Falta de autovaloración.

Se nos trasmite la idea de que  amarnos a nosotros mismos es “egoísmo”. Pero el amor a los demás está relacionado con el amor que nos tenemos a nosotros mismos.

DYER nos dice que: “Amor es la capacidad y la buena disposición para permitir que los seres queridos sean lo que ellos elijan para sí mismos, sin insistir en que hagan lo que a nosotros nos satisface o nos gustaría que hicieran”.

Hay muy pocas personas que pueden aplicarse esta definición  a sí mismos.

Cuando reconocemos nuestro valor no tenemos necesidad de que los demás apoyen y refuercen nuestro valor ajustando nuestra conducta a sus instrucciones, no tenemos problemas para amar o dar, no lo hacemos porque esperamos retribuciones o gratitud sino por el verdadero placer que se siente al generoso y amante.

Las personas valen por el solo hecho de existir, de ser humano. Tienen un valor ajeno a sus logros. Es absurdo pensar que lo que valemos depende de los logros externos o de la opinión de otra persona.

El resultado final de cualquier actividad o empresa que realicemos no determinará de ninguna manera nuestro valor como persona.