La información sobre la sexualidad es un aspecto imprescindible en la maduración del ser humano. Dicho conocimiento permite disfrutar de las relaciones íntimas con naturalidad y dejar atrás posibles mitos que despiertan ansiedad y retroalimentan la inseguridad. Recordaremos pues, la relación que existe entre el bienestar psicológico y la Sexología…
¿Qué es la psicología?
La palabra psicología proviene de dos voces griegas:
PSIQUÉ = alma LOGÍA = el estudio de
La Psicología (con «P» mayúscula) es la ciencia que estudia la mente y la conducta en personas o animales. Así mismo, la Real Academia Española también define esta palabra como «la parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones», « la manera de sentir de un individuo o de una colectividad», y como «la capacidad para conocer el carácter de las personas y comprender las causas de su comportamiento».
La Psicología (con «P» mayúscula) es la ciencia que estudia la mente y la conducta en personas o animales. Así mismo, la Real Academia Española también define esta palabra como «la parte de la filosofía que trata del alma, sus facultades y operaciones», « la manera de sentir de un individuo o de una colectividad», y como «la capacidad para conocer el carácter de las personas y comprender las causas de su comportamiento».
¿Qué es la Sexología?
La Sexología es la ciencia que estudia la sexualidad del ser humano, el comportamiento sexual y sus diferentes manifestaciones desde el punto de vista psicológico y fisiológico. El conocimiento de esta área nos permite comprender las necesidades de cada persona con el fin de velar por su salud sexual a través de detectar pensamientos, emociones y conductas disfuncionales y proponer vías de solución.
¿Qué entendemos por salud sexual?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como “un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia”.
¿Cómo se combinan la Psicología y la Sexología?
Tal y como decíamos la Psicología es la ciencia que estudia la mente y la conducta; la Sexología es la ciencia que estudia concretamente la conducta sexual. Ambas fijan especial atención en la detección de aquellos aspectos que interfieren en la funcionalidad del individuo.
Si leemos la definición de sexualidad realizada por la OMS veremos que alude a una dimensión fundamental de la persona:
“La sexualidad es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales” (OMS, 2006)
Así pues, la sexualidad es un pilar del ser humano, es un elemento básico de su bienestar emocional. En pleno siglo XXI la educación sexual sigue siendo, para muchos, una asignatura pendiente. El miedo y el desconocimiento afectan a nuestro comportamiento sexual, limitándolo y favoreciendo la aparición de disfunciones como las que hoy hemos citado.
Las dudas y los problemas sexuales no resueltos provocan malestar y pueden convertirse en un grave problema a nivel relacional, llegando a afectar distintos contextos vitales. Por este motivo, ante su aparición, es imprescindible consultar a un profesional psicólogo o psicóloga especialista en sexología, a saber, un Sexólogo o Sexóloga.
Historia de la sexología científica
El antecedente más claro de la sexología científica fue S. Freud (1856-1939) quien postuló la primera teoría sobre el desarrollo sexual progresivo del niño con el que pretendía explicar la personalidad normal y anormal, asignando a la sexualidad un papel determinante de otras conductas del ser humano, y valoró el deseo sexual, consciente o inconsciente, como condicionante de la salud individual y de las patologías que esta podría generarle.
Igualmente, H. Ellis (1859-1939) se enfrentó a su época afirmando que la masturbación era una conducta habitual y lógica en el individuo, que la homosexualidad era una cuestión de grado, que la ausencia del deseo sexual en la mujer decente era un mito y que muchos problemas sexuales tenían un componente psicológico.
De hecho, la investigación de la sexualidad no comienza hasta mediados del siglo pasado.A. Kinsey (1894-1956) y los sucesores del instituto que lleva su nombre analizaron mediante entrevistas los diferentes comportamientos sexuales en los que observaron las diferencias entre el comportamiento socialmente deseado y exigido con el comportamiento real. W.H. Master y V.E. Johnson (1966) valoraron en el laboratorio y con diferente instrumental la fisiología y clínica sexuales y diseñaron tratamientos novedosos en los problemas sexuales que actualmente siguen en vigor.
Otros informes de entrevistas relevantes fueron los de Hite (1976) donde se resumen las conductas y actitudes sexuales. En España una encuesta sobre el comportamiento y actitudes sexuales de los españoles fue realizada en 1988 por C.A. Malo y colaboradores donde se recogen diversas conductas sexuales de los españoles. F. López publicó en 1995 las conclusiones de otro estudio sobre las conductas sexuales españolas indicando la alta prevalencia de abusos sexuales en menores.
Campos de actuación del psicólogo en sexología
La Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó la atención en 1974 sobre la falta de formación sobre sexualidad de personas capaces de ejecutar los programas educativos donde se pretendía dar información, proponer tratamientos y formar docentes para la asistencia materno-infantil, centros de planificación familiar, de salud mental y comunitaria.
La salud sexual hace referencia a la experiencia como proceso continuo de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. La salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables que propician un bienestar armónico personal y social, enriqueciendo la vida individual y social; no se trata sólo de la ausencia de disfunción, enfermedad o discapacidad.
La OMS define la salud sexual o la sexualidad sana como «la aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva, amoldándose a criterios de ética social y personal. La ausencia de temores, de sentimientos de vergüenza, culpabilidad, de creencias infundadas y de otros factores psicológicos que inhiban la reactividad sexual o perturben las relaciones sexuales. Y la ausencia de trastornos orgánicos, de enfermedades y deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y reproductiva».
El psicólogo como asesor en educación sexual (orientador o educador)
Los avances en el conocimiento de los distintos aspectos de la sexualidad, el surgimiento de la pandemia de VIH y del mejor conocimiento de otras enfermedades de transmisión sexual, el reconocimiento del placer sexual como hecho social, la salud reproductiva, el intento de evitar la violencia de género, el reconocimiento de las derechos sexuales como humanos, el respeto a las minorías y el desarrollo de medicamentos eficaces para problemas sexuales hace necesaria una buena educación sexual.
Dicha educación sexual intenta estar abierta a los sectores de población (escuela, facultades, minorías con discapacidades, grupos especiales de la población, minorías étnicas, profesionales de la salud…) y está encaminada a:
Promover un comportamiento sexual responsable mediante la ejecución de programas de educación a la población mediante el uso de diversos medios para prevenir la explotación, acoso, manipulación y discriminación sexual.
Eliminar el temor, prejuicio, discriminación y odio relacionado con la sexualidad y las minorías sexuales donde se conocería y respetarían las identidades sexuales masculina y femenina, y las diferentes conductas sexuales y orientaciones sexuales (homosexualidad, bisexualidad, heterosexualidad).
Eliminar la violencia de género en las que se reconocerían la violencia sexual en diversas formas y las diferentes formas de prevención de las mismas.
Integrar programas de salud sexual dentro de la salud pública mediante evaluaciones generales y protocolos de intervención.
El psicólogo como terapeuta sexual
Las respuestas sexuales fallan muchas veces por razones emocionales. La conducta sexual, las fantasías… siempre tienen un impacto individual en la persona. Puede sentirse satisfecha y relajada o, quizá la ignorancia, la culpabilidad, los deseos ocultos, producen una ansiedad que entorpece la respuesta sexual. De hecho, gran parte de las disfunciones sexuales tienen causas psíquicas y la mayoría pueden tratarse con éxito. De ahí la importancia que tiene la terapia sexual llevada a cabo por el psicólogo especialista en sexología.
Fue Wolpe (1958) el que afirmó que la mayor parte de los problemas sexuales derivan de unas actitudes negativas del sujeto ante la actividad sexual, lo que produce una ansiedad condicionada ante la actividad sexual que inhibe la respuesta sexual del individuo. La resolución de estos problemas pasaría, por tanto, por una corrección de las actitudes erróneas del sujeto y por algún tipo de terapia educativa o conductual dirigida a eliminar los mitos y prejuicios así como disminuir la ansiedad.
Los problemas de salud sexual provienen de situaciones (personales, de la relación de pareja o sociales) que deberían identificarse y darle un tratamiento adecuado. Actualmente se recomienda un enfoque donde se dé relevancia a los síntomas o síndromes clínicos que alteran la salud sexual del individuo o de la relación de éste con su pareja. Los problemas sexuales pueden tener diferentes causas (orgánicas, psicológicas y sociales) y es donde el terapeuta sexual tiene que descartar y valorar las diferentes incidencias.
El terapeuta sexual ha de realizar inicialmente una evaluación de la conducta sexual, la historia del problema y al final valorar un diagnóstico con un posible tratamiento. Muchas veces superar el sufrimiento en secreto de la persona que presenta o cree presentar un problema sexual es el inicio de la solución. El terapeuta sexual descarta inicialmente si el problema sexual planteado tiene una causa médica y si sospecha que pudiera ser así lo derivará al especialita médico pertinente (urólogo, ginecólogo, andrólogo…). Si se descarta una patología orgánica se continúa la terapia sexual y se intentará modificar un problema de comportamiento.
Un problema sexual existe cuando un individuo realiza una actividad sexual que le hace sentirse infeliz o coartado en su libertad o si la misma representa alguna molestia o algún peligro para sí mismo o para las demás personas de su entorno o grupo social de referencia, pudiendo estar esta anormalidad relacionada causalmente tanto con alteraciones orgánicas, como con anomalías o trastornos funcionales o psicológicos.
Los principales problemas de salud sexual se pueden englobar en:
Alteraciones del funcionamiento sexual (disfunciones sexuales): deseo sexual hipoactivo, aversión sexual, disfunción orgásmica, dispareunia o dolores sexuales. En la mujer estarían la disfunción de la excitación sexual, vaginismo y en el hombre la disfunción eréctil y la eyaculación precoz. Se engloban la mayoría de los problemas sexuales y se sitúan en las diferentes fases de la conducta sexual (deseo, excitación u orgasmo).
Trastornos del vínculo afectivo (parafilias): exhibicionismo, fetichismo, frotteurismo, pedofilia, masoquismo y sadismo sexual, travestismo fetichista y el voyerismo. Son conductas menos frecuentes en la población.
Comportamiento sexual compulsivo: búsqueda de parejas múltiples, fijaciones, aventuras amorosas y comportamiento compulsivo en la relación. Conflictos de identidad de género: disforias en la niñez, adolescencia o la edad adulta e intersexualismo.
Relacionados con la violencia y victimización: abuso, acoso y violación sexual, fobias sexuales y otras conductas de riesgo. Son conductas que se realizan o sufren mediante una actividad sexual con otra persona sin su consentimiento.
El psicólogo como investigador en sexología
La investigación es necesaria para aumentar la comprensión del sexo, la sexualidad, la salud sexual y el comportamiento sexual, así como para evaluar la eficacia de estrategias de prevención, programas, cursos y tratamientos. Así las principales vías de investigación irían encaminadas a:
Promover la investigación sobre la salud sexual de personas y grupos de población. La evaluación iría encaminada a recopilar datos para tomar decisiones y valorar la eficacia de programas de educación sexual.
Promover la sexología como una disciplina de investigación y con relación a otras disciplinas (medicina, enfermería, sociología, antropología, epidemiología). Se pretende crear una mejora en los conocimientos y una percepción renovada de las cuestiones complejas de la sexualidad y de la salud sexual.
Difundir los conocimientos científicos para crear una base a nuevas experiencias de calidad para el futuro.
Actuación del psicólogo en terapia sexual.
¿Cuál es el futuro de la profesión del psicólogo en el campo de la sexología?
El futuro estará condicionado por tres elementos que harán más serio y profesional el trabajo del psicólogo especialista en sexología. En primer lugar, se necesitará una sólida formación en la conducta sexual humana que dé respuestas a las diferencias conductuales, emocionales y su integración en la relación personal o de pareja. Igualmente, tendrá que adaptarse a trabajar en equipo con otros especialistas médicos y educativos (ginecólogos, urólogos, andrólogos, neurólogos, pedagogos, profesores…) y conocer los avances que cada día son más importantes en este campo. Y en tercer lugar, dominar los diferentes planteamientos de abordaje terapéutico con una especialización específica en la intervención de pareja para poder adaptarse a los cambios sociales y culturales que conlleva las específicas relaciones afectivas y sexuales.
¿Cómo se puede valorar la formación en las universidades españolas de esta materia? ¿Se encuentra un licenciado suficientemente preparado para abordar el tema sexual en los campos teórico y práctico?
La sexología es una ciencia joven cuando se hace referencia a los estudios o formación de profesionales. Lamentablemente no existe unos estudios específicos de sexología en el ámbito universitario sino que más bien se encuadra en algunos créditos de sexología en diferentes universidades españolas y estudios de postgrado de algunas universidades y centros e instituciones privadas con y sin relaciones con instituciones públicas o universidades abiertos para diversos especialistas.
En líneas generales, el psicólogo recién licenciado no tiene un corpus suficientemente sólido en los campos teórico o práctico para poder diseñar, desarrollar o valorar programas educativos, enfrentarse a una relación terapéutica eficaz y de investigación para desarrollar su labor.
Parece que el futuro vendrá dado por la asunción de los estudios de sexología como de pre y postgrado, máster o de doctorado de las diferentes universidades españolas.
¿Qué conocimientos, además de los propios de la licenciatura de Psicología se debe incorporar al psicólogo en el ámbito de la sexología a su currículo?
Ya en 1975 la OMS definió tres criterios generales que deben presidir la «instrucción y adiestramiento en cuestiones de sexualidad humana: trabajo con las actitudes, preparación teórica y capacidad práctica». La consideración de los perfiles de entrada (titulación mínima exigida para iniciar la formación) sería suficiente para un licenciado en psicología y la especialización de otros cursos de formación específica requeriría un esfuerzo añadido.
Es muy importante que los estudios de sexología tengan un aval universitario para garantizar los mínimos aspectos de ciencia, continuidad en los programas y desarrollo de programas de investigación.
Si se espera trabajar como terapeuta sexual sólo podrían incluirse a psicólogos y a médicos. Si fuera el campo de intervención el de la educación podrían englobarse en los planes de formación a pedagogos, psicopedagogos, profesores, personal de enfermería… con una especialización menos técnica.
La parcela de la sexología ha sido históricamente susceptible de intrusismo por parte de diversos profesionales con o sin formación universitaria o de postgrado, por lo que es conveniente que los profesionales que sí estén cualificados especifiquen ser Psicólogo especialista en Sexología (Educador u Orientador Sexual,Terapeuta Sexual y/o Sexólogo Clínico).
¿Cuál son los principales problemas con el que se encuentra el psicólogo para el desarrollo profesional de la sexología?
El primero, como hemos ya comentado es la falta de una preparación específica durante los estudios de licenciatura. Igualmente es un hándicap la falta de una formación postgrado reglada y sistematizada avalada universitariamente y con suficientes prácticas en centros asociados reconocidos. Lo mismo ocurre con las diferentes publicaciones donde se dan diversas tendencias, muchas de ellas pseudocientíficas o al margen de la ciencia.
¿Qué consejo se le podría dar al psicólogo que quisiera formarse y desarrollar su labor en el campo de la sexología?
Inicialmente buscar un centro de formación avalado universitariamente con profesionales probadamente contrastados, donde se puedan desarrollar prácticas supervisadas por especialistas. Más adelante, tener y saber transmitir unos conceptos claros sobre la función sexual normal, poder asesorar básicamente sobre la forma de superar «mitos sexuales» e ideas erróneas sobre las relaciones sexuales, dar orientaciones generales para mejorar la calidad de las relaciones sexuales y prevenir las disfunciones sexuales. Si además pretende dedicarse a la terapia sexual incluir en su bagaje técnicas de focalización sensorial para neutralizar la actitud del rol del espectador, respuestas de ansiedad y de mejora en la comunicación sexual de la pareja.
La Ninfomanía, también conocida como hipersexualidad femenina, es una dependencia que no cesa, una adicción al sexo que afecta todas las áreas de la vida y que genera una insatisfacción constante.
Las mujeres ninfómanas experimentan un deseo sexual demasiado intenso e insaciable que genera una obsesión por el sexo, incluso aunque mantengan relaciones sexuales de forma habitual.
La libido y la actividad sexual no siguen una línea constante a lo largo de la vida, hay etapas en las que estas aumentan, pero eso no significa que ocurra algo anormal, sin embargo la ninfomanía no es un simple aumento del deseo sexual, es un problema mucho más complejo que puede catalogarse como una enfermedad.
Se estima que aproximadamente el 3% de las mujeres sufren ninfomanía, aunque solo el 0,8% admiten haber buscado ayuda para controlar ese deseo sexual.
Significado de ninfomanía
Etimológicamente, la palabra ninfomanía deriva de “ninfa” (divinidad femenina de la mitología y también labios menores de la vulva) y de “manía” (que en latín significa locura).
En el diccionario de la RAE (Real Academia Española), la definición que aparece de ninfomanía es un “deseo violento e insaciable en la mujer de entregarse a la cópula”, pero en psicología cuando hablamos de ninfomanía esta definición va más allá, ya que hablamos de un trastorno sexual en la mujer.
Cuando se habla de deseo sexual, es difícil establecer límites entre lo normal y lo patológico. Aún así, se hace referencia a la ninfomanía cuando los pensamientos sobre el sexo dominan la mente de la mujer. A la ninfómana le resulta difícil pensar en otra cosa que no sea el sexo y a menudo le confiere implicaciones sexuales a situaciones cotidianas que no las tienen.
Por otra parte, al igual que ocurre con el resto de las adicciones, para que la persona pueda hallar cierta satisfacción debe pasar cada vez más tiempo involucrada en las experiencias sexuales o buscándolas, lo cual hace que el resto de las esferas de su vida se vean relegadas a un segundo plano o incluso desaparezcan por completo.
Qué es la ninfomanía.
La libido y la actividad sexual no siguen una línea constante a lo largo de la vida, hay etapas en las que estas aumentan, pero eso no significa que ocurra algo anormal, sin embargo la ninfomanía no es un simple aumento del deseo sexual, es un problema mucho más complejo que puede catalogarse como una enfermedad.
Se estima que aproximadamente el 3% de las mujeres sufren ninfomanía, aunque solo el 0,8% admiten haber buscado ayuda para controlar ese deseo sexual.
Significado de hipersexualidad
La hipersexualidad es el aumento repentino o la frecuencia extrema en la libido o en la actividad sexual. Aunque la hipersexualidad puede presentarse debido a algunos problemas médicos, al consumo de algunos medicamentos y a la ingesta de drogas, en la mayoría de los casos la causa es desconocida. Trastornos de la salud tales como el trastorno bipolar pueden dar lugar a la hipersexualidad, y el consumo de alcohol y de algunas sustancias adictivas puede afectar el comportamiento sexual en algunas personas.
La hipersexualidad se caracteriza por una frecuente estimulación visual que hace que el individuo exacerbe su natural sexualidad hasta la adicción. Esto provoca que se autoestimule genitalmente y alcance el orgasmo o bien escale en mayores grados de placer.
En ocasiones, la hipersexualidad va acompañada de sentimientos de malestar y de culpa. Se piensa que esta insatisfacción es la que alienta la elevada frecuencia de estimulación sexual, así como síntomas psicológicos y psiquiátricos adicionales. Otra manera en que se manifiesta la hipersexualidad es cuando ocurre la ruptura con la pareja en que la relación ha sido predominantemente sexual, la persona abandonada busca a la pareja inconscientemente en otras parejas sexuales y de este modo se produce la adicción al sexo.
Ninfomanía y satiriasis
El concepto de hipersexualidad sustituye los antiguos conceptos de «ninfomanía», (furor uterino) y de «satiriasis». La ninfomanía se consideraba un trastorno psicológico exclusivamente femenino caracterizado por una libido muy activa y una obsesión con el sexo. En los hombres el trastorno era llamado satiriasis y a quien la padecía se le denominaba sátiro o satiriaco (no confundir con satírico).
Actualmente, los términos ninfomanía y satiriasis no aparecen como trastornos específicos en el Manual estadístico y diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV), aunque sí siguen apareciendo en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10).
El umbral para lo que constituye la hipersexualidad está sujeto al debate, y los críticos preguntan si puede existir un umbral diagnóstico. El deseo sexual varía considerablemente en los humanos; lo que una persona consideraría deseo sexual normal podría entenderlo otra persona como excesivo e incluso otra como bajo.
El consenso entre quienes consideran la hipersexualidad un trastorno es que el umbral se alcanza cuando el comportamiento causa incomodidad o impide el funcionamiento social.
La hipersexualidad también se manifiesta en individuos sanos, y se presenta por cortos periodos en que la testosterona o estradiol presentan máximos niveles.
La hipersexualidad puede expresarse también en quienes tienen trastornos bipolares durante periodos de manía. Personas que padecen un trastorno bipolar pueden presentar continuamente enormes oscilaciones en la libido, según su estado de ánimo. Algunas veces esta necesidad psicológica de actividad sexual es mucho más alta de lo que ellos reconocen como normal, y a veces está muy por debajo de ello.
La adicción al sexo es un tema tabú, mínimamente estudiado desde el ámbito de la sexología, pero con el que cada vez tienen que lidiar más los psicólogos en sus consultas. Un problema especialmente silenciado entre las mujeres, a pesar de que según un estudio publicado en el Journal of Sexual Medicineafecta a tres de cada cien mujeres. Hasta ahora, los estudios establecían la prevalencia de esta conducta en dos de cada cien. A pesar de ello, sólo el 0,8% de las mujeres admiten haber tratado su pulsión sexual, frente al 1,6% de los hombres, como remarca este otro estudio.
Cada vez más personas acuden a consulta por no poder controlar su conducta sexual
A la hora de analizar la hipersexualidad, como suelen denominar los psicólogos sexólogos a este problema, el primer problema con el que se encuentran los investigadores es la propia definición del término. ¿En cuestión de actividad sexual qué es lo normal y qué lo patológico? ¿Cómo se establece la frontera a partir de la cual se sobrepasan dichos límites? En realidad, se trata de una cuestión personal, sobre la que no se puede generalizar, ni siquiera en lo referente a los efectos psicológicos que puede ocasionar. Sin embargo, lo que sí está claro para los psicólogos sexólogos clínicos es que cuando el sexo nos maneja a nosotros, y no al revés, nos encontramos ante un problema.
Para el sexólogo, la hipersexualidad se define por la falta de control sobre uno mismo. Un impulso que nos lleva a mantener un elevado número de relaciones sexuales que, posteriormente, nos hacen sentir mal. “Las personas adictas tratan de corregir sus comportamientos sexuales pero no son capaces, por lo que se sienten frustrados y fuera de control”.
Una patología en auge apenas estudiada
El problema de la adicción al sexo es complejo, y además de la falta de control existen otros elementos que le dan forma. El primero de ellos tiene que ver con el recurso al sexo como una forma de respuesta al estrés, la frustración o el vacío existencial. Una suerte de huida hacia adelante que no hace más que incrementar sus consecuencias negativas sobre la salud mental así como su persistencia. Un círculo vicioso del que cada vez es más difícil escapar. Sobre todo cuando interfiere en diferentes aspectos de la vida privada, hasta el punto de acabar sacrificando cuestiones vitales importantes.
Se trata de una reacción provocada por la ruptura del equilibrio entre la excitación y la inhibición sexual
Una problemática menos episódica de lo que comúnmente se podría pensar, a pesar de la falta de estudios en torno a esta cuestión. De hecho, llama la atención que a pesar de afectar al 3% de la población femenina no está incluida en el manual de referencia de los trastornos mentales DSM-5. Una ausencia que los autores de su quinta y más reciente edición, justificaron debido a la escasez de producción científica.
Las causas de esta adicción, que se ha incrementado durante los últimos años, especialmente entre las generaciones más jóvenes, siguen siendo meras hipótesis. Entre ellas, la que más defensores atrae es la planteada por un equipo de investigadores del Kinsey Institute. Según estos, se trata de una reacción provocada por la ruptura del equilibrio entre la excitación y la inhibición sexual.
Una necesidad creciente de excitación sexual
Una hipótesis que corroboraría el último estudio sobre esta cuestión, publicado en el Journal of Sexual Medicine, llevado a cabo entre el estudiantado de medio centenar de universidades alemanas. Según los resultados de este último, la frecuencia con la que se masturban las mujeres hipersexuales es mucho mayor que la media, por lo que se visualiza una mayor necesidad de excitación, posiblemente provocada por la generalización de la new porn culture entre las nuevas generaciones.
La postura de los expertos en relación a la dependencia o adicción al sexo depende mucho de su especialidad. Mientras que la mayor parte de los psiquiatras consideran que está fuera de su ámbito, los sexólogos clínicos se declaran especialistas en su diagnóstico y tratamiento.
La definición de la OMS describe que tanto los varones como las mujeres pueden quejarse ocasionalmente de un impulso sexual excesivo como un problema en sí mismo, generalmente durante el final de la adolescencia o en el comienzo de la edad adulta. Cuando el impulso sexual excesivo es secundario a un trastorno del humor o cuando aparece en los estadios iniciales de la demencia, debe codificarse aquí.
Aunque la especialidad psiquiátrica no quiere oír hablar de adicción al sexo, la realidad es que cada vez más personas acuden a consulta por no poder controlar su conducta sexual y comienzan a surgir publicaciones científicas relacionadas con el tema, incluyendo una revista monotemática: Sexual Addiction & Compulsivity: The Journal of Treatment & Prevention.
La eyaculación precoz es la disfunción sexual masculina más frecuente. Sin embargo muchos varones evitan la consulta, lo que repercute en la sexualidad de la pareja.
¿Qué es la eyaculación precoz?
Se llama así a la eyaculación que ocurre en ausencia de control de la misma, siempre y cuando aparezca antes de lo que el varón o su compañer@ esperan, habitualmente antes o enseguida de ocurrida la penetración.
Para tratarse de una disfunción sexual, esta situación debe repetirse en un período de tiempo, debe de ser recurrente, en el que además no se logran tener otras relaciones con eyaculación oportuna. Es decir que debe haber una cierta persistencia del síntoma ya que en algunas circunstancias esta eventualidad puede presentarse aisladamente sin constituir una disfunción sexual.
La mayoría de las veces está relacionada a la esfera emocional donde la culpa, la ansiedad o los hábitos aprendidos determinan su aparición.
En algunas oportunidades está relacionada a traumas durante el inicio de la vida sexual, donde la premura en terminar el coito era importante, como por ejemplo cuando el lugar no era seguro o tranquilo, podría haber interrupciones o por el contrario, en el sexo con trabajadoras sexuales. En consulta de sexología clínica se observa en la mayoría de ocasiones que muy alejado de los traumas sexuales, se debe a la ignorancia sexual o bien una mala praxis de la autoestimulación sexual o masturbación.
¿Qué repercusiones tiene en la sexualidad masculina?
En general el varón con eyaculación precoz experimente una gran frustración ya que no logra satisfacer a su compañer@. Muchas veces además existe pudor o vergüenza y se pueden establecer conductas de evitación como el evitar los encuentros sexuales. En algunas circunstancias donde el desequilibrio de los patrones de género son muy determinantes en el varón, este puede culpar a su compañera proyectando en ella la responsabilidad de su disfunción.
En general la consulta con el especialista en sexología o psicólogo – sexólogo es tardía y sólo se recurre a ella luego de mucho tiempo de sufrimiento e incluso luego de varias parejas que se han ido sucediendo a lo largo de la vida. Aún pareciendo una disfunción sexual sencilla de tratar para cualquier psicólogo, en la mayoría de ocasiones resulta complejo el tratamiento, haciendo necesario una derivación a un psicólogo – sexólogo. No dudes, el Sexólogo es el Especialiasta cuando se trata de una eyaculación precoz.
Psicologo en Valencia
Gracias Sergio por tu profesionalidad en todo el tratamiento desde el principio hasta el fin. La clinica Pérez Vieco de psicología y Sexología fue un gran acierto. Un abrazo
Esther y Javi.
Psicólogos Valencia. Clínica Pérez-Vieco
5
2019-10-20T09:20:33+00:00
Esther y Javi.
Gracias Sergio por tu profesionalidad en todo el tratamiento desde el principio hasta el fin. La clinica Pérez Vieco de psicología y Sexología fue un gran acierto. Un abrazo
¿Qué repercusiones tiene en la sexualidad femenina?
La duración de la estimulación es un factor crucial para que la mujer alcance el orgasmo. Si la relación es muy breve, generalmente este no ocurre y la mujer se siente frustrada.
La culpa y la sensación de inadecuación pueden ensombrecer a la mujer y causarle ansiedad cuando asume erróneamente que la situación puede deberse a que no es buena en la intimidad o que no logra estimular suficientemente a su compañero. Si embargo la eyaculación precoz no está relacionada a la falta de estimulación sino todo lo contrario.
Muchas parejas tienen intimidad física, pero no han desarrollado una intimidad personal que les permita hablar en confianza sobre estos temas abiertamente.
Muchas mujeres relatan pudor de decirle a sus parejas que quedan insatisfechas y más aún de solicitarles que recurran a la consulta para obtener una solución. El mandato de que la mujer no necesita tanto del sexo como el varón o de que una mujer es responsable de la satisfacción de su compañero muchas veces impone el silencio y la angustia.
Ante la frustración reiterada, la culpa y la ansiedad no resulta infrecuente que el deseo de la mujer se vea afectado y se haga hipoactivo, evitando entonces ella los encuentros sexuales.
¿Tiene solución la Eyaculación Precoz?
Como la gran mayoría de las situaciones la solución sólo es posible si se reconoce que existe un problema y se acude por ayuda.
Los especialistas en sexología o Sexólogos podemos afirmar que la eyaculación precozes la disfunción sexual masculina de más rápida resolución con el tratamiento adecuado.
Algunas de las técnicas que utilizamos los sexólogos son:
• El método “stop-start”: Esta técnica implica estimulación sexual hasta cuando el varón reconozca que va a producirse la eyaculación. Entonces suspende la estimulación durante aproximadamente 10 segundos y luego se comienza de nuevo.
• El método de la compresión del pene o técnica del apretón: Esta técnica implica estimulación sexual hasta cuando el varón reconozca que va a producirse la eyaculación. En ese momento, él o su compañer@ aprieta suavemente el extremo del pene (donde el glande se une al cuerpo del pene) durante varios segundos. Se suspende la estimulación sexual durante aproximadamente 30 segundos y luego se comienza de nuevo. Cada vez menos utilizada en la consulta del sexólogo clínico. Consideramos de la existencia de mejores técnicas que esta descrita en los comienzos de la Terapia Sexual por Masters y Johnson. Todo cambia a mejor.
• Algunos antidepresivos: Como los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) pueden ayudar, ya que uno de sus efectos secundarios es prolongar el tiempo que se requiere para alcanzar la eyaculación. Es preciso valorar los pros y los contras antes de utilizar los antidepresivos.
• Se pueden aplicar cremas o aerosoles anestésicos locales sobre el pene para disminuir la estimulación. Creemos con firmeza que los anestésicos pueden actuar a corto plazo, pero a medio y largo plazo ocasionarán problemas de erección y dificultarán el proceso de mejora en el control de la eyaculación. Un anestésico se puede encontrar desde los sexshops hasta en fármacias hoy en día, pero a corto o medio plazo, el individuo que padece de Eyaculación Precoz deberá de acudir al sexólogo si su deseo es aprender a controlar la eyaculación.
Es importante recordar que las disfunciones sexuales son situaciones que tiene solución con el tratamiento adecuado.
La demora en la consulta sólo determina frustración y sufrimiento para ambos miembros de la pareja.
Factores que pueden afectar la inhibición del deseo sexual en el varón y en la mujer
Conocimiento, confianza y autoestima aparecen como los grandes remedios para evitar el bloqueo del apetito sexual
La ausencia de deseo es uno de los problemas sexuales más frecuentes en nuestra sociedad. El estrés, los conflictos en la relación, la falta recurrente de momentos de intimidad o el padecimiento de un periodo de astenia está en muchas ocasiones en la raíz del problema. Cuando la inhibición del deseo se siente como un mal perenne, difícil o imposible de superar, cuando un periodo de apatía se prolonga y comienza a causar otros problemas o cuando se ha intentado realizar cambios en la relación y no han surtido efecto, el malestar debe tomarse en serio. La falta de deseo no es una tontería, un capricho o una situación a la que hay que resignarse. De hecho, el deseo sexual es una emoción que nos prepara para poder vivir una experiencia placentera. Pero sucede que, en ocasiones, no se puede sentir aunque se busque; el deseo se resiste a aparecer, ya que el impulso de desear no sólo depende de la voluntad. Se hacen presentes factores inhibidores y estimulantes, y según el predominio de unos u otros en diferentes situaciones, el deseo se materializará o no. Por ejemplo, el amor es un gran estimulante para que se haga presente, mientras que el miedo es un fuerte inhibidor que lo anula o desecha.
Deseo no es excitación
No hay que confundir deseo sexual con excitación sexual. La excitación es una respuesta fisiológica que implica manifestaciones físicas como la erección o la lubricación. El deseo es el impulso que lleva a buscar el placer. Es cierto que, en condiciones normales, deseo y excitación actúan de forma conjunta. Sin embargo, en ocasiones puede darse una alta intensidad del deseo y, pese a ello, producirse bloqueos en la excitación sexual. O a la inversa.
La ausencia de deseo, sencillamente, se resume en la falta de querer o en no poder disfrutar de un placer. ¿Cómo es posible que esto suceda? Pues sucede, y muy a menudo, a tenor de los datos clínicos de las consultas de especialistas, que confirman que es uno de los problemas que más pacientes genera. Es algo muy corriente, pero al mismo tiempo muy particular, pues cada persona desea o inhibe su deseo por causas diferentes.
¿Qué factores influyen en la inhibición del deseo sexual?
La baja autoestima y el sentimiento de culpa son los dos grandes inhibidores y bloqueadores del deseo sexual, pero en ellos subyacen otras causas que conviene revisar:
Los miedos: a no dar la talla, a fallar, al ridículo y a exponerse al rechazo; a mostrar y ofertar el cuerpo; a la posibilidad de embarazo o de exponernos a enfermedades de transmisión sexual.
Las ansiedades: la principal es la de llegar al orgasmo, como si el goce se tratara sólo de ello.
La falta de tiempo y el estrés: las tensiones y las prisas son el polo opuesto de la tranquilidad y el relajo, condiciones necesarias para disfrutar de un placer.
Los enfados y conflictos: inmersos en ellos nos bloqueamos y cerramos, lo contrario a lo que precisamos, puesto que el deseo requiere de una actitud abierta a relacionarnos.
Los tabúes y prejuicios: la prohibición y la suciedad con la que se ha revestido a los órganos sexuales. La particular interpretación respecto a conceptos como la honra, la integridad y la decencia alejan el placer del juego erótico.
La falta de comunicación: no hablar abiertamente de lo que nos gusta, no compartir intimidad, no hacer partícipe a la otra persona de nuestra vulnerabilidad es una manera de se inhiba o se bloquee el deseo.
La falta de ilusión y pasión por la vida: una actitud negativa, pesimista, derrotista, apática y rutinaria, que no afronta los riesgos de un cambio, no sirve para gozar.
La ignorancia: tanto teórica como práctica del cuerpo sexuado impide la experimentación, base de todo conocimiento del placer y de mantener debidamente erotizado el cuerpo.
Algunos medicamentos: determinados ansiolíticos, antidepresivos o fármacos para tratamientos de hipertensión arterial y otros, pueden incidir, aunque no se conocen del todo sus efectos secundarios, por la falta de contrastadas experimentaciones.
¿La falta de deseo tiene cura?
El deseo sexual como experiencia subjetiva puede ser educado y potenciado, de ahí que su inhibición pueda ser tratada, trabajada y superada. Tanto el hombre como la mujer están preparados por la naturaleza para desear y buscar el placer. Hacerlo de manera satisfactoria, desde el respeto a uno mismo y a los demás, con honestidad a las propias creencias y a las ajenas es una facultad del ser humano que vive en libertad.
¿Afecta la inhibición del deseo sexual de igual manera al hombre y a la mujer?
Los estudios realizados hasta el momento indican que el bloqueo sexual es más habitual en la mujer que en el hombre. Valores y educación distintos, junto con expectativas diferentes de lo que se espera de la persona en función de su género, condicionan y llevan a la mujer a mezclar el amor romántico con el placer, a mantener un papel pasivo en las relaciones y a ser ella objeto de deseo pero no desear.
Una vez asumida la realidad de este desequilibrio, numerosos estudios acuerdan pautas necesarias para mejorar la vida sexual de la mujer, muchas veces recelosa de admitir el problema o incluso desmotivada para demandar un cambio.
En el hombre también se observan dificultades de deseo sexual, pero en general son más transitorios y relacionados con momento vitales que favorezcan la aparición de alguno de los factores a los que anteriormente hacíamos alusión. Los que encontramos con mayor frecuencia serían los que tienen que ver con el estrés, el cansancio, la enfermedad, el enfado, la ansiedad y en especial el miedo a fallar o a no dar la talla.
Para lograr terminar con la inhibición del deseo sexual hay que procurarse a uno mismo y a una misma:
Un buen conocimiento personal, tanto a nivel corporal como cognitivo-emocional.
Una actitud positiva, saludable y abierta sobre la sexualidad y el placer.
Un buen entrenamiento corporal que mantenga el erotismo a través de la caricia.
Cuidar la salud, la dieta, en definitiva el cuerpo es un buen síntoma de que la persona se quiere, y quiere gozar.
Una apuesta por la ilusión, la pasión y la fantasía.
El 67% de los españoles considera muy importante la actividad sexual; el 34% ha tenido algún problema de este tipo, pero sólo el 15% ha consultado con un profesional. Convertir la sexología en una profesión institucionalizada con titulación oficial es el primer paso para encontrar soluciones.
La sexualidad humana es un asunto tan amplio que hace necesaria la existencia de profesionales especializados en su estudio y en su práctica clínica.
¿Qué es un sexólogo?
El sexólogo es, por tanto, el encargado de velar por la calidad de la vida afectivo-sexual de los individuos.
El primer Instituto de Sexología se fundó en Berlín en 1919, por lo que podemos decir que la sexología se trata de una disciplina joven, pese a ser casi centenaria.
En nuestro país, los profesionales de la sexología suelen ser principalmente psicólogos o médicos especializados vía Máster en esta materia.
Cómo te puede ayudar un sexólogo
El sexólogo te puede ayudar de dos maneras fundamentales:
1.- Proveyéndote de información sexual científica.
El sexólogo conoce a fondo el funcionamiento sexual humano y sabe distinguir entre la información veraz y aquella que forma parte de los -aún a día de hoy- numerosos mitos sexuales.
La labor divulgativa de los sexólogos, tanto en colegios e instituciones como en consultas, es de gran utilidad pública a la hora de resolver las dudas de la población en esta disciplina.
2.- Tratando diferentes disfunciones.
Cuando se producen problemas en alguna de las cuatro fases del ciclo sexual (excitación, meseta, orgasmo y resolución), el sexólogo se encarga de detectar sus causas y proponer las posibles soluciones.
Conviene tener en cuenta que la gran mayoría de los problemas sexuales tiene un origen psicológico y/o de aprendizaje.
No obstante, ante una disfunción pueden mezclarse tanto las causas psicológicas como las biológicas. De ahí la importancia que tiene el trabajo en equipo entre médicos y psicólogos para una mejor atención de los pacientes.
Sin embargo, no podemos perder de vista que “ir al sexólogo” sigue siendo una frase tabú para muchas personas. Acudimos al médico de cabecera sin ningún problema, pero cuando se trata del sexólogo la cosa cambia.
Tengamos en cuenta que somos herederos de una cultura que ha potenciado la reclusión (cuando no la represión) de la sexualidad humana durante cientos de años.
Además, el hecho de que la sexualidad pertenezca a la parte más íntima del individuo favorece que aún queden ciertos miedos por superar.
Por suerte, poco a poco vamos dejando que entre la luz de la normalidad en nuestra sexualidad y cada vez la vivimos con mayor naturalidad.
Prueba de ello es que el número de consultas a los especialistas en sexualidad aumenta año tras año.
Así que, si necesitas información sobre sexualidad o requieres de ayuda para solucionar un problema sexual, no dudes en acudir a un sexólogo especialista.
Podrás encontrarlo en las diferentes asociaciones que existen en nuestro país y que concentran a los mejores profesionales del sector.