Síntomas del Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Los pacientes por TDHA manifiestan muchos síntomas, entre ellos los siguientes:
Dificultades motrices, por ejemplo los niños pequeños suelen tener problemas para comer con cubiertos o para aprender a escribir en la escuela
Falta de concentración
Fácil capacidad de distracción
Falta de memoria
Reacciones lentas
Fuerte impulsividad, ataques de rabia, por ejemplo
Normalmente, los síntomas del TDAH se manifiestan ya tempranamente, por lo general antes de los seis años. En el caso de los lactantes, los síntomas del TDAH se manifiestan en problemas para dormir, intranquilidad y dificultad para ingerir y digerir el alimento. Además, suelen gritar a menudo y estar inquietos y excitados. Algunos lactantes ya muestran retrasos en el crecimiento, que puede manifestarse en un aprendizaje tardío a la hora de caminar o hablar.
Los niños pequeños con TDHA suelen ser hiperactivos e imprevisibles en el trato, es decir, en su comportamiento; le resulta difícil hacer amistades. Algunos tienen fuertes ataques de rabia. En cuanto a la motricidad, suelen estar más atrasados que sus compañeros de edad y a veces tienen más dificultades con cosas como aprender a comer con cubiertos, por ejemplo. En la guardería los síntomas del TDAH suelen empeorar, ya que están sometidos a más estímulos.
En la edad escolar primaria, el trastorno atencional es muy evidente: los niños con TDAH suelen tener menos capacidad de retentiva, muestran legastenia, también con la aritmética, interrumpen la clase, están desequilibrados, son patosos y además agresivos. Como son imprevisibles, los demás niños suelen evitarlos. Los niños con TDAH suelen sufrir mucho con ello y a veces tienen una baja autoestima.
Cuando comienza la pubertad, se pueden volver obstinados, miedosos, depresivos o agresivos. A esta edad su ya baja autoestima termina frustrándoles. Algunos buscan refugio en el alcohol y otras drogas. También llaman la atención con un comportamiento arriesgado, por ejemplo, conducen tan temerariamente que suelen estar implicados en accidentes de coches.
En edad adulta los problemas ya presentes durante la infancia y juventud continúan. Los adultos con TDAH suelen carecer de certificado escolar y de formación profesional. También tienen problemas a la hora de mantener una relación sentimental durable. Siguen sin saber atenerse a las reglas y son propensos a saltarse las normas de circulación, por ejemplo. Otro síntoma en los adultos es que continúan mostrando problemas de atención y concentración.
Pero las personas con TDAH también tienen muchas características positivas: son muy creativos, inteligentes y están llenos de ideas. Además están siempre dispuestos a entusiasmarse y disponen de un acusado sentido de la justicia.
Diagnóstico del Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
El médico o bien el psicólogo puede establecer el diagnóstico del TDAH sobre todo con la historia vital del niño, joven o adulto afectado. Aquí, el facultativo presta atención a determinadas señales, por ejemplo observando lo fácilmente que el niño puede distraerse, lo que indica un problema de concentración y de atención. Otros criterios importantes para el diagnóstico son la hiperactividad y la impulsividad. Sin embargo, el médico solo determinará un diagnóstico de TDAH si los síntomas son muy marcados y si se llevan produciendo durante largo tiempo (al menos seis meses). El testimonio de personas de confianza relevantes, como los padres, es de ayuda para aclararlo.
Además de la exploración física, el médico realizará otra neurológica para establecer las anomalías del afectado, ya que existen determinadas enfermedades neurológicas y psicológicas con un cuadro clínico similar: así es posible descartar que se trate de un problema de legastenia, epilepsia, manía persecutoria, de medicamentos o drogas, de tics nerviosos, psicosis o autismo.
Tratamiento del Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Ningún TDAH (trastorno atencional) debe tratarse igual ni todos requieren un tratamiento. Lo importante es tratar el tema en profundidad con médicos, pediatras y psicólogos y asesorarse sobre la gravedad y el alcance del trastorno. Se comenzará un tratamiento a más tardar cuando el TDAH haya dado paso a trastornos psíquicos y sociales acusados. Tampoco existe un momento exacto para comenzar el tratamiento, ya que depende siempre de los síntomas individuales.
El objetivo de un tratamiento del TDAH es controlar síntomas tales como el déficit de atención, la hiperactividad e impulsividad del afectado. El tratamiento debe servir para que el paciente pueda integrarse socialmente, terminar su educación conforma a sus inclinaciones y aptitudes, así como construir una autoestima estable, y al contrario, debe servir para evitar que los niños y jóvenes con TDAH fracasen en la escuela o se conviertan en marginados sociales. Sin embargo, para un trastorno del metabolismo del cerebro no hay cura posible.
Existen diversas posibilidades para tratar en TDAH. El tratamiento multimodal del TDAH es el más recomendable. Consiste en una combinación equilibrada e individualizada de la explicación de la enfermedad y de las estrategias para superarla, más un a terapia conductual y un tratamiento con medicamentos. Algunos ejemplos son:
Explicar qué es el TDAH y asesorar al paciente, su familia y educadores (profesores).
Un entrenamiento para los padres.
Una terapia conductual, que le enseñará nuevas estrategias de comportamiento y estructuras, así como la fijación de límites claros.
Una psicoterapia, sobre todo en el caso de sintomatías acompañantes como trastornos del miedo, dependencias o depresión.
Medicamentos.
Adicionalmente, actividades deportivas regulares en grupo (equitación, escalada, judo o similares).
El denominado entrenamiento de combinación ha demostrado ser un tratamiento del TDAH muy prometedor. Consiste en implicar en igual medida al niño afectado, los padres y profesores en las actividades. Así aprenden, sobre todo, a mantener una jornada diaria regular y fiable.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH): Tratamiento con medicamentos.
Una parte importante del tratamiento multimodal del TDAH son los medicamentos que recetará el médico en casos graves. Sirven para inhibir la hiperactividad del niño afectado, volviéndole más atento, con lo que también aumenta su motivación para que rinda. Además ayuda a que los niños y jóvenes sepan controlarse a sí mismos más fácilmente. El objetivo del tratamiento con medicamentos del TDAH es evitar la marginación social y posibilitar los demás tratamientos (logopedia o ergoterapia, por ejemplo).
Los psicoestimulantes suelen aplicarse en muchos casos: el metilfenidato y la DL-anfetamina tienen efecto a nivel de las sinapsis, es decir, los extremos nerviosos sobre los que se transmiten las señales al cerebro. Las sustancias amplían ahí la duración del efecto de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina con lo que restablecen el equilibrio perdido por culpa del TDAH. El 85% de los pacientes por TDAH responden al tratamiento con estos psicoestimulantes.
Como alternativa a este grupo de sustancias, el médico también puede recetar los denominados inhibidores selectivos de recaptación de noradrenalina (IRSN), como la atomoxetina, para tratar un TDAH. Estos excipientes influyen directamente sobre el neurotransmisor noradrenalina: inhiben la recaptación de noradrenalina por parte de las células, de manera que la concentración del neurotransmisor entre los extremos nerviosos (la grieta sináptica) aumenta.
Los posibles efectos secundarios de los estimulantes son, por ejemplo: falta de apetito, trastornos del sueño, ataques de llanto, dolores de cabeza o dolores de estómago. El efecto con metilfenidato es más rápido que con la anfetamina y según sea su forma de administración (las denominadas cápsulas de retardo que van suministrando la sustancia poco a poco) son más efectivas.
Terapia conductual por psicólogos
Un papel importante en el tratamiento del TDAH es la terapia conductual, una parte componente de la psicoterapia. En ella, los afectados por un TDAH aprenden a controlarse mejor a sí mismos y a comportarse “correctamente”.
Además, la terapia conductual le enseña cómo llevar los síntomas en el día a día. La meta es sobrellevar el trastorno atencional en la rutina diaria lo mejor posible y permitir al afectado tener una vida normalizada.
Otra parte fundamental de la terapia conductual pueden ser los procedimientos psicoterapéuticos que sirven para mejorar las habilidades motrices. Por lo general, la terapia conductual se realiza de forma ambulatoria y dura varios meses.
La terapia conductual hace que los pacientes con TDAH lleven mejor esta enfermedad. En la mayoría de los casos sigue siendo necesario aplicar otros tratamientos adicionales.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH): Evolución y prevención.
El TDAH puede desarrollarse de forma muy diferente. Las personas con TDAH (trastorno atencional) necesitan un tratamiento y asesoramiento adecuados, consecuentes, regulares y duraderos. De lo contrario, seguirán sufriendo problemas también en edad adulta: en más de la mitad de los niños con TDAH, esta enfermedad se mantiene cuando son adultos.
A veces el tratamiento del TDAH dura unos pocos años, otras, es para toda la vida. El objetivo es que el paciente pueda llevar una vida normal, que sea capaz de tener relaciones sociales adecuadas y una buena formación educacional para alcanzar un buen nivel de calidad en su vida.
El TDAH es una enfermedad frecuente y muy seria que puede provocar trastornos de la personalidad duraderos si no se trata.
Un TDAH condicionado genéticamente (trastorno atencional) no puede prevenirse. Sin embargo, las madres sí pueden evitar determinados factores de riesgo durante el embarazo, que podrían influir en la aparición de la enfermedad. Aquí entrarían sobre todo el tabaco y el alcohol.
Hay varios tratamientos que han demostrado su eficacia en el manejo y tratamiento de la depresión como son los tratamientos farmacológicos y las terapias psicológicas. El tratamiento adecuado depende de cada caso concreto. Los profesionales sanitarios deben tener en cuenta los posibles efectos adversos de los antidepresivos, las posibilidades de llevar a cabo uno u otro tipo de terapia y tu opinión como paciente. La eficacia del tratamiento dependerá en gran parte de tu colaboración con el profesional sanitario que te atiende.
TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN.
En general siempre se puede y se debe tratar una depresión. En ocasiones, especialmente en las depresiones de intensidad ligera o moderada, la sintomatología depresiva tenderá a desaparecer con el tiempo sin tratamiento, pero se prolongará durante mucho más tiempo y se sufrirá innecesariamente.
Antes de plantearse el tratamiento hay que confirmar que se trata de una depresión y no de otra cosa. La presencia de síntomas que pueden asemejar a la depresión, como tristeza, cansancio, ganas de llorar, nerviosismo, dificultad para dormir, etc. son habituales en situaciones de dificultad personal grave o mantenida, o en situaciones de pérdida o duelo.
SÍNTOMAS DE LA DEPRESIÓN:
No todas las personas con enfermedades depresivas padecen los mismos síntomas. La gravedad, frecuencia, y duración de los síntomas pueden variar según la persona. Básicamente los síntomas de la depresión son:
– Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, o vacío.
– Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo.
-Sentimientos de culpa, inutilidad, y/o impotencia.
– Irritabilidad, inquietud.
– Pérdida de interés en las actividades o pasatiempos que antes disfrutaba, incluso las relaciones sexuales.
– Fatiga y falta de energía.
– Dificultad para concentrarse, recordar detalles, y para tomar decisiones.
– Insomnio, despertar muy temprano, o dormir demasiado.
– Comer excesivamente o pérder el apetito.
– Pensamientos suicidas o intentos de suicidio.
– Dolores y malestares persistentes, dolores de cabeza, cólicos, o problemas digestivos que no se alivian incluso con tratamiento.
Si reconoces y/o identificas en ti tres o más síntomas de los descritos anteriormente es posible que al menos sufras un principio de depresión (a falta de la realización de un diagnóstico fiable), con lo que sería recomendable que acudieses a un profesional cualificado para prevenir el desarrollo de una depresión más severa.
TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN.
La terapia cognitivo-conductual, ha demostrado ser una alternativa más eficaz y económica que los fármacos para el tratamiento de la depresión y, a diferencia del tratamiento farmacológico, no supone ningún riesgo para la salud y no presenta ningún efecto secundario adverso
Además de reducir los síntomas de la depresión y mantener estos cambios terapéuticos a largo plazo, el tratamiento psicológico proporciona otros beneficios en comparación con el tratamiento farmacológico, tales como una mayor adherencia al tratamiento, una disminución significativa del riesgo de recaídas y una elevada tasa de recuperación (es decir, a diferencia de los fármacos, no deja ninguna «patología residual»), evitando la cronificación del trastorno.
¿TOMAR PSICOFÁRMACOS ANTIDEPRESIVOS?
Los antidepresivos son sustancias psicoactivas y provocan que las personas se sientan «diferentes» tanto física como psicológicamente. Los viejos antidepresivos tricíclicos, como la amitriptilina, eran sustancias muy sedativas. Los efectos psicoactivos de los nuevos antidepresivos como la fluoxetina (Prozac), paroxetina (Seroxat o Paxil) y venlafaxina (Vandral, Effexor) son más sutiles, pero aun así son perceptibles. Estos psicofármacos hacen que las personas que los toman se sientan somnolientas y letárgicas la mayoría de las ocasiones. Además, reducen el deseo sexual y en algunas personas incluso provocan un estado de distanciamiento emocional o indiferencia. También muchas personas experimentan sensaciones desagradables de tensión o agitación.
PSICOLOGÍA POSITIVA.
La Psicología Positiva considera que los principios de construir fuerzas internas positivas en el paciente deben estar en la base de la psicoterapia: es decir, que la psicoterapia debe estimular en el paciente: valentía, habilidades interpersonales, racionalidad, optimismo, honestidad, perseverancia, realismo, capacidad para el placer, para poner los problemas en perspectiva, para encontrar sentido y orientación hacia el futuro.
Mi trabajo como psicoterapeuta se centra en esta perspectiva abordando los problemas no desde la percepción clásica de la patología sino considerándolos como una oportunidad para el cambio, el crecimiento y el desarrollo personal. En terapia mi punto de partida es considerar las emociones positivas y el potencial de las personas como factores que pueden ser preponderantes en los períodos de crisis, considerando que las crisis son inevitables y necesarias para el crecimiento, desarrollo y madurez del individuo.
«Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad». (Winston Churchill)
Una vez detectado, tratado y superado el problema mi función será establecer junto con el paciente las bases para aprovechar la crisis como una oportunidad para un crecimiento personal de cara al futuro. El paciente aprenderá a afrontar de forma positiva los problemas y a aprovechar las oportunidades surgidas de la superación de la crisis para desarrollarse y adaptarse a su entorno de forma más adecuada de lo que lo hacía con anterioridad.
Mi cometido final es el de dotar a mis clientes de la mayor capacidad posible para afrontar los problemas y adaptarse a su entorno: fomentar al máximo suINTELIGENCIA EMOCIONAL.
«Soy un militante incorregible del optimismo. Para no ser un estúpido, el optimista debe saber que el mundo puede ser un sitio muy triste. Sólo un pesimista encuentra cada día lo más nuevo. ¿Puede un hombre sensato darse el lujo de ser pesimista? Eso era un lujo para tiempos menos complicados.» (Peter Ustinov)
MODALIDADES EN PSICOTERAPIA.
1- PSICOTERAPIA INDIVIDUAL: tratamiento de problemas y trastornos psicológicos de forma individualizada en consulta o en el domicilio del paciente.
2- TERAPIA DE PAREJA: tratamiento de crisis, problemas y/o conflictos en consulta o en el domicilio de la pareja.
La depresión es una enfermedad clínica severa. Es más que sentirse «triste» por algunos días. Si usted es uno de los millones de jóvenes y adultos que tiene depresión, esos sentimientos no desaparecen. Persisten e interfieren con su vida cotidiana. Los síntomas pueden incluir:
Sentirse triste o «vacío»
Pérdida de interés en sus actividades favoritas
Aumento o pérdida del apetito
No poder dormir o dormir demasiado
Sentirse muy cansado
Sentirse sin esperanzas, irritable, ansioso o culpable
Dolores de cabeza, calambres o problemas digestivos
Ideas de muerte o de suicidio
La depresión es un trastorno del cerebro. Existen muchas causas, incluyendo factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos. La depresión puede comenzar a cualquier edad, pero suele empezar en la juventud o en adultos jóvenes. Es mucho más común en las mujeres. Las mujeres también pueden tener depresión postparto después de dar a luz. Algunas personas tienen un trastorno afectivo estacional en el invierno. La depresión es una parte del trastorno bipolar.
Es el hecho de sentirse triste, melancólico, infeliz o bajo de ánimo. La mayoría de las personas se siente así de vez en cuando.
La depresión mayor es un trastorno del estado de ánimo. Se presenta cuando los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un largo período de tiempo. También cambia la manera en la que funciona el cuerpo.
Causas
Los investigadores de atención médica desconocen la causa exacta de la depresión. Se cree que los cambios químicos en el cerebro son responsables. Esto puede deberse a problemas con los genes. O se puede desencadenar por ciertos hechos estresantes. Lo más probable es que sea una combinación de ambos.
Algunos tipos de depresión son hereditarios. Otros tipos ocurren incluso si usted no tiene antecedentes familiares de la enfermedad. Cualquier persona puede deprimirse, incluyendo los niños y los adolescentes.
Síntomas
La depresión puede cambiar o distorsionar la forma como usted se ve a sí mismo, a su vida y a las personas a su alrededor.
Con la depresión, a menudo usted ve todo en una forma negativa. Es difícil para usted imaginar que un problema o situación se pueda resolver de un modo positivo.
Sentimientos de desesperanza, indefensión, inutilidad, culpa, y odio a sí mismo
Pérdida de interés o placer en actividades que alguna vez se disfrutaron
Cambio súbito en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso
Pensamientos de muerte o suicidio
Dificultad para concentrarse
Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño
La depresión en los adolescentes puede ser más difícil de reconocer. Los problemas en la escuela, de comportamiento, o el consumo de alcohol o drogas, todos pueden ser señales.
Si la depresión es muy intensa, pueden presentarse alucinaciones y delirios (creencias falsas). Esta afección se denomina depresión con rasgos psicóticos.
Tratamiento
La depresión se puede tratar. El tratamiento normalmente incluye medicamentos, con o sin psicoterapia.
Si usted está pensando en el suicidio o está sumamente deprimido y no puede desempeñarse, posiblemente necesite tratamiento en un hospital.
MEDICAMENTOS
Los antidepresivos son medicamentos empleados para tratar la depresión. Funcionan restableciendo los químicos en el cerebro a los niveles adecuados. Esto ayuda a aliviar los síntomas.
Si tiene delirios o alucinaciones, su médico puede recetarle medicamentos adicionales.
Coméntele a su médico o psicólogo acerca de cualquier otro medicamento que esté tomando. Algunos medicamentos pueden cambiar la forma como los antidepresivos funcionan en su cuerpo.
Dele tiempo al medicamento para que haga efecto. Pueden pasar varias semanas antes de que se sienta mejor. Continúe tomando su medicamento según las instrucciones. NO deje de tomarlo ni cambie la cantidad (dosis) que está tomando sin consultar con su proveedor. Pregúntele a su médico acerca de los posibles efectos secundarios y qué hacer si tiene alguno.
TERAPIA PSICOLÓGICA O PSICOTERAPIA
La terapia psicológica es la orientación para hablar de sus sentimientos y pensamientos y para aprender cómo hacerles frente.
La terapia cognitiva conductual le enseña cómo combatir los pensamientos negativos. Aprenderá cómo tener más conciencia de sus síntomas y cómo detectar los factores que empeoran la depresión. También le enseñarán habilidades para la resolución de problemas.
La psicoterapia también puede ayudarle a entender las cuestiones que pueden estar detrás de sus pensamientos y sentimientos.
Con la terapia de grupo, usted comparte con otros que tienen problemas como el suyo. Su terapeuta o su médico le pueden comentar más acerca de este tipo de terapia.
En un sentido estricto, la terapia cognitiva incluye aquellas técnicas que se centran directa y primariamente, aunque no exclusivamente, en las cogniciones (verbales y/o en imágenes) de los clientes para modificar estas y las emociones y conducta manifiesta que, se supone, regulan. No se incluyen aquí, pues, las técnicas que presuponen mecanismos de cambio cognitivo, pero que no se centran en los componentes cognitivos per se (p.ej.: modelado participante). Ejemplos de técnicas cognitivas son: reestructuración cognitiva, entrenamiento autoinstruccional, resolución de problemas y detención del pensamiento. Sin embargo, hay grandes diferencias en los modelos teóricos que están detrás de estas técnicas.
Lo más frecuente hoy en día es combinar las técnicas cognitivas y conductuales, de modo que no hay tratamientos puros, sino tratamientos que asocian ambos componentes, aunque la importancia de cada uno de ellos es variable según los casos.
La reestructuración cognitiva (RC) es una de las técnicas cognitivo-conductuales más sugerentes dentro del repertorio de procedimientos de que dispone el terapeuta cognitivo-conductual. Sin embargo, su aplicación no es nada fácil por varios motivos. Para empezar, se requiere un buen conocimiento del trastorno o trastornos a tratar. Asimismo, se necesita velocidad y creatividad de pensamiento para mantener una interacción fluida y competente con el paciente. Por último, la técnica no está tan pautada como otras técnicas de modificación de conducta y, por sus propias características, no puede estarlo en la misma medida.
Ha sido frecuente hablar de las denominadas terapias de reestructuración cognitiva, dentro de las que se incluyen la terapia racional-emotivo-conductual de Ellis, la terapia cognitiva de Beck y el entrenamiento autoinstruccional de Meichenbaum (Bados, 2008; Carrasco, 1995; Carrasco y Espinar, 2008). Sin embargo, este último procedimiento no incluye lo que es la esencia de la reestructuración cognitiva –tal como será definida un poco más abajo– y las aproximaciones de Ellis y Beck son en realidad enfoques terapéuticos muy amplios que incluyen muchas técnicas aparte de la reestructuración cognitiva propiamente hablando. Naturalmente que puede argumentarse que estas otras técnicas son medios de conseguir un proceso de reestructuración cognitiva, pero en este sentido todo sería reestructuración cognitiva. Creemos, en cambio, que es preferible acotar el significado de esta última, en cuanto técnica y por ello, este trabajo tiene como objetivo ofrecer una conceptualización de la misma así como una descripción detallada de sus elementos constitutivos.
La reestructuración cognitiva consiste en que el cliente, con la ayuda inicial del terapeuta, identifique y cuestione sus pensamientos desadaptativos, de modo que queden sustituidos por otros más apropiados y se reduzca o elimine así la perturbación emocional y/o conductual causada por los primeros. En la reestructuración cognitivalos pensamientos son considerados como hipótesis y terapeuta y paciente trabajan juntos para recoger datos que determinen si dichas hipótesis son correctas o útiles. En vez de decir a los pacientes cuáles son los pensamientos alternativos válidos, el terapeuta formula una serie de preguntas y diseña experimentos conductuales para que los pacientes evalúen y sometan a prueba sus pensamientos negativos y lleguen a una conclusión sobre la validez o utilidad de los mismos (Clark, 1989).
La reestructuración cognitiva, en combinación con otras técnicas (lo que se conoce como terapia cognitiva o terapia cognitivo-conductual), se ha mostrado más eficaz que la ausencia de tratamiento o que otros tratamientos en los trastornos de ansiedad, depresión mayor, trastorno bipolar (en combinación con fármacos), trastornos de alimentación, trastornos somatomorfos (trastorno de somatización, trastorno por dolor, hipocondría, trastorno dismórfico corporal), trastornos por abuso de sustancias, juego patológico, algunos trastornos de personalidad (p.ej., límite), trastorno negativista desafiante, insomnio, ira, agresión sexual, disfunción eréctil, conflictos de pareja, problemas de salud (p.ej., dolor, síndrome de intestino irritable, síndrome de fatiga crónica) e ideas delirantes y alucinaciones. Por otra parte, la terapia cognitiva parece un tratamiento prometedor para otros problemas como los trastornos disociativos, los intentos de suicidio, el trastorno de déficit de atención, la fibromialgia y los acúfenos (Butler et al., 2006). Asimismo, la terapia cognitiva también se ha aplicado a problemas que no se ciñen a una categoría diagnóstica, sino que subyacen a diversos trastornos psicológicos; por ejemplo, evitación del afecto, baja autoestima y problemas interpersonales) (Bennet-Levy, Butler et al., 2004; Harvey et al., 2004).
Aunque la reestructuración cognitiva se considera una técnica útil en el tratamiento de estos problemas, saber si la adiciónde la misma al programa de intervención resulta beneficiosa o no es algo que no está claro. En muchos trastornos aún no se ha investigado o se ha hecho poco, mientras que otros (trastornos de ansiedad, depresión mayor) no parece que el empleo de la RC aumente la eficacia de las técnicas conductuales (Longmore y Worrell, 2007); sin embargo, puede favorecer la aceptación inicial de tratamiento y reducir los abandonos del mismo. Por otra parte, si bien falta investigación empírica, posibles limitaciones en el empleo de la reestructuración cognitiva serían la presencia de limitaciones intelectuales, déficits de memoria y depresión melancólica grave.