La falta de deseo sexual, el deseo sexual hipoactivo o bien, también conocido como deseo sexual inhibido, es una enfermedad según la Organización Mundial de la Salud, que en su clasificación de patologías la encuadra dentro de las disfunciones sexuales no orgánicas con el nombre de Ausencia o Pérdida del Deseo Sexual. Esta falta de interés para tener relaciones sexuales, una vez desechadas las causas médicas o fisiológicas (problemas endocrinos, trastornos hormonales, insuficiencia renal o tratamientos farmacológicos) y las psicológicas (una educación excesivamente estricta o baja autoestima, por ejemplo), se encuentra muy a menudo ligada al modo de vida de quien padece esta apatía sexual. El estrés, el exceso de problemas laborales o familiares y la incapacidad para afrontar la ansiedad que estas situaciones producen a menudo la inapetencia sexual.
Efectos del Estrés sobre la Testosterona.
El estrés puede terminar “matando” la libido, aunque de manera lenta y gradual. La causa está en la testosterona, principal agente del deseo sexual. Si ésta disminuye, también es menor la libido. Pero, además, el estrés hace que aumente el nivel de cortisol en la sangre, una hormona esteroide producida por la corteza suprarrenal. El alto nivel de cortisol reprime la mayoría de las funciones orgánicas, incluyendo las funciones sexuales y reproductivas. Siempre que aparecen síntomas de apatía sexual en hombres que solían tener la libido alta, hay que prestar atención al cansancio, ya que el ritmo de vida, los problemas cotidianos y la fatiga hacen que las ganas de mantener relaciones sexuales disminuyan notablemente. En sexólogos Valencia junto con la Clínica de Sexología y Psicología Pérez Vieco en Valencia somos conscientes la la influencia de la influencia de padecimiento de estrés y su afectación en el deseo sexual tanto de hombres como mujeres. En Sexólogos y Sexólogas Valencia llevamos a cabo un tratamiento integrador para dar solución a tus problemas y mejorar tu respuesta sexual.
Cuando se acumula tensión, si las situaciones nos superan, se produce un bloqueo. Y el plano sexual no es una excepción. Por ello, generalmente, El estrés influye en el deseo, favoreciendo la apatía e inhibiendo la respuesta sexual.
Para diagnosticar que la inapetencia sexual esté causada por la acumulación de tensión y preocupaciones hay que tener en cuenta varios factores, según indican los psicólogos sexólogos de nuestra clínica de sexología y psicología, entre los que se encuentran la falta de interés en iniciar actividades sexuales, ya sea con una pareja o en solitario, o la frecuencia de las relaciones, si es muy inferior a lo que se puede esperar por la edad y el contexto correspondiente o si es menor que en etapas anteriores de la vida. En cualquier caso, los especialistas deben descartar que esta persona padezca depresión.
Cuando los síntomas y el ritmo de vida indican con claridad que el estrés es la causa de la disfunción sexual, hay que tener en cuenta cómo le afecta a cada persona, en lo que tendrá mucho que ver el género de quien lo sufra. Y es que aunque puede afectar tanto a mujeres como a hombres, la respuesta de cada uno es muy distinta. En los hombres pueden aparecer o agudizarse, si ya existían, problemas como la eyaculación precoz y la disfunción eréctil. La disminución del rendimiento sexual conlleva, además, miedo a no dar la talla, lo que da lugar a una disminución del número de relaciones, con lo que el problema se transforma en un círculo vicioso que termina por provocar de manera casi irremediable la pérdida de deseo.
Soluciones a la falta de deseo sexual en la Clínica de Sexología Pérez Vieco.
Un tratamiento natural se basará sobre todo en la enseñanza de nuevos hábitos que ayudan a manejar el estrés, como la respiración, la relajación o la revisión de la escala de valores del individuo afectado. Los cambios conductuales que proponen los expertos para llegar a la superación del trastorno sexual se basan en técnicas para combatir el estrés. Nuestros sexólogos y sexólogas son expertos en el tratamiento del deseo sexual, el deseo sexual hipoactivo y/o el deseo sexual inhibido. Veamos algunos de los cambios comportamentales:
Reflexionar: No se debe dejar pasar de largo el problema, sino afrontarlo y razonar sobre los motivos que llevan a sentir la angustia y la ansiedad que bloquean los sentidos. Tomar conciencia de que no sólo afecta al plano sexual, observar qué otros aspectos de la vida cotidiana se ven resentidos.
Relajarse: Darse cuenta de que el estrés es variable y no durará siempre y relativizar la importancia de no sentir deseo sexual en algunos momentos determinados. Lo peor es obsesionarse.
Tener calidad de vida: Eliminar los excesos,en la alimentación, en la cantidad de trabajo así como en la realización de actividades físicas agotadoras.
Establecer prioridades claras: No siempre está en nuestras manos eliminar preocupaciones como enfermedades, problemas económicos o familiares. Pero sí depende de cada uno de nosotros ‘saber vivir a pesar de’, poniendo un orden de prioridades y dando a cada situación y problema la
Abandonar las prisas: No hay que tener apremio por volver a mantener la vida sexual normal, ya que puede generar más ansiedad en la persona afectada.
Hablar: Como para cualquier otra situación de crisis por la que atraviese la pareja, la comunicación y compartir el problema entre los dos miembros es lo más importante.
Analizar: Observar con calma la situación para abordar las posibles soluciones, sin provocar un drama por un cambio circunstancial en los hábitos sexuales de la pareja.
Imaginación: Es importante mantener un poco de suspense en la pareja, que no se pierda la “magia” de los primeros encuentros. A largo plazo, la seguridad adormece los instintos y si la tensión acumulada es muy grande aún se anestesian más.
El estrés, el sexo y la falta de deseo.
El estrés, el gran enemigo.
El estrés y el sexo se relacionan directamente aunque no seamos siempre conscientes de ello. Cuando la falta de deseo se debe al estrés, hay que buscar soluciones. Combinar la terapia sexual es una alternativa eficaz junto con el tratamiento del estrés.
Este problema suele ir agudizándose con el tiempo si no hacemos nada. Recomendamos consultar con un sexologopara que te ayude a estimular el apetito sexual. El asesoramiento de un especialista en sexología es crucial para volver a disfrutar de las relaciones sexuales.
Estar sometido a un estrés muy frecuente y durante un largo periodo de tiempo puede causarnos diferentes problemas de salud física y psicológica. La falta de deseo sexual es uno de los síntomas más comunes del estrés.
Cuando estamos estresados podemos tener problemas de ansiedad o insomnio. Es común también sentirse más tristes, irritables, apáticos y cansados. Si no nos sentimos bien física y emocionalmente perdemos la iniciativa. Y con ello, también el interés por las actividades que normalmente nos hacen sentir bien. Si estamos demasiado estresados, nuestra cabeza estará llena de preocupaciones. Pero ¿Cómo se relacionan el estrés y el sexo? Con la ansiedad y el agobio surgen las dificultades para desconectar del trabajo y de todo lo que nos preocupa. En este estado es muy probable sufrir falta de apetito sexual.
La ansiedad y el estrés son los principales enemigos de una vida sexual satisfactoria. Y una de las causas más frecuentes de la falta de deseo sexual.
El estrés y el sexo. ¿Cómo afecta?
El problema de la falta de deseo sexual normalmente va apareciendo de forma gradual y suele empeorar con el tiempo si persiste la situación.
Normalmente los pacientes acuden a consulta cuando ya llevan un largo periodo con este problema.
Al principio no le dan tanta importancia pero con el empeoramiento van apareciendo las preocupaciones, la frustración y el malestar por la falta de deseo.
La inhibición del deseo sexual no es un problema hasta que no genera un malestar emocional a la persona que lo sufre o a su pareja.
En todo caso, podemos afirmar que dejar pasar el tiempo no suele ser una buena solución viable.
Como hemos dicho, normalmente el problema se irá agudizando. Por lo tanto, en caso de notar un descenso del deseo sexual siempre es recomendable consultar con un sexologo.
Cuando la falta de deseo sexual se debe principalmente al estrés, es necesario combinar la terapia sexual con el tratamiento de los problemas de estrés.
Nuestros Sexólogos y Sexólogas en la Clínica aconsejan…
Nuestro equipo de Sexologos y Sexólogas en Valencia os propone algunos consejos para gestionar mejor el estrés y el sexo y que no afecte a la pareja:
Aprende a desconectar y a gestionar tus preocupaciones. En caso que tu estrés sea laboral es importante que aprendas a desconectar del trabajo. Tus preocupaciones laborales debes afrontarlas en tu tiempo de trabajo.
Practica alguna técnica de relajación y realiza ejercicio físico. Está demostrado que ambas actividades son eficaces para gestionar el estrés.
Establece prioridades y reserva un tiempo a solas con tu pareja.
Identifica en qué momentos te sientes menos cansado y puedes tener una mejor predisposición para tener un contacto físico agradable con tu pareja.
Os recomendamos que quitéis presión y que os olvidéis temporalmente de practicar el coito. Buscad las sensaciones y el placer en todo el cuerpo, más allá de los genitales. Esto también os ayudará a salir de la rutina.
Estimula tus fantasías sexuales. Para aumentar tu deseo sexual debes pensar en sexo y esto podemos facilitarlo exponiéndote a diferentes tipos de estímulos sexuales: puedes leer literatura erótica o ver videos eróticos. Si eres mujer y no te gusta el porno, investiga porque no todo el porno es igual. Hay directoras como Erika Lust que realizan un tipo de cine porno pensado y creado especialmente para mujeres.
Sal de la rutina y diviértete: Jugad, cambiad de lugar dónde practicáis las relaciones sexuales, atrévete a visitar un sex shop con tu pareja y a probar algún juguete.
Definimos en estrés psicológico como un estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal; suele provocar diversos trastornos físicos y mentales. Biológicamente lo definiremos como un conjunto de alteraciones que se producen en el organismo como respuesta física ante determinados estímulos repetidos, como por ejemplo el frío, el miedo, la alegría, etc.
Se considera estrés al mecanismo que se pone en marcha cuando una persona se ve envuelta por un exceso de situaciones que superan sus recursos. Por lo tanto, se ven superados para tratar de cumplir con las demandas que se le exigen para superarlas. En estos casos, el individuo experimenta una sobrecarga que puede influir en el bienestar tanto físico como psicológico y personal.
Las causas que pueden ocasionar el estrés son muchas, pero el estrés no tiene por qué ser malo, también hay estrés positivo. En estas circunstancias el estrés actúa como un proceso general de adaptación de los individuos al medio. Por ejemplo, el estrés puede aparecer cuando alguien tiene frío tensando los músculos para producir calor cuando se produce un esfuerzo para hacer la digestión o cuando alguien se duerme menos para estudiar.
Síntomas del estrés
El estrés puede causar muchos síntomas, tanto físicos, como psicológicos y emocionales. Muchas veces los afectados no relacionan los signos con el propio estrés, los más frecuentes son:
Dolor de cabeza: es el tipo más frecuente, todo el mundo ha tenido dolor de cabeza alguna vez. El más común es el dolor de cabeza tensional (provocado por la tensión muscular que ejercemos sobre la cabeza, la mandíbula y el cuello entre otros), generado por el estrés o la ansiedad de forma habitual.
Mala memoria.
Diarrea (exceso de heces acuosas y blandas) o estreñimiento o dificultad para eliminar heces.
Falta de energía o de concentración: la gente se centra tanto en un tema, que le cuesta prestar atención al resto de cosas, perdiendo de ese modo parte de la concentración.
Cambios de la conducta.
Problemas de salud mental: como ansiedad odepresión.
Problemas cardiovasculares y musculoesqueléticas: cuando el estrés se prolonga mucho tiempo.
Cambios en el peso: generado por los malos hábitos alimentarios vinculados con el estrés. Los cambios de apetito suelen ir acompañados habitualmente de un estilo de vida sedentario.
Problemas estomacales.
Cansancio constante y prolongado.
Problemas a nivel sexual: el cansancio generado por el estrés puede prolongarse provocando problemas en muchos ámbitos de la vida, incluido el sexo.
Rigidez en la mandíbula y el cuello: que puede ocasionar dolores de cabeza.
Insomnio o exceso de sueño: la dificultad para conciliar el sueño es una causa frecuente de estrés, afectando tanto a la cantidad como a la calidad del sueño.
Desgaste a nivel celular y envejecimiento: con el descanso se puede recuperar y hacer reversible el proceso de desgaste por estrés. Si alguien no duerme de forma continuada evitará en un estado de hiperactividad continuado y se le acumularán los sucesos estresantes. En estos casos, la persona afectada puede llegar a tener problemas de salud, tanto físicos y como mentales.
Estrés y salud intestinal.
Más allá de una dieta deficiente, muchos otros factores del estilo de vida pueden aumentar enormemente tu nivel de estrés, como el sobreentrenamiento, no dormir lo suficiente, o no incluir suficiente placer en tu vida diaria.
Muchas investigaciones han demostrado cómo el estrés causa desregulación del cortisol y el subsiguiente aumento de peso, alteraciones del sueño, e incluso una reducción de la vida de las personas.
El estrés también juega un papel importante en la salud de uno de nuestros sistemas de órganos más importantes: el intestino.
La palabra estrés es un término amplio, y puede referirse a cualquier amenaza real o percibida para la homeostasis de un organismo, provocando respuestas adaptativas para ayudar a mantener el equilibrio interno.
El intestino es especialmente vulnerable a la presencia de estrés crónico (e incluso agudo), demostrando cambios inducidos por el estrés en la secreción gástrica, motilidad intestinal, permeabilidad de la mucosa y función de barrera, sensibilidad visceral y flujo sanguíneo de la mucosa. http://www.jpp.krakow.pl/journal/archive/12_11/pdf/591_12_11_article.pdf
También ha habido pruebas que sugieren que la microbiota intestinal puede responder directamente a las señales del huésped relacionadas con el estrés. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20941511
Hay que tener en cuenta la importancia del eje cerebro-intestino y su papel en la salud. Así pues, la mucosa intestinal está atravesada por el plexo mientérico, que es una red de fibras nerviosas y cuerpos celulares neuronales que son influenciados por la señalización del cerebro.
En este sentido, el intestino es una parte integral del sistema nervioso, por lo que el cerebro puede afectar fácilmente la función intestinal. Reconocemos nuestra conexión cerebro-intestino como una “sensación intestinal”, que puede variar desde “mariposas” en el estómago hasta náuseas inducidas por la ansiedad. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10737059
Los cambios bioquímicos que ocurren en tiempos de estrés tienen un impacto significativo e inmediato en la función intestinal.
Una familia de péptidos llamados factores liberadores de corticotropina (FRC) son responsables de coordinar la respuesta del cuerpo al estrés, y los FRC tienen efectos potentes sobre el intestino a través de la modulación de la inflamación, el aumento de la permeabilidad intestinal, la contribución a la hipersensibilidad visceral, el aumento de la percepción del dolor y la modulación de la motilidad intestinal.
Esta hormona afecta el eje hipotalámico-pituitario (HPA) para estimular eventualmente la secreción de cortisol de las glándulas suprarrenales.
El estrés no sólo afecta la función fisiológica del intestino, sino que también se ha demostrado que en realidad causa cambios en la composición de la microbiota, posiblemente debido a los cambios en los niveles de neurotransmisores y citoquinas inflamatorias.
La exposición crónica al estrés puede llevar al desarrollo de una variedad de enfermedades gastrointestinales como reflujo gastroesofágico, úlcera péptica, la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, el síndrome del intestino irritable e incluso alergias alimentarias.
Estudios experimentales han demostrado que el estrés psicológico retarda el tiempo normal de tránsito del intestino delgado, estimula el crecimiento excesivo de bacterias e incluso compromete la barrera intestinal. (56) Por lo tanto, el estrés crónico puede desempeñar un papel importante en el desarrollo del sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO) y del síndrome del intestino permeable. https://gutpathogens.biomedcentral.com/articles/10.1186/1757-4749-3-1
Las 7 conclusiones a tener en cuenta desde ahora…
Sanar el intestino, reducir la inflamación y proporcionar una variedad diversa de bacterias amigables puede hacer una gran diferencia en la susceptibilidad de su intestino a los efectos negativos del estrés.
Tomar aceite de hígado de bacalao y probióticos regularmente puede tener una diferencia significativa en tu resistencia general al estrés.
Dicho esto, cabe decir que un componente importante de un estilo de vida saludable debe incluir técnicas de reducción del estrés.
Centrarse en reducir el estrés es un componente clave para la pérdida de peso, la longevidad y la salud mental.
El estrés puede incluso causar síntomas de hipotiroidismo como aumento de peso, oscilaciones de azúcar en la sangre, fatiga, disminución de la inmunidad y trastornos del sueño.
Recomendamos encarecidamente que si hay problemas con este tipo de síntomas evalúes el nivel de estrés en tu vida, e incorpora diferentes estrategias para minimizar el estrés de forma regular.
Hay muchas maneras de mitigar los impactos del estrés, incluyendo la meditación, el yoga, el “Tai Chi”, respiración profunda, jugar y pasar tiempo en la naturaleza, por nombrar algunos.
Sería muy deseable que en lugar de poner nuestra energía en el tratamiento de problemas cuando éstos ya están presentes, fuéramos capaces de anticiparnos e ir organizando nuestra vida en cada una de las etapas evolutivas de forma saludable, promocionando hábitos saludables en lugar de ir con posterioridad desesperados intentando «apagar fuegos», tratando los problemas que van surgiendo o, aún peor, tratando de negarlos, incluso conscientes de que el tiempo no sólo no los resuelve, sino todo lo contrario. Con este ánimo, proponemos una serie de medidas que cualquiera puede ir atendiendo en aras a preservar su salud sexual, en el caso del hombre, su capacidad de respuesta eréctil.
La erección es involuntaria
El hombre no puede tener o eliminar una erección a voluntad. Sólo puede dejarse llevar por una situación estimulante desde un punto de vista sexual, y su sistema nervioso autónomo pondrá en marcha el mecanismo correspondiente. Y, curiosamente, cuanto más se esfuerce un hombre por tener una erección y más pendiente esté de ella, más fácil será que ésta no aparezca o se interrumpa.
Buen sexo no es siempre coito (penetración vaginal)
Resulta educativo para cualquier pareja disfrutar del placer cómplice compartido sin el coito como plato del menú sexual. Caricias de todo tipo, con manos, boca, piel, juguetes sexuales, la felación, el cunnilingus… son múltiples las alternativas que permiten descubrir que ambos pueden disfrutar del placer sexual sin la participación del pene en erección. Es una buena práctica educativa frente al impacto paralizante que un eventual «gatillazo» causa en hombres y parejas que, además de no esperarlo, no han desarrollado estrategias de disfrute alternativas. Corren así el riesgo de vivir la ausencia o pérdida de erección como la ausencia o pérdida de placer sexual. En suma, si cualquier hombre, en un momento dado, se descubre demasiado pendiente de su erección, más vale dejar la idea de penetrar y disfrutar de un placer que no requiera el pene erecto.
No es cierto que ya habrá tiempo
Los encuentros sexuales pueden ser programados, no es necesario que el sexo sea espontáneo: no lo hacen ni mejor ni más auténtico
Es también muy educativo ir de manera periódica explorando la posibilidad de introducir o cuestionarnos, aunque sean en apariencia, mínimos cambios en nuestro estilo de vida. Conocer y darnos cuenta de la poderosa influencia que el estrés, el exceso de trabajo o su adicción tienen sobre nuestra sexualidad. El placer requiere su tiempo, ponerlo en la agenda. Hay que olvidar el mito de la espontaneidad. Debemos ser espontáneos dentro de las horas acordadas para el placer. De otra forma, las múltiples obligaciones impiden dejar espacio-tiempo para el placer. Es lo que siempre tendemos a sacrificar, con el autoengaño de que ya habrá tiempo, de que si esperamos a que surja de manera espontánea es mejor, más auténtico. Pero no suele ser así, esperando el arrebato espontáneo, de pronto los días son semanas, incluso meses… Y «órgano que no trabaja se atrofia», algo que sucede también con los sexuales. Las investigaciones pioneras sobre conducta sexual realizadas por Alfred Kinsey le permitieron observar que las personas que con más frecuencia disfrutaban del sexo durante más años mantenían dicha capacidad de disfrute. En cambio, cuanto más escasamente disfrutan del sexo las personas, éste tiende a espaciarse más y se abandona con mayor prontitud en la madurez.
La erección, aunque no sea pétrea, puede disfrutarse
El pene mantiene su capacidad de sentir placer aunque no esté rígidamente erecto. Es más, con una buena disposición por parte de la pareja, es posible también introducir el pene fláccido o casi fláccido en la vagina. Son formas de disfrutar de sensaciones genitales sin la «exigencia» de rigidez, causa frecuente de su paradójica incapacidad.
Cuidar la salud es cuidar la sexualidad
Otro aspecto dentro de los cambios de estilo de vida es el de los hábitos saludables generales. La salud sexual es un aspecto de la salud global. Ya hemos mencionado que los problemas con la erección son síntomas centinelas de que existen otras enfermedades como la hipertensión, ateroesclerosis, diabetes, etc. De hecho, cada vez disponemos de más evidencias de las semejanzas entre el tejido cardíaco y el eréctil. Las prácticas saludables para aquél también lo son para éste. Quien desea mantener su salud, también la sexual, incluida la capacidad de respuesta eréctil, debe dejar el tabaco y otras drogas, beber con moderación y prestar atención a los medicamentos que le son prescritos. Cada vez conocemos más sobre los posibles efectos adversos antisexuales de algunos (tabla DE4). Si surgen dificultades sexuales estando medicado, hay que consultar con el médico al respecto. Y quien padece alguna enfermedad sistémica (verlas en tabla DE1), controlarla y seguir los consejos médicos es cuidar su salud, también la sexual.
Disfunción eréctil
La dificultad o imposibilidad para poder alcanzar o mantener una erección suficiente como para llevar a cabo la penetración y realizar el coito ha sido conocida históricamente con el nombre de impotencia. Este nombre, con una gran carga negativa, parecía describir tanto esa imposibilidad física como el sentimiento de frustración del paciente y de los profesionales de la salud que tenían que atender estos casos con muy pocos recursos.
Por fortuna, hoy hablamos de disfunción eréctil. Esto supone más que un cambio de nombre. Hay nuevas terapias, nuevos recursos farmacológicos y quirúrgicos que han desterrado el pesimismo de este problema sexual y permiten dar respuesta clínica a esta disfunción sexual que se estima que puede afectar a casi dos millones de españoles. De hecho, la disfunción eréctil y la eyaculación precoz constituyen los problemas de carácter sexual más frecuentes entre los varones, que repercuten en la calidad de vida tanto de quien la sufre como de su pareja.
Otra consideración relevante sobre la necesidad de atender la capacidad de respuesta de erección del hombre es que ésta se puede comportar como un síntoma centinela de otras enfermedades subyacentes importantes, como hipertensión, ateroesclerosis, diabetes, etc. (tabla DE1).
El primer estudio de envergadura sobre la incidencia entre la población de este problema fue el llamado MMAS (Massachusetts Male Aging Study), realizado en Estados Unidos en el año 1994 en 1.290 varones de edades comprendidas entre 40 y 70 años. La prevalencia de disfunción eréctil de cualquier grado era del 52% de la población masculina. Con posterioridad, en España (1999) se realizó el estudio EDEM (Epidemiología de la Disfunción Eréctil Masculina) en el que se evaluó a 2.476 varones españoles, de entre 25 y 70 años de edad. Se encontró algún grado de disfunción eréctil en el 12,1% de los casos. En el caso español, si nos fijamos en el rango que comprende hombres de entre 40-70 años, el 24,6% padece disfunción eréctil, lo que pone de manifiesto que la prevalencia de la disfunción eréctil en nuestro país es inferior a la detectada en el MMAS. Ambos estudios demostraron lo que los sexólogos constatábamos en nuestras consultas diarias: la incidencia de la disfunción eréctil aumenta con la edad (tabla DE2). No obstante, es frecuente que un hombre tenga problemas transitorios de erección en algún momento de su vida. Si sucede alguna vez con carácter aislado no debe ser motivo de preocupación.
La disfunción eréctil según la edad
Desde el punto de vista de las causas y del tipo de tratamiento más adecuado, la edad es un factor determinante. La disfunción eréctil tiene causas más frecuentes en función de los distintos periodos evolutivos del hombre.
En el joven
«Hace un año que soy impotente. Ha sido desde que tengo novia y hemos querido tener relaciones sexuales. No sé qué pasa, pero evito que nos veamos a solas y voy dando excusas para que esa situación no ocurra. Cada vez es más difícil convencerla de que no me pasa nada». Es el caso de Juan, quien con apenas 18 años ya experimenta la frustración y angustia del hombre que se percibe como impotente.
«En cuanto empezamos a salir, los amigos no paraban de decirme ‘¿ya te la has tirado?’ y cosas por el estilo. Disimulaba ante ellos, pero me sentía obligado a hacerlo con ella lo antes posible. Aunque no estaba muy seguro de qué es lo que quería hacer cuando estuviéramos solos ella y yo las primeras veces».
La disfunción eréctil de Juan es debida a la presión psicológica que le ocasiona la responsabilidad que él mismo se atribuye para «hacerlo bien como hombre». La idea de cumplir en un chico que no ha tenido experiencia sexual previa actúa como una losa; si bien no sabe con exactitud qué debe ser cumplir, siente que el placer de su chica es responsabilidad suya y sobre todo responsabilidad de su pene. Estos casos son fácil y rápidamente tratables.
En el adulto joven
«Desde hace unos meses no puedo tener una erección. Mi mujer y yo trabajamos, llegamos a casa tarde y cansados, apenas con fuerzas como para cenar algo y tumbarnos a descansar y dormir. En la empresa las cosas van bien, lo que pasa es que tengo mucho trabajo -y me gusta, pero es mucho-. La verdad es que hace ya tiempo que el sexo no es más que una especie de obligación más, llega el fin de semana y toca. Muchas veces en realidad tengo ganas de descansar. Si salimos a cenar y tomar algo, lo que realmente tengo ganas de hacer después es dormir, pero si no lo hacemos no es normal. Ahora, desde que no tengo erección, la cosa es mucho peor. Me agobia la idea del sexo, del fin de semana. Ella nota que la evito y está más agresiva conmigo. Estamos discutiendo más por cualquier cosa».
La terapia sexual avanza más rápida y eficaz si ambos miembros de la pareja se implican en el proceso
Luis, de 32 años, trabaja en una empresa en la que es apreciado por su dedicación y éxito profesional. No tiene ningún conflicto con Rosa (29 años, su mujer) pero el estrés laboral, la falta de tiempo para ellos, y ahora sus dificultades en la cama, han comenzado un proceso que, de no haber venido a consulta, rápidamente deterioraría su relación.
El estrés laboral, el sentimiento de sentirse agobiado, es el desencadenante inicial de su disfunción eréctil. Estos fallos de erección se producen también cuando hay problemas laborales o pérdida de empleo. En muchas ocasiones, los procesos depresivos desencadenados por las situaciones de desempleo causan disfunción eréctil. No en vano, los estados depresivos son muy dañinos sobre la respuesta sexual. Incluso en ocasiones, la falta de erección asociada con la falta de deseo sexual es la primera y tal vez la única manifestación del trastorno depresivo.
El tratamiento de estos casos de disfunción eréctil puede suponer el afrontamiento simultáneo de los cuadros de ansiedad, depresión y de cualquier otro conflicto psicológico de base o asociado (tabla DE3), por lo que en ocasiones, y por un periodo breve y transitorio, puede requerir el uso de fármacos como ansiolíticos o antidepresivos en el proceso de terapia sexual. Así, se facilita que el paciente goce del suficiente autoapoyo como para centrarse de manera específica en el problema sexual, donde la implicación de su pareja será clave para facilitar la resolución del problema.
Un factor que contribuye a incrementar un posible estado depresivo o ansioso es que, además, se haya producido una separación o divorcio. En otras ocasiones, el hombre no tiene pareja y precisamente su miedo a fallar hace que autosabotee cualquier incipiente relación en cuanto vislumbra que puede acabar en sexo. El miedo a no poder dar la talla lo aleja cada vez más de las relaciones sociales. En todos los casos en que el hombre no dispone de pareja, la terapia sexual es, si cabe, más importante y decisiva. Como es obvio, el proceso de terapia suele ser más prolongado y en él se abordará el apoyo a su autoestima.
En adultos de mediana edad
«Desde hace unos meses no tengo erecciones con mi mujer. Lo he intentado pero no lo consigo, me pongo nervioso, ya antes de comenzar estoy pensando que no podré conseguirlo. Tengo 54 años, hasta hace un año alguna vez había perdido la erección. No le dimos importancia, pero ahora, no aguanto la erección. Si no eyaculo pronto, pierdo la erección. Al principio mi mujer decía que no me preocupara, pero la veo cada vez más distante. Me ha llegado a preguntar si hay otra. No sé cómo convencerla de que no entiendo lo que me pasa».
Adolfo, fumador de paquete y medio de tabaco diario, con un trabajo de oficina que le facilita una vida sedentaria, sin suficiente ejercicio físico, con unos kilos de más, una tensión arterial ligeramente alta y con algo de «colesterol» sufre una afección leve en su sistema vascular. El mecanismo de erección del pene forma parte de dicho sistema por lo que todo lo que afecta a la circulación, afecta a la erección. No es que no pueda tener una erección por todas las cosas que físicamente le ocurren, sino que si a ello se le suma la preocupación y la autoexigencia por tenerla, se completa el círculo de factores que acaban deteriorando su respuesta erectiva.
El tratamiento del problema de Adolfo es relativamente rápido al inicio si cuenta con la colaboración cómplice de su esposa. La terapia sexual avanza siempre más rápida y eficaz si ambos miembros de la pareja se implican en el proceso. Resulta evidente que la mejora de su calidad de vida será decisiva también para mejorar su erección durante los próximos años, en los que habrá que contar con el tratamiento de los problemas médicos y, de manera previsible, con la ayuda de un grupo de fármacos prosexuales, los inhibidores de la PDE5 (viagra, cialis, levitra).
Conviene alertar que los fármacos que se citan tienen que tomarse bajo prescripción médica. Se trata de un medicamento que no es inocuo si se ingiere sin la supervisión de un facultativo y con las dosis adecuadas. Además, para aquellas personas que pudieran tener la tentación de multiplicar su potencia gracias a ellos, conviene advertirles que no es así. Como fármaco que es, cura una patología pero no sirve para otras facultades.
En el hombre mayor
La edad avanzada no es una enfermedad. Por fortuna, cada vez más hombres llegan a cierta edad en un estado saludable. En esta situación, no hay por qué esperar ningún problema con la repuesta sexual. No existe ninguna edad de jubilación sexual. No obstante, hoy por hoy también son muchos los hombres que van acumulando factores que deterioran su salud -y la sexualidad es un aspecto fundamental de la salud- por lo que se van incrementando los casos de disfunción eréctil con la edad (tabla DE2). Cuantas más enfermedades vayan manifestándose, en especial aquellas que afectan a los sistemas circulatorio o nervioso, más probabilidades habrá de que eso se traduzca en factores que restan capacidad de erección en los hombres. Otros factores que con frecuencia vienen a sumarse a los que deterioran la calidad de la erección son los mismos fármacos con que tratamos dichas enfermedades, que suelen tener como efecto adverso la perturbación de la capacidad de erección del pene con mayor o menor intensidad.
La gran mayoría de casos de la disfunción eréctil son fácilmente diagnosticables cuando se atienden los aspectos médicos, psicológicos y sociales
El tratamiento de la disfunción eréctil del hombre de edad avanzada pasa por la atención médica de la enfermedad o enfermedades que contribuyen a que ésta aparezca. Con frecuencia el tratamiento de estos casos se beneficia también del uso de los inhibidores de la PDE5 antes mencionados (viagra, cialis, levitra) que, como una suerte de «muletas químicas», son de utilidad, bien al inicio de la recuperación de la capacidad eréctil o bien constituyen un apoyo farmacológico más o menos permanente para el hombre, dependiendo de su estado global de salud. El éxito resulta de la adecuada integración de estos recursos médicos y farmacológicos en el proceso de terapia sexual, que, en el caso de haberla, se beneficia de la implicación de la pareja, como sucede por lo general en el tratamiento de problemas sexuales.
Soluciones
Por fortuna, en la actualidad la gran mayoría de los casos de disfunción eréctil son fácilmente diagnosticables cuando se atienden los aspectos médicos (su estado físico, enfermedades, medicamentos, drogas, etc.), psicológicos (cómo se encuentra y cómo está repercutiendo en la pareja, si la tiene) y sociales (el contexto en el que vive y surge el problema) que pueden estar implicados en la aparición de la disfunción.
La sequedad vaginal es un trastorno muy común, y es importante que la mujer sepa cómo evitar que se convierta en un obstáculo insalvable para el disfrute sexual
La terapia sexual se ha visto auxiliada tanto por la integración de recursos psicoterapéuticos como por el creciente desarrollo de la farmacología sexual, que permite disponer de medicamentos cuyo óptimo manejo está en manos del médico sexólogo en el marco de la intervención terapéutica adecuada a cada caso.
Como en casi todas las disfunciones sexuales, el mejor pronóstico se da en los casos en los que afecta a una pareja sin grandes conflictos y con una buena disposición a la colaboración activa entre ambos.
Principales causas médicas de disfunción eréctil
Fuente: Documento de Consenso sobre Disfunción Eréctil. Elaborado por 12 entidades científicas. 2002
Causas psicológicas y sexuales de la disfunción eréctil
Fuente: Documento de Consenso sobre Disfunción Eréctil. Elaborado por 12 entidades científicas. 2002
Causas vasculares: 60-80%
Causas neurológicas: 10-20%
Causas hormonales: 5-10%
Patologías genéricas
Patologías genéricas
Arteriosclerosis
Tabaco
Hiperlipemia
HTA
Diabetes
Enfermedad de Peyronie
Fracturas pélvicas
Traumatismos perineales
Fractura de cuerpos cavernosos
Trasplante renal heterotópico
Síndrome de Leriche
Bypass aortoiliaco o aortofemoral
Secuelas de la Radioterapia
Secuelas del priapismo
De sistema nervioso central
Accidente cerebrovascular
Síndrome de apnea del sueño
Enfermedad de Alzheimer
Enfermedad de Parkinson
Tumor cerebral
De la médula espinal
Traumatismos
Causa compresiva (Hernia discal)
Enfermedad desmielinizante (Escl. Múltiple)
Causa tumoral (Tumor medular)
Enfermedad vascular (Infarto medular)
Enfermedad infecciosas (Tabes dorsal)
Mielomeningocele
Enfermedades degenerativas Iatrogenias
Nervios periféricos
Neuropatía diabética
Neuropatía alcohólica
Secuelas postquirúrgicas
Prostatectomía
Cistoprostatectomía
Resección transuretral de próstata
Cirugía de la médula espinal
Amputación rectal
Exceso de estrógenos
Latrogénico exógeno
Hepatopatías
Tumores productores de estradiol o de HCG
Hiperprolactinemias
Latrogénica por fármacos
Tumor hipofisario
Hipogonadismos
Hipogonadotróficos
Hipergonadotróficos
Disfunciones tiroideas
Hipertiroidismo
Hipotiroidismo
Disfunciones suprarrenales
Síndrome y enfermedad de Cushing
Insuficiencia suprarrenal
Hiponutriciones severas
Principales causas derivadas de la ingesta de fármacos de disfunción eréctil
Fuente: Documento de Consenso sobre Disfunción Eréctil. Elaborado por 12 entidades científicas. 2002
Fármacos con acción hormonal
Disminuyen o inhiben la acción de la testosterona: antiandrógenos,estrógenos, anabolizantes, esteroides, espironolactona, ketoconazol, digoxina, clofibrato, cimetidina.
Aumentan los niveles de la prolactina, una hormona cuya principal función es estimular la producción de leche de las madres que amamantan, aunque está presente en todas las personas, tanto hombres como mujeres: cimetidina, metoclopramida, fenotiazinas, opiáceos, endorfinas, haloperidol, antidepresivos tricíclicos,metildopa.
Fármacos psicótropos
Antipsicóticos y neurolépticos: fenotiazinas, tioxantinas, tioridazinas, butirofenonas.
Se define el trastorno de la excitación sexual femenina como la incapacidad persistente o recurrente para conseguir o mantener la excitación. El síntoma que percibe la mujer y que es el que mejor describe el trastorno es la dificultad para lubricar su vagina en respuesta a una estimulación sexual adecuada. Tiene la sensación de permanecer seca de forma que la penetración, el intento de penetración o la simple manipulación de su vulva le resulta incómoda o francamente molesta. Es menos o en absoluto apreciable para una mujer el hecho de que presente disminución de la hinchazón genital adecuada (clitoridiana o labial) y falta de alargamiento, dilatación y excitación vaginales.
La prevalencia específica de este trastorno no ha sido bien delimitada. Los estudios al respecto la engloban entre el conjunto de las disfunciones sexuales femeninas, de forma que se describe una prevalencia que varía desde un 25% a un 63% de la población femenina. En cualquier caso, en el trastorno de la excitación sexual femenina un factor clave es la edad de la mujer. Este trastorno suele presentarse especialmente tras la menopausia, sea esta quirúrgica o fisiológica.
Con el cese de la regla (menopausia) es frecuente que aparezca este problema, que viene desencadenado por la falta de estrógenos en la mujer, como comentamos en el capítulo que dedicamos a la sexualidad en la menopausia y climaterio. Otras causas médicas, mucho menos frecuentes, pueden ser desde ciertas enfermedades, la propia atrofia del tejido genital (kraurosis), por lo general en edad avanzada, y puede ser un efecto adverso de algunos medicamentos, como, por ejemplo, el uso reiterado de ciertas cremas con corticoides.
Cuando el trastorno de excitación aparece en mujeres más jóvenes, que aún no han alcanzado su climaterio, suele deberse a causas psicológicas, relacionadas en su mayoría con preocupación y miedo alrededor de la propia experiencia sexual inmediata: miedo al embarazo, al contagio, a ser descubiertos, a ser rechazada por la pareja, etc. En las chicas más jóvenes es bastante frecuente que se trate de una simple mala técnica de estimulación sexual. El escaso juego sexual previo al coito impide que la vagina se encuentre lubricada de manera adecuada, de forma que tanto los intentos de penetración como la misma penetración resultan molestos, cosa que desconecta todavía más a la mujer de su proceso de excitación, lo que a su vez aleja la posibilidad de que fluya su respuesta de lubricación.
Sequedad vaginal
Es la molestia principal de la mujer con trastorno de excitación sexual. Es importante que toda mujer, especialmente aquella que se encuentre en su menopausia y comience a sentir sequedad vaginal, sepa cómo evitar que esto sea un obstáculo insalvable para su disfrute sexual. De entrada, cualquier mujer que comience a percibir sequedad vaginal y/o insuficiente lubricación en las relaciones sexuales, con independencia de su edad, debe dedicar especial atención al disfrute del juego sexual no coital, es decir, a las caricias de todo tipo, que si bien son clave para el disfrute de cualquier pareja, en estos casos puede suponer la diferencia entre sentir placer o molestias. Es muy importante cuidar la vulva y la vagina, como cualquier otra parte de nuestro cuerpo. Si proporcionamos a nuestro cutis cuidados con cremas, la vulva y la vagina también requieren de atención cuando aparece la sequedad vaginal. En la farmacia se pueden encontrar, sin necesidad de receta médica, geles que contienen isoflavonas de soja, con propiedades hidratantes y suavizantes que ayudan a evitar la sequedad vaginal. Los comprimidos de isoflavonas, las cápsulas de aceite de onagra o las vitaminas A y E también mejoran el estado de la piel de todo el cuerpo y las mucosas.
La sequedad vaginal es un trastorno muy común, y es importante que la mujer sepa cómo evitar que se convierta en un obstáculo insalvable para el disfrute sexual
En el capítulo sobre la sexualidad en menopausia y climaterio se comentan los criterios sobre la conveniencia de la Terapia Hormonal Sustitutoria (THS), así como las cautelas que deben seguirse durante el tratamiento de reposición hormonal con estrógenos y progestágenos. Tanto si la mujer recurre a la THS como, de manera especial, si no lo hace, es destacable la ventaja, en cuanto a calidad de vida y facilidad para continuar disfrutando de su sexualidad, del uso de lubricantes y geles vaginales antes mencionados. En el caso del uso de lubricantes, es preferible que sean de base hídrica o solubles en agua. Los lubricantes que no se disuelven en agua proceden del petróleo, de manera fundamental se trata de la vaselina y otros aceites minerales. Éstos, a causa de su indisolubilidad en agua, se adhieren a la mucosa vaginal, lo que puede facilitar el desarrollo de gérmenes y disfrazar las infecciones hasta que están demasiado avanzadas.
Es conveniente que el lubricante tenga un pH ligeramente ácido, que no supere el 5.0, similar al habitual de la vagina y que le permite la mejor defensa frente a infecciones o desequilibrios en la flora bacteriana vaginal. Es preferible un gel ligero, de fácil aplicación. Hay menor riesgo de posible irritación vaginal cuando el lubricante carece de sustancias que le confieran sabor, olor o color. Mejor si su efecto lubricante es de larga duración. Eso facilita la espontaneidad en el encuentro sexual por no necesitar estar pendiente del momento de su aplicación previa al coito. Los geles de isoflavonas cumplen esa función. Por último, es recomendable que el lubricante sea fácil de eliminar con el lavado, cosa que también ocurre cuanto más solubles en agua son. Los geles de isoflavonas no requieren de lavado porque actúan como una crema hidratante y suavizante.
La vida sexual en tu relación con el paso de los años puede ser afectada por malos hábitos los cuales se involucran no sólo en tu desempeño, sino también en tu salud.
La sexualidades una parte importante del ser humano, donde el amor, el afecto y la confianza se involucran, lo que contribuye al bienestar de las personas; sin embargo, existen enfermedades y trastornos que pueden afectar la salud sexual. No dejes que te suceda y conoce qué hábitos mejoran la salud sexual.
Hábitos que mejoran tu salud sexual
1. Hacer ejercicio. De acuerdo con la Universidad Faith, en Ankara (Turquía), practicar ejercicio de forma regular puede contribuir a mejorar el flujo sanguíneo en el clítoris y potenciar así la función sexual femenina.
A menudo los problemas de erección en el hombre son considerados como un tema que le compete a él de forma exclusiva. Pero nada más lejos de la realidad.
Por lo tanto, la pareja debe tomar una actitud activa. ¿Cómo?
1. Habla con él abiertamente, pero sin dramatizar. Intenta que te exprese sus sentimientos.
2. Hazle ver que el problema es de los dos y que juntos lo podéis solucionar.
3. Busca información suficiente para hacerle ver que no es un “bicho raro” y que la disfunción es un trastorno bastante frecuente.
4. Aconséjele que visite al médico y, por supuesto, acompáñalo. Los tratamientos necesitarán de tu colaboración.
5. Se paciente. Si el tratamiento no funciona bien la primera vez, no significa que no vaya a funcionar. Anímate para que puedas animarle a él.