La sexualidad es un área importante del ser humano, ésta cambia y crece a lo largo de nuestra vida e incluye comportamientos sexuales, las relaciones sexuales y la intimidad.
Dentro de la pareja es un área a destacar y a la que prestar atención. Es la parte más íntima que en muchos casos sólo compartimos con la persona elegida. Y como todos sabemos, a veces no es tan fácil que funcione, hay que cuidarla.
Como ya hemos comentado en algún artículo, el psicólogo estadounidense Robert Sternberg desarrolló una teoría sobre el amor y la relación de pareja, “teoría del triángulo del amor” donde incluía tres áreas fundamentales para describir una relación de pareja suficientemente buena:
Pasión: deseo sexual o romántico de gran intensidad, acompañado por una fuerte tendencia a buscar la unión física y/o emocional con el otro.
Intimidad: conocimiento del otro y confianza en lo que es, lo que hace y lo que siente y preocupación por su bienestar. Necesidad de acercamiento y de compartir lo que sentimos y pensamos, de compartir nuestro espacio interior.
Compromiso: voluntad de mantener el vínculo y sentimiento de responsabilidad al respecto. Interés en superar las adversidades, más allá de las circunstancias temporales. Además, cada pareja elige qué tipo de compromiso establece y qué tipo de reglas… Exclusividad, pareja abierta, convivencia conjunta, separada…
En este artículo queremos centrarnos en la pasión, en la sexualidad como el área que más rápidamente se suele desarrollar y, al mismo tiempo, más rápidamente se suele desvanecer. La intimidad se desarrolla más lentamente, y el compromiso más gradualmente todavía.
¿Por qué la sexualidad en muchos momentos decae en la pareja?
Hay infinidad de motivos por los que la sexualidad se puede ver afectada en la relación de pareja y no siempre tiene que ver con la vida sexual en sí.
Nosotros, como psicólogos sexólogos, vemos al ser humano como un todo y no aislamos la sexualidad del resto de áreas vitales de la persona y de la relación de pareja.
Diversos estudios revelan que el enfado, el resentimiento, las enfermedades, el aumento de peso o el estrés son las principales causas por las que no se tiene una sexualidad satisfactoria.
Desde nuestra experiencia profesional muchos de los motivos por los que el sexo no funciona tienen que ver con un deterioro en la relación de pareja debido a diversos acontecimientos, tanto laborales, como personales, el nacimiento de un hijo, un “fracaso” sexual ocasional que puede provocar ansiedad a posteriori, etc...
Cuando es imposible no comunicarse.
Las diferencias en la relación pareja, una mala comunicación llena de juicios, exigencias, críticas, la no aceptación del otro… son la causa mayor que tanto hace que nos cerremos y desarrollemos inhibiciones de cara a la sexualidad. Cuando existen tantas diferencias no resueltas en la relación de pareja, dentro de la sexualidad el primer afectado es el deseo sexual.
La relación de pareja es un fuerte que tienen que construir y cuidar ambos miembros de la pareja y si la responsabilidad no está compartida y negociada, el resto de áreas pueden comenzar a tambalearse. Los momentos de crisis en la pareja son vitales, forman parte de la relación de pareja al igual que las crisis vitales individuales forman parte de la vida, por ello hay que saber aprovecharlas para crecer y desarrollarnos.
En muchas ocasiones, nos encontramos sumergidos en nuestro mundo interno, acudiendo a terapia sin hablar con nuestra pareja sobre lo que estamos sintiendo en la relación, pensando que tenemos algún problema individual con respecto a nuestra propia sexualidad, exigiéndonos cumplir con lo que se supone que tenemos que cumplir sin darnos cuenta que lo que nos sucede puede ir más allá, puede estar relacionado con algún momento vital importante nuestro o de la relación de pareja.
Nuestro cuerpo, desde la inhibición sexual, nos avisa de que algo no está funcionando bien, algo está sucediendo y, por tanto, tenemos que atenderlo.
¿Qué hacer para cuidar/recuperar la sexualidad dentro de la pareja?
Como vemos, en muchas ocasiones “el síntoma” no es más que una alarma para revisar el resto del funcionamiento de la relación de pareja y de nuestro mundo individual.
La sexualidad no es gimnasia y por ello tenemos que conocer nuestro cuerpo, lo que nos gusta y lo que no. Y por consiguiente y hablando de sexo con nuestra pareja conocer qué le gusta a la otra persona.
“El sexo se aprende haciéndolo y no estudiándolo”
En la sexualidad en pareja existe una doble reciprocidad o placer, es decir, el placer que siento yo por dar placer a la persona que me gusta y el placer que siento al darme placer a mí la persona que me gusta, habiéndonos elegido mutuamente. Es un compartir, un dar y recibir.
Y el sexo no siempre tiene que ser igual, esto hará de él un juego con mucha más motivación.
Cuando vemos que aún así esta área sigue mermada, es hora de plantearnos qué problemas estamos teniendo en nuestra relación de pareja. Si no nos estamos sintiendo cuidados, atendidos, reconocidos se producirá una brecha, un distanciamiento entre tú y tu relación de pareja y por mucho que atendamos el tema de la sexualidad de manera independiente si no resolvemos el verdadero problema, la sexualidad se va a seguir viendo afectada.
En muchas ocasiones, aunque nos lo propongamos, es difícil llegar a un punto común y de entendimiento en pareja (por mucho amor que nos profesemos), por ello un buen recurso puede ser acudir a terapia de pareja que incluya terapia sexual en este caso.
Como vemos, es muy difícil separar la sexualidad/pasión de la intimidad y del compromiso.
En este artículo te hemos damos unas pinceladas de lo que consideramos que pueden ser los causantes de que no tengamos una sexualidad placentera en nuestra relación de pareja, pero no olvidemos que la sexualidad es algo muy subjetivo de cada persona y de cada relación de pareja y por ello no es medible bajo ningún criterio concreto, sólo a través de la propia satisfacción de cada uno y de cada pareja.
TERAPIA DE PAREJA . Psicólogo especializado en terapia de pareja.
Terapia de Pareja, también denominada Psicoterapia de Pareja, es el tratamiento clínico psicológico que se brinda a ambos miembros de una relación sentimental, en su condición de enamorados, novios, esposos, convivientes, separados y/o divorciados, por parte de un psicoterapeuta o terapeuta profesional, debidamente capacitado y facultado por los respectivos organismos oficiales reguladores del país donde ejerce su profesión.
En una terapia de pareja, el psicoterapeuta se centrará fundamentalmente en mejorar la comunicación en la relación. De esta manera, se aprenderá a controlar los impulsos y emociones para afrontar y resolver los conflictos que puedan surgir de una manera más eficiente. Además, se enseñará a ver los problemas desde otra perspectiva, intentando relativizar los mismos sin que los personalismos, la soberbia u orgullo pueda distorsionar los juicios de valor.
Evaluación, diagnóstico y tratamiento de problemas de pareja.
La terapia de pareja (o psicoterapia de pareja) es el proceso eficaz para abordar y solucionar problemas de falta de comunicación, infidelidad, insatisfacción sexual, pérdida, maltrato, abuso, celos y celos patológicos, problemas con los hijos, problemas con las familias de ascendencia, choque de valores, a hacer frente a acontecimientos traumáticos, problemas de convivencia y afrontar (llegado el caso) la decisión de separación y/o divorcio, a través de la mediación para la evitación de conflictos y el fomento del mutuo acuerdo.
Psicólogo especialista en terapia de pareja e intervención familiar con 20 años de experiencia y consultas propias en la ciudad de Valencia. Equipo formado por los mejores psicólogos sexólogos y terapeutas de pareja, para la solución de problemas de pareja y cualquier problema que pueda surgir en el entorno familiar.
En primer lugar, el psicólogo realiza una evaluación de la situación (tanto en pareja como de forma individual, teniendo en cuenta las características personales de cada uno de los miembros de la relación) para conocer cuáles son los problemas que se tienen y si estuviesen planteados, los objetivos que se quieren conseguir con la terapia y definir así el tipo de intervención que se necesita llevar a cabo.
La duración de la terapia es siempre limitada en el tiempo, aunque el número de sesiones o consultas está en función de cada pareja, del número de conflictos a tratar, si hubiese que abordar problemas externos a la relación que pudiesen estar afectando,etc.
Durante la terapia de pareja se analizan los problemas que afectan a la relación para tener una mayor comprensión de ellos, aprender a resolverlos y analizar las diferencias de manera racional, a reconocer cuáles son las ideas o creencias erróneas que cabría modificar, a detectar cuáles son los comportamientos y actitudes que deben ser cambiados y aprender cómo hacerlo, a escuchar, comprender y aceptar a la otra persona así como aceptar las diferencias individuales.
Como en cualquier relación interpersonal, la relación de una pareja, puede atravesar por momentos de dificultad dependiendo de las circunstancias, los cambios personales y el paso del tiempo.
INTERVENCIÓN EN LAS SIGUIENTES ÁREAS:
– Problemas de comunicación.
– Divorcio, ruptura o separación: superar el duelo por la pérdida, fomentar la autonomía personal de cada miembro de la pareja y minimizar el impacto psicológico en los hijos.
– Celos y celos patológicos.
– Infidelidad.
– Problemas con las respectivas familias.
– Problemas de convivencia y de agresividad.
– Dependenciaemocional.
– Problemas con los hijos.
– Toma de decisiones.
– Afrontamiento de acontecimientos traumáticos: enfermedad, muerte de un familiar, etc.
¿CUÁNDO ACUDIR A TERAPIA DE PAREJA?
Algunas parejas acuden a terapia para hacer crecer su relación, otras consultan en los casos en que lo consideran como una dificultad pasajera de resolver, y otras quieren resolver una crisis, revivir un deseo aplanado o comenzar un proceso de separación. Sea cual sea la razón, admitida o no, por la que la pareja recurra a la terapia de pareja, tendrán la ocasión de realizar un recorrido personal importante.
Usualmente las parejas encuentran en ellos mismos los recursos que les permiten superar sus dificultades, sin embargo, hay ocasiones en que los problemas superan los medios de los que disponen en ese momento para resolverlos, al punto de poner en riesgo la relación. En estos casos, estas parejas pueden beneficiarse mucho de una terapia de pareja, y es recomendado acudir con un psicólogo de pareja.
– Cuando la relación comienza a deteriorarse y no se va clara la salida.
– Cuando alguno de los miembros siente que la relación depende en mayor medida de él (“siempre tiro yo del carro”).
– Cuando ha habido una infidelidad pero existe la voluntad de superarla.
– Cuando hay una percepción de desigualdad.
– Cuando aparece un problema externo a la relación que es difícil de afrontar: enfermedad grave, problemas con la familia de origen, muerte de un familiar…..
– Cuando existe una constante y persistente intromisión o intentos de intervención de la familia política.
– Cuando sencillamente se quiere mejorar la relación.
¿CUÁNTO DURA LA TERAPIA DE PAREJA?.
La duración de la terapia suele ser limitada en el tiempo, aunque el número de sesiones dependerá de cada pareja, del número de conflictos a tratar, etc. Puede requerirse desde unas pocas sesiones para tratar un problema puntual hasta varios meses en casos de relaciones muy deterioradas.
¿FUNCIONA LA TERAPIA DE PAREJA?.
La terapia es mucho más eficaz si se acude nada más observar el malestar en la relación que si se deja pasar y pasar el tiempo hasta que el desgaste pueda más que cualquier cosa. De hecho, el porcentaje de éxito de una terapia de pareja está en torno al 70%. Sin embargo, es mucho más alto si la pareja acude antes, como mucho, dos años después de que aparezcan los primeros problemas.
Pero la realidad es otra bien distinta según reflejan diferentes estudios, centrados en parejas que acuden a consulta ya que se suele esperar entre cinco y seis años en acudir a terapia, a pesar de haber observado indicios de que la relación no funciona tan bien como les gustaría. En estos estudios no se contemplan a las parejas que nunca acudirán a terapia. Sea como fuere, la realidad es que, por desgracia, el perfil de parejas que acuden a consulta suelen ser el de una pareja que a pesar de saber que aún se quieren, llevan años acumulando frustración, enfados, decepciones, distanciamiento y frialdad.
La meta de una terapia de pareja
La terapia de pareja aspira en primer lugar a ayudar a la pareja a dejar los ataques personales uno contra el otro para crear un contexto favorable a la expresión de emociones subyacentes y por tanto favorecer una mejor comunicación. El objetivo es llevar la discusión al nivel del problema y ya no al nivel de la relación.
Uno de los principios de base que guía la resolución de conflictos de pareja es el principio de complementariedad, es decir que cada uno tiene una reacción que alenta y mantiene el comportamiento o la actitud del otro. Si uno no se siente comprendido o considerado o respetado, uno tiene reacciones como retirarse, el desentendimiento, que amplifican la falta de respeto, de escucha y de consideración.
La evaluación de este tipo de dinámicas por parte del psicólogo de pareja permite identificar, entender y modificar los mecanismos que conducen a la incomprensión y a la disputa.
Este es un tema que a muchos nos interesa porque a veces con el paso del tiempo las relaciones de pareja se deterioran o se vuelven rutinarias, con lo que nos podemos llegar a plantear si vale la pena seguir con la persona que estamos conviviendo.
El primer consejo que te daría es que pasaras a observar las cualidades positivas que tiene tu compañero/a, ya que a veces cogemos el vicio de sólo darnos cuenta de los fallos que comete, como si tuviéramos preparado un sensor para poder hacerle un reproche, entonces la relación se convierte en una competición que desgasta la pareja, por esta razón sería más aconsejable estar atento a sus virtudes y los comportamientos que realiza para agradarnos.
Podías probar un juego en el que hacéis una lista de por lo menos 10 cualidades positivas que tiene tu pareja y después os las podéis intercambiar, esto os ayudará a descubrir que la otra persona está valorando tus virtudes, aunque en el día a día no os lo manifestéis.
Saber informar: nuestro mayor objetivo es ser escuchados, para ello deberemos buscar el mejor momento y situación para que nuestro mensaje sea recibido, en cuanto el mensaje debemos procurar que sea coherente en lo referente a lo que decimos y cómo lo decimos, intentaremos iniciar la conversación reconociendo lo positivo que tiene nuestra pareja, evitando el reproche y la recriminación. Se pretende que nuestra información se perciba como una sugerencia, no como una crítica a su conducta o una exigencia, por esta razón deberíamos evitar generalizaciones con palabras como nunca, siempre, jamás y centrarnos en un hecho concreto del presente, no recordar acciones del pasado que no llevan a ningún lado. La sinceridad debe someterse a unos límites pensando en los efectos que tendrán nuestras palabras, por eso antes deberíamos plantearnos si lo que vamos a decir va a beneficiar o perjudicar la felicidad de la relación, podemos tener en cuenta la siguiente regla: “Toda información que pueda causar dolor y no beneficie a la relación de pareja no debe ser comunicada”.
Saber escuchar: dentro de la pareja no escuchar al otro puede interpretarse como una falta de amor del otro, por tanto sería recomendable tener en cuenta ciertas normas como demostrar una actitud de escucha con nuestro lenguaje verbal y no verbal, ponernos en el lugar del otro para intentar comprenderlo, no emitir juicios de valor, evitar las interrupciones, pedir información sobre lo que se está hablando y ser flexibles en nuestro punto de vista.
Expresar sentimientos: se trata de aprender a reconocer qué sentimos cuando nos sentimos alegres o tristes, y expresar nuestro reconocimiento cuando nuestra pareja tiene una atención hacia nosotros. No debemos de caer en el error de pensar que la pareja tiene que adivinar lo que sentimos y también de no reconocer o agradecer las conductas positivas porque creemos erróneamente que es una obligación de la pareja.
La siguiente recomendación sería trabajar las habilidades de resolución de problemas, ya que cuando se discute con la pareja normalmente lo que se busca es que la otra persona haga algún cambio, para la resolución del conflicto es necesario que uno se muestre receptivo y flexible ante las necesidades del otro.
Acceder a las peticiones del otro no debe verse como una sumisión o como un golpe a nuestro orgullo, tienes que tener en cuenta que las mejores parejas se construyen a base de pequeñas concesiones: hoy por ti mañana por mí.
En las parejas surgen problemas cuando se cree que no hay ninguna obligación de adaptarse al otro porque te tiene que aceptar tal y como eres, la típica frase que se dice es yo soy así.
Exposición del problema y resolución de conflictos.
Por supuesto, en las ocasiones en que ceder a las peticiones sea una humillación no debe hacerse. Para trabajar en esta área tenemos que aprender a exponer el problema adecuadamente y formular soluciones.
Parámetros para exponer un problema: Buscar un momento en el que podáis estar solos (sin hijos delante ni otras personas) y en un ambiente agradable.
Ser positivos: Esperar a estar con un estado de ánimo tranquilo para hablar, si lo hacemos alterados sólo conseguiremos que la otra persona se ponga a la defensiva, por eso tenemos que intentar ser positivos, con un tono de voz normal, pero conciliador, reconociendo todo lo bueno que tiene la persona, aunque hay una actitud concreta que nos ha molestado. Además de preguntarle si desea hablar del problema que nos preocupa.
Tener claro el objetivo: saber de lo que queremos hablar, plantearnos qué quiero conseguir, cómo voy a decirlo para no causar un problema más grande y por qué necesito exponer este problema. Las primeras veces te puede ayudar escribirlo en un papel.
Ser claro: evitaremos palabras como siempre, nunca, jamás, porque parecen acusaciones y no definen el problema con claridad. Podemos plantear cómo nos gustaría que fuera la conducta, en lugar de insistir en lo que no nos gusta.
Emitir los mensajes yo: se hace comunicando los sentimientos que experimentamos ante determinadas conductas suyas, la ventaja de este método es que con ello no se culpabiliza al otro.
Ser autocrítico: saber reconocer nuestra parte de culpa en los problemas cuando hayamos contribuido a ellos. Es aconsejable mostrarnos flexibles ante sus argumentos y darle la razón si nos demuestra que la tiene.
Tratar sólo un problema: elegir el que consideremos que más está afectando a la relación, y abordarlo por partes, de menor dificultad a mayor.
Ser objetivo: buscar culpables o hacer interpretaciones no nos ayudan a solucionar el problema. Lo que necesitamos saber es qué nos disgusta y qué medidas se pueden tomar para solucionarlo.
Por último os aconsejaría que aprendiéramos a controlar las pequeñas peleas de pareja porque su diálogo implica agresividad, y porque pueden acabar siendo un hábito en la pareja. La alternativa a las peleas son las discusiones porque son un diálogo controlado en el que se tratan temas conflictivos sin llegar a perder el autocontrol.
Factores que pueden afectar la inhibición del deseo sexual en el varón y en la mujer
Conocimiento, confianza y autoestima aparecen como los grandes remedios para evitar el bloqueo del apetito sexual
La ausencia de deseo es uno de los problemas sexuales más frecuentes en nuestra sociedad. El estrés, los conflictos en la relación, la falta recurrente de momentos de intimidad o el padecimiento de un periodo de astenia está en muchas ocasiones en la raíz del problema. Cuando la inhibición del deseo se siente como un mal perenne, difícil o imposible de superar, cuando un periodo de apatía se prolonga y comienza a causar otros problemas o cuando se ha intentado realizar cambios en la relación y no han surtido efecto, el malestar debe tomarse en serio. La falta de deseo no es una tontería, un capricho o una situación a la que hay que resignarse. De hecho, el deseo sexual es una emoción que nos prepara para poder vivir una experiencia placentera. Pero sucede que, en ocasiones, no se puede sentir aunque se busque; el deseo se resiste a aparecer, ya que el impulso de desear no sólo depende de la voluntad. Se hacen presentes factores inhibidores y estimulantes, y según el predominio de unos u otros en diferentes situaciones, el deseo se materializará o no. Por ejemplo, el amor es un gran estimulante para que se haga presente, mientras que el miedo es un fuerte inhibidor que lo anula o desecha.
Deseo no es excitación
No hay que confundir deseo sexual con excitación sexual. La excitación es una respuesta fisiológica que implica manifestaciones físicas como la erección o la lubricación. El deseo es el impulso que lleva a buscar el placer. Es cierto que, en condiciones normales, deseo y excitación actúan de forma conjunta. Sin embargo, en ocasiones puede darse una alta intensidad del deseo y, pese a ello, producirse bloqueos en la excitación sexual. O a la inversa.
La ausencia de deseo, sencillamente, se resume en la falta de querer o en no poder disfrutar de un placer. ¿Cómo es posible que esto suceda? Pues sucede, y muy a menudo, a tenor de los datos clínicos de las consultas de especialistas, que confirman que es uno de los problemas que más pacientes genera. Es algo muy corriente, pero al mismo tiempo muy particular, pues cada persona desea o inhibe su deseo por causas diferentes.
¿Qué factores influyen en la inhibición del deseo sexual?
La baja autoestima y el sentimiento de culpa son los dos grandes inhibidores y bloqueadores del deseo sexual, pero en ellos subyacen otras causas que conviene revisar:
Los miedos: a no dar la talla, a fallar, al ridículo y a exponerse al rechazo; a mostrar y ofertar el cuerpo; a la posibilidad de embarazo o de exponernos a enfermedades de transmisión sexual.
Las ansiedades: la principal es la de llegar al orgasmo, como si el goce se tratara sólo de ello.
La falta de tiempo y el estrés: las tensiones y las prisas son el polo opuesto de la tranquilidad y el relajo, condiciones necesarias para disfrutar de un placer.
Los enfados y conflictos: inmersos en ellos nos bloqueamos y cerramos, lo contrario a lo que precisamos, puesto que el deseo requiere de una actitud abierta a relacionarnos.
Los tabúes y prejuicios: la prohibición y la suciedad con la que se ha revestido a los órganos sexuales. La particular interpretación respecto a conceptos como la honra, la integridad y la decencia alejan el placer del juego erótico.
La falta de comunicación: no hablar abiertamente de lo que nos gusta, no compartir intimidad, no hacer partícipe a la otra persona de nuestra vulnerabilidad es una manera de se inhiba o se bloquee el deseo.
La falta de ilusión y pasión por la vida: una actitud negativa, pesimista, derrotista, apática y rutinaria, que no afronta los riesgos de un cambio, no sirve para gozar.
La ignorancia: tanto teórica como práctica del cuerpo sexuado impide la experimentación, base de todo conocimiento del placer y de mantener debidamente erotizado el cuerpo.
Algunos medicamentos: determinados ansiolíticos, antidepresivos o fármacos para tratamientos de hipertensión arterial y otros, pueden incidir, aunque no se conocen del todo sus efectos secundarios, por la falta de contrastadas experimentaciones.
¿La falta de deseo tiene cura?
El deseo sexual como experiencia subjetiva puede ser educado y potenciado, de ahí que su inhibición pueda ser tratada, trabajada y superada. Tanto el hombre como la mujer están preparados por la naturaleza para desear y buscar el placer. Hacerlo de manera satisfactoria, desde el respeto a uno mismo y a los demás, con honestidad a las propias creencias y a las ajenas es una facultad del ser humano que vive en libertad.
¿Afecta la inhibición del deseo sexual de igual manera al hombre y a la mujer?
Los estudios realizados hasta el momento indican que el bloqueo sexual es más habitual en la mujer que en el hombre. Valores y educación distintos, junto con expectativas diferentes de lo que se espera de la persona en función de su género, condicionan y llevan a la mujer a mezclar el amor romántico con el placer, a mantener un papel pasivo en las relaciones y a ser ella objeto de deseo pero no desear.
Una vez asumida la realidad de este desequilibrio, numerosos estudios acuerdan pautas necesarias para mejorar la vida sexual de la mujer, muchas veces recelosa de admitir el problema o incluso desmotivada para demandar un cambio.
En el hombre también se observan dificultades de deseo sexual, pero en general son más transitorios y relacionados con momento vitales que favorezcan la aparición de alguno de los factores a los que anteriormente hacíamos alusión. Los que encontramos con mayor frecuencia serían los que tienen que ver con el estrés, el cansancio, la enfermedad, el enfado, la ansiedad y en especial el miedo a fallar o a no dar la talla.
Para lograr terminar con la inhibición del deseo sexual hay que procurarse a uno mismo y a una misma:
Un buen conocimiento personal, tanto a nivel corporal como cognitivo-emocional.
Una actitud positiva, saludable y abierta sobre la sexualidad y el placer.
Un buen entrenamiento corporal que mantenga el erotismo a través de la caricia.
Cuidar la salud, la dieta, en definitiva el cuerpo es un buen síntoma de que la persona se quiere, y quiere gozar.
Una apuesta por la ilusión, la pasión y la fantasía.
El objetivo de la terapia de pareja es restablecer la comunicación adecuada entre los miembros de la pareja y asegurar que la relación vuelva a ser nuevamente agradable y enriquecedora.
La terapia de pareja aspira en primer lugar a ayudar a la pareja a dejar los ataques personales uno contra el otro para crear un contexto favorable a la expresión de emociones subyacentes y por tanto favorecer una mejor comunicación.
Importancia de la terapia de pareja
Sabemos que el proyecto de una relación de pareja es algo muy importante para la vida, y que en ocasiones es inevitable afrontar problemas que ponen en riesgo el futuro de la relación. En tanto las relaciones son una parte esencial de nuestras vidas, las dificultades en las relaciones son una de las causas más comunes de falta de felicidad. Situaciones relacionadas con la pérdida de empleo, enfermedades, conflictos familiares, o bien características de la personalidad misma de cada uno, o incluso problemas no resueltos (heridas abiertas) que cada uno arrastra de su pasado, son factores comunes que ocasionan la aparición de dichos conflictos. En estos casos, la poca comunicación, la incomprensión y el desinterés obstaculizan cada vez más el bienestar de la pareja.
¿Cuándo ir a terapia de pareja?
Algunas parejas acuden a terapia para hacer crecer su relación, otras consultan en los casos en que lo consideran como una dificultad pasajera de resolver, y otras quieren resolver una crisis, revivir un deseo aplanado o comenzar un proceso de separación. Sea cual sea la razón, admitida o no, por la que la pareja recurra a la terapia de pareja, tendrán la ocasión de realizar un recorrido personal importante.
Usualmente las parejas encuentran en ellos mismos los recursos que les permiten superar sus dificultades, sin embargo, hay ocasiones en que los problemas superan los medios de los que disponen en ese momento para resolverlos, al punto de poner en riesgo la relación. En estos casos, estas parejas pueden beneficiarse mucho de una terapia de pareja, y es recomendado acudir con un psicólogo de pareja.
Objetivos de la terapia de pareja
El objetivo de la terapia de pareja es restablecer la comunicación adecuada entre los miembros de la pareja y asegurar que la relación vuelva a ser nuevamente agradable y enriquecedora. Entre los objetivos que se plantean en conjunto con un psicólogo de pareja están:
• identificar las áreas de conflicto
• facilitar una mayor comprensión de sí mismo, del otro y de la relación
• mejorar la percepción que ambas partes tienen de los conflictos que están viviendo
• aumentar la capacidad de la pareja para abordar tanto las situaciones complejas o difíciles como las simples y cotidianas
• crear nuevas estrategias para la resolución de problemas
• desarrollar habilidades de comunicación
• mejorar la convivencia y el diálogo con tu pareja
• modificar patrones de relación que no están dando los resultados deseados (disfuncionales)
Entendiendo la terapia de pareja
El elemento clave en una terapia de pareja es aprender a escuchar al otro. En terapia los psicólogos de pareja ofrecen los medios para expresar sus insatisfacciones con respecto a la relación y no con respecto al otro. Este cambio de perspectiva permite revisar la relación sin pretender cambiar al otro. En el curso de una terapia de pareja puede ocurrir que causas más profundas e insospechadas surjan que son igualmente la causa de los problemas de la relación. Por ejemplo, una depresión, un agotamiento o un trauma no resuelto en uno de los dos compañeros.
Los desacuerdos en una pareja son inevitables ya que la vida en pareja (conyugal o no) constituye una de las experiencias de vida más estresantes que existen. Las fuentes de estrés son muchas: la distribución de tareas, el dinero, la educación de los hijos, el sexo, la armonización entre las necesidades de la familia y las necesidades exteriores (carrera, parientes, amigos, recreación). Estos desacuerdos se convierten en conflictos cuando los cónyuges se atacan personalmente o cuestionan e invalidan la forma de ser de su pareja. Pueden existir una sensación de agotamiento, desinterés e incomprensión, que se traducen en una comunicación menos fluida o el distanciamiento. El éxito de la terapia de pareja reposa en la voluntad que tiene cada uno de perseverar en pareja.
En los casos en que los simples desacuerdos se convierten en conflictos, aun cuando el evento que desencadena el conflicto es banal (lavar los trastes inmediatamente después de la comida o más tarde) provoca una fuerte reacción emotiva. Es importante observar que son las emociones secundarias las que son expresadas en las disputas, es decir emociones provocadas por una reacción a emociones primarias difíciles de tolerar. Estas emociones secundarias son defensas que sirven para reprimir o huir de las emociones primarias. Las emociones secundarias son con frecuencia la agresividad o el abandono de la situación, en cambio las emociones primarias son emociones más primitivas como la tristeza, el miedo a ser herido.
La meta de una terapia de pareja
La terapia de pareja aspira en primer lugar a ayudar a la pareja a dejar los ataques personales uno contra el otro para crear un contexto favorable a la expresión de emociones subyacentes y por tanto favorecer una mejor comunicación. El objetivo es llevar la discusión al nivel del problema y ya no al nivel de la relación.
Uno de los principios de base que guía la resolución de conflictos de pareja es el principio de complementariedad, es decir que cada uno tiene una reacción que alenta y mantiene el comportamiento o la actitud del otro. Si uno no se siente comprendido o considerado o respetado, uno tiene reacciones como retirarse, el desentendimiento, que amplifican la falta de respeto, de escucha y de consideración.
La evaluación de este tipo de dinámicas por parte del psicólogo de pareja permite identificar, entender y modificar los mecanismos que conducen a la incomprensión y a la disputa.
Motivos frecuentes de consulta de terapia de pareja:
❖ sentimiento de que algo falta o que está perdido en la relación
❖ imposibilidad de comunicarse adecuadamente
❖ insatisfacción
❖ distanciamiento afectivo
❖ presencia de argumentos que escalan, discusiones circulares y continuas
❖ pérdida de intimidad y deseo sexual
❖ impacto negativo de la vida profesional en la relación
❖ complicaciones y duelo por una separación
❖ divorcio y separación
❖ adaptación al matrimonio o convertirse en padres
❖ infidelidad
❖ celos (infundados según la percepción del otro)
❖ imposibilidad de dejar el pasado atrás
❖ posturas de invalidación o desprecio hacia el otro
❖ problemas con familias de origen
❖ dificultades de compromiso
❖ la rutina y la monotonía
❖ conflictos cotidianos
La terapia de pareja también puede ayudar a una separación
La terapia puede actuar también como herramienta para la preparación de un proceso de ruptura de manera definitiva de la pareja, ayudando a entender y a superar la dependencia negativa que ha desgastado a la relación y la mantiene es una dinámica dañina y destructiva para ambos en la pareja. También ayuda a velar por la salud y el bienestar de los hijos en caso que los haya.
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