapp al 601082966
Contacta para tu curso taller de habilidades sociales, asertividad y empatía.
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CURSOS Y TALLERES.
Diseño e imparto cursos de formación y talleres para distintas entidades (Ayuntamientos, comercios, cooperativas, empresas) y colectivos profesionales (docentes, directivos, policía..) dirigidos básicamente a desarrollar y mejorar sus habilidades sociales, capacidad de comunicación y paliar el estrés laboral que sufren en el desempeño de sus funciones. Estos son algunos de los cursos y talleres que imparto:
– Técnicas de negociación y mediación.
– Habilidades directivas.
– Técnicas para el afrontamiento y superación del estrés laboral (taller).
– Habilidades de comunicación y técnicas de asertividad.
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