Qué es el crecimiento personal
El Crecimiento Personal es el área de la Psicología que se enfoca en ayudarnos a encontrar y desarrollar nuestras fortalezas, para ser la mejor versión de nosotros mismos. Nos ayuda a deshacernos de las limitaciones psicológicas que nos atan y nos permite alcanzar nuestro máximo potencial, la mejor versión de nosotros mismos
Todos podemos desarrollar nuestras habilidades, capacidades y competencias para superar nuestras limitaciones, ampliar nuestro horizonte y mejorar nuestro bienestar. Sin embargo, en algunas ocasiones nuestros hábitos, patrones de comportamiento y/o creencias irracionales se convierten en una barrera para nuestro desarrollo e incluso llegan a causar malestar.
Cambios a través del crecimiento personal.
Cuando llegamos a este punto, toca cambiar y conectar de nuevo con nuestra propia identidad, examinar cómo está nuestro mundo interior y exterior y cómo nos relacionamos con las personas que nos rodean. Toca pasar a la acción y transformarse. De esta manera, podemos recuperar nuestro bienestar y nuestro nivel de autosatisfacción.
Esta transformación comienza en nosotros mismos, porque el cambio es un proceso individual y personal, y nadie puede cambiarnos si nosotros no queremos cambiar. Transformar nuestra vida requiere autorreflexión, ser conscientes de nuestra propia capacidad para lograr nuestras metas y conseguir cambios positivos y duraderos; y exige compromiso, tiempo, energía y estrategias claras y realistas.
Mejora de la conciencia de uno mismo
El crecimiento personal hace referencia a una serie de actividades que ayudan a mejorar la conciencia de uno mismo y descubrir la propia identidad, con el fin de impulsar el desarrollo de los propios potenciales y las habilidades personales y relacionales.
El objetivo es mejorar la calidad de vida y contribuir a la realización de sueños y aspiraciones individuales.
Crecer como persona es un proceso que dura toda la vida. Por desgracia, no siempre tomamos el camino apropiado y podemos encontrarnos en una situación en la que nos sentimos lejos de nuestra propia esencia y vivimos en piloto automático, distanciados de nuestros sueños, nuestras aspiraciones y nuestras necesidades. En esta sociedad que va tan rápida, es fácil dejar de ser protagonistas de nuestra vida y perder de vista nuestros deseos más personales.
Capacidad de aprender de nosotros mismos
El crecimiento personal es la capacidad que tenemos las personas para aprender de nosotras mismas, dejando nuestra puerta abierta a nuevas experiencias aunque resulten un desafío; hace referencia al desarrollo humano.
Con ello, si poseemos un buen crecimiento personal, nos sentiremos en continuo aprendizaje, siendo capaces de aprender de aquello que vamos recibiendo y sabiendo que tenemos los recursos para ir mejorando y salir fortalecidos de las distintas situaciones.
Principios del Crecimiento Personal
Durante mucho tiempo la Psicología, al igual que la Medicina y la Psiquiatría, se centró en los defectos, problemas y trastornos, asumiendo una perspectiva limitada del desarrollo humano. A inicios del siglo XX todo comenzó a cambiar de la mano de Alfred Adler y Carl Jung.
Adler, un reconocido psicoterapeuta vienés, se negó a limitar la Psicología al análisis de los problemas y traumas del pasado, por lo que comenzó a mirar hacia el futuro, centrándose en las aspiraciones y potencialidades de las personas que acudían a su consulta en busca de ayuda.
Prefería hablar en términos de estilo vital, un concepto equivalente a lo que hoy conocemos como estilo de vida, para referirse a la forma en que gestionamos los problemas, nuestra manera de afrontar la vida y la imagen que nos hemos formado de nosotros mismos.
Carl Gustav Jung también enriqueció el Crecimiento Personal con su concepto de individuación. El creador de la Psicología Analítica entendía que el yo individual se desarrollaba a partir de un inconsciente indiferenciado a través de un proceso psíquico en el cual se integran los elementos innatos de la personalidad y los componentes de la psique inmadura con las experiencias de la vida.
Desde entonces, el campo del Crecimiento Personal ha seguido enriqueciéndose, sobre todo gracias a la Psicología Humanista, que puso en el centro a la persona y su deseo de autorrealización.
A finales de la década de 1990, Martin Seligman, profesor de Psicología de la Universidad de Pensilvania, propuso cambiar radicalmente el foco de la patología a la salud emocional, por lo que sus investigaciones contribuyeron al desarrolló un nuevo campo: la Psicología Positiva, cuyo objetivo es identificar y promover patrones de pensamiento y afrontamiento positivos y saludables que empoderen a la persona y le permitan desarrollar al máximo sus potencialidades.
Programa de Crecimiento Personal
Un programa de Crecimiento Personal es un conjunto de propuestas basadas en estudios científicos realizados en el ámbito de la Psicología positiva y el coaching, que tiene como objetivo estimular nuestras potencialidades para que podamos alcanzar nuestras metas y mejoremos nuestro bienestar.
A diferencia de la psicoterapia, que normalmente se centra en solucionar problemas específicos cuando se produce un trastorno o se rompe el equilibrio psicológico, en el Crecimiento Personal se trabaja para lograr que pensemos, actuemos y sintamos de manera más plena y saludable.
Principios del crecimiento Personal.
Las personas que se involucran activamente en un proceso de Crecimiento Personal no solo reportan una mayor satisfacción en sus vidas sino que además mantienen relaciones interpersonales más asertivas, logran una mayor autonomía y tienen propósitos vitales bien estructurados.
Sin embargo, el Crecimiento Personal no se produce de un día a otro, es el resultado de un proceso de aprendizaje que nos permite avanzar paso a paso para lograr la mejor versión de nosotros mismos. Los cambios en el comportamiento deben estar respaldados por una transformación interior más profunda a nivel de personalidad, lo cual significa que hay un esfuerzo consciente por mejorar cada día.
De hecho, las investigaciones realizadas en el área del Crecimiento Personal han determinado que existen algunas características básicas en las cuales debemos trabajar para lograr un cambio positivo y permanente:
- El compromiso con el desarrollo
- La apertura a las nuevas experiencias
- La perseverancia para alcanzar nuestro potencial.
Por eso, es importante comprender que el Crecimiento Personal se basa en tres principios fundamentales. A saber:
- Integral. Somos una unidad, lo cual significa que aunque nos enfoquemos en desarrollar solo ciertas competencias o activar patrones de pensamiento más funcionales, estos cambios repercutirán favorablemente en otras esferas de nuestra personalidad y vida cotidiana.
- Progresivo. El Crecimiento personal implica un nivel de desarrollo gradual, a través del cual iremos atravesando por diferentes fases que nos permiten ganar en autoconocimiento y autocontrol. Sin embargo, no se debe entender como un proceso lineal, es necesario estar preparados para los retrocesos, que forman parte del propio desarrollo.
- Continuo. El Crecimiento Personal no termina nunca porque cambiamos continuamente, por lo que siempre podemos seguir desarrollando las habilidades y competencias que nos permitan ampliar nuestra zona de confort, afrontar los nuevos retos y mejorar nuestro bienestar psicológico.
Programa de crecimiento personal
- A través de nuestro programa de crecimiento personal te guiaremos en el proceso de autoconocimiento y te ayudaremos a determinar qué objetivos quieres conseguir en tu vida. Además, te acompañaremos a lo largo del camino, brindándote las herramientas psicológicas que necesitas para sacarle el máximo partido a tus habilidades y desarrollar nuevas competencias en diferentes ámbitos de tu vida. Por supuesto, dado que cada persona es diferente y tiene objetivos distintos, el camino a recorrer es completamente personal.

¿Cuál es la diferencia entre el psicólogo, el psicoterapeuta, el psicoanalista y el psiquiatra?
Esta diferencia tiene que ver en principio con los estudios que realiza cada uno:
Psicólogo
El psicólogo tiene estudios universitarios en psicología y atiende las dificultades psicológicas desde una compresión del comportamiento humano. Realiza el diagnóstico y el tratamiento dándole más importancia a las dimensiones del pensamiento, las afecciones y la conducta, ayudándole al paciente a comprender, resolver las dificultades psicológicas y en sus relaciones que enfrenta para de este modo obtener bienestar psicológico.
Los psicólogos licenciados están calificados para dar psicoterapia y consejería, realizan pruebas psicométricas y proveen tratamiento para los trastornos mentales y dificultades psicológicas de la vida cotidiana. A diferencia con el psiquiatra, el psicólogo no cuenta con el derecho de prescribir fármacos como tratamiento (a excepción de algunos países en los que sí pueden dar medicamentos). En ocasiones, un psicólogo puede trabajar en conjunto con un psiquiatra que provea un tratamiento fármaco para los trastornos mentales, mientras el psicólogo provea psicoterapia.
Psiquiatra
El psiquiatra en cambio tiene una formación en medicina y una especialización en trastornos psiquiátricos, su enfoque generalmente es médico y le da más importancia a los aspectos orgánicos de los trastornos mentales. El psiquiatra utiliza principalmente la farmacología (prescripción de fármacos) para mejorar los síntomas incapacitantes de los trastornos psicológicos, sin embargo algunos también realizan intervención con psicoterapia (esto significa que aprenden técnicas de ciertas psicoterapias, sin que sea necesario la obtención de un título universitario)
Usualmente, el psicólogo se encarga del tratamiento psicoterapéutico y el psiquiatra controla la medicación en caso que sea necesario. Es común que ambos profesionales trabajen de la mano en algunos casos como son la depresión mayor, el trastorno bipolar y el trastorno borderline.
Psicoterapeuta
Es importante aclarar que psicoterapeuta tiene una especialización en psicoterapia (en un instituto privado) pero no posee necesariamente estudios universitarios. Por tal motivo el psicoterapeuta no está controlado ni protegido por la ley (como sí lo está el psicólogo y el psiquiatra). El título de psicoterapeuta no es controlado: no existe reglamentación, programa universitario permite enseñar el arte de la psicoterapia. La psicoterapia se refiere al trabajo del descubrimiento de sí, el mejoramiento de la calidad de vida y de las relaciones de una persona (en ocasiones los psicólogos y los psiquiatras se llaman así mismos psicoterapeutas). Los psicoterapeutas están formados en diversas técnicas y enfoques como laTerapia Gestalt, la PNL (Programación neurolingüística), el psicodrama, la hipnosis, entre otras. Generalmente estas técnicas de psicoterapia son más directivas que los enfoques utilizados por los psicólogos, se apoyan más en el consejo y la búsqueda de soluciones: el terapeuta interviene, realiza frecuentemente feed-back, sugiere y aconseja, dando lugar a un trabajo interactivo.

Psicoanalista
El psicoanalista no necesariamente tiene estudios universitarios de psicología clínica, sin embargo en su mayoría poseen estudios de medicina/psiquiatría, de psicología o bien de filosofía. El psicoanalista tampoco está controlado ni protegido por la ley. Un psicoanalista realiza sus estudios en un instituto privado bajo la enseñanza de uno o varios especialistas. Asimismo, tiene por obligación de seguir él mismo un análisis personal durante varios años, antes de ejercer.
El enfoque que practica el psicoanalista es el análisis, ya sea en diván o en sillón frente a frente. Una de las diferencias principales con los demás enfoques psicológicos es que trabajar a partir del inconsciente: es decir, postula que no tenemos control voluntario ni consciente del curso de nuestra vida, por lo que resulta necesario un análisis profundo del inconsciente. El tratamiento psicoanalítico explora cómo estos factores inconscientes afectan las relaciones actuales y patrones de pensamiento, emoción y de comportamiento.
Una de las consultas que me hacen frecuentemente es cómo diferenciar a un buen psicólogo de uno que no lo es. Como es sabido, en psicología existen diferentes escuelas, algunas científicas y otras no, algunas con terapias que han demostrado ser eficaces y otras que no. Muchas personas se sorprenden al descubrir que pueden estar pagando sesiones a una persona que está aplicando “tratamientos” que no están reconocidos por ninguna universidad, o acudiendo a consulta con personas que no son realmente psicólogos. Voy a dar diez claves básicas (por eso del gusto que le tenemos a los decálogos) que pueden ser útiles para decidir a qué psicólogo acudir y si vale la pena que sigamos en nuestra terapia actual.

¿Realmente es psicólogo?
Puede parecer estúpido plantearlo, pero no todo el mundo que abre una consulta tiene un título oficial de psicología. Sí, esas cosas ocurren. Recuerda que en España no existe la profesión de “psicoterapeuta” o “terapeuta psicológico”. Cuando alguien utiliza estos términos, en muchos casos lo hace porque no tiene la formación necesaria para ejercer de psicólogo. De cualquier manera, la mejor garantía de que esa persona es un psicólogo titulado es que tenga bien visible el número de colegiado de alguno de los Colegios Oficiales de Psicología. Un profesional colegiado garantiza que tiene la titulación necesaria y que se acoge al Código Deontológico del psicólogo (un conjunto de normas de ética profesional. La más conocida es la del llamado “secreto profesional” pero hay muchas más. La mayoría de los Colegios Oficiales de Psicología tienen directorios públicos de sus colegiados, por lo que no tienes más que entrar en la web del COP de tu zona y consultarlo (www.cop.es, apartado “Colegios”).
No sólo es necesario ser psicólogo para abrir una consulta
Una vez que has comprobado el número de colegiado, toca saber si tiene formación específica para ayudarnos con nuestro problema. En psicología hay varias especialidades, aunque sólo está reconocida la de Especialista en Psicología Clínica, necesaria para trabajar en la Sanidad Pública pero no en la clínica privada. Para trabajar en la privada hay que tener el título de Psicólogo General Sanitario. Tener ese título a la vista garantiza que la persona ha recibido formación clínica. Para la Psicología Educativa, Neuropsicología o Psicología Jurídica no hay ninguna titulación oficial, por lo que no está de más conocer si ha realizado formación de posgrado en estas subespecialidades (un Postgrado o Máster, recuerda que el Máster implica normalmente el doble de horas que un Experto).
Infórmate bien sobre el tipo de terapia que realiza
Comprobar que la persona que te atiende tiene la titulación necesaria para abrir una consulta o gabinete de psicología es lo mínimo para no ser víctima de un fraude. El siguiente paso es saber qué tipo de terapia realiza. No todas las terapias han demostrado ser efectivas, por lo que puede darse el caso de que encuentres a un psicólogo titulado que realiza un determinado tipo de tratamiento que no es eficaz para tratar un determinado problema. Seguro que a mucha gente le sorprenderá este punto, pero hay muchos profesionales que por haber recibido determinada formación o por gustos personales eligen realizar tratamientos sin evidencia, lo que supone una vulneración del Art. 6 del Código Deontológico, que obliga al principio de “solidez de la fundamentación objetiva y científica de sus intervenciones profesionales”. Pregúntale a tu psicólogo qué terapia realiza y qué evidencia hay de que su terapia es efectiva para un problema como el tuyo, cuántas sesiones durará aproximadamente y cómo será el método de trabajo. No te cortes, tienes todo el derecho a tener esta información, y si es necesario, pide referencias sobre el tipo de tratamiento que desarrolla.
Comprueba si en las primeras sesiones hay una evaluación, un diagnóstico y una propuesta tratamiento
Las terapias con evidencia científica comienzan con una evaluación del problema. Esta evaluación no debería llevar más de tres sesiones salvo excepciones (jamás debe superar las 5 sesiones, y eso debe estar absolutamente justificado. Pide explicaciones). Una vez realizada la evaluación, el psicólogo debe darte un diagnóstico del problema, que no necesariamente será el nombre de un trastorno (un trastorno es un conjunto de síntomas. Cuando una persona tiene todos esos síntomas le damos tal nombre, pero eso no nos da información de las causas que provocaron el problema y los factores que hacen que se mantenga a día de hoy. Por esta razón, muchas veces más que un nombre, el psicólogo te dará un diagnóstico del problema que llamamos “funcional”). Una vez tiene el diagnóstico, vendrá la propuesta de tratamiento. Tienes derecho de saber qué tipo de terapia va a utilizar e incluso a pedirle otras opciones de tratamiento. Asegúrate de que tiene formación en esas opciones (un psicólogo con un Máster en Psicoanálisis probablemente no tendrá la formación ni la experiencia para hacer Terapia de Aceptación y Compromiso, por ejemplo). Si no se cumple este procedimiento, pide explicaciones.

Número, duración y frecuencia de las sesiones
Pregunta cuántas sesiones serán necesarias aproximadamente. Normalmente, el número de sesiones necesarias para un tratamiento no superará las 20. Si es así, debe estar absolutamente justificado. Pide explicaciones. La duración media de una sesión es de 55 – 60 minutos. Hay terapias que hacen sesiones de 90 minutos. El tiempo de duración de una sesión no es un factor importante en la eficacia del tratamiento, pero en menos de 45 minutos es difícil realizar una terapia en condiciones. En la mayoría de los casos, las sesiones tendrán una frecuencia semanal. En casos excepcionales, y sólo durante las primeras sesiones, se podrá plantear una frecuencia de dos sesiones semanales. Si es así, pide explicaciones. Nos hemos encontrado profesionales que plantean más de dos sesiones por semana. Debes saber que los tratamientos con apoyo empírico no plantean en ningún caso más de dos sesiones semanales, así que si quieres pagarlas es tu decisión, pero eso no implica que el gasto extra se relacione con más eficacia o con resolver antes el problema.

Qué NO es un tratamiento psicológico
Frecuentemente nos encontramos en consulta con personas que han ido a otros profesionales. Cuando les preguntamos qué hacían en las sesiones, nos cuentan que dedicaban el tiempo a hablar sobre lo que les pasa, y así hasta que se cansaron de ir. Los tratamientos psicológicos no consisten simplemente en hablar sobre lo que a uno le ocurre. Consiste en que el psicólogo explique cómo surgen las emociones, los pensamientos y los comportamientos desagradables y cómo afrontarlos y desarrollar una serie de técnicas para ello. Un dato importante: la mayoría de las personas se sienten mejor durante las primeras sesiones simplemente por hablar de su problema. No debes confundir ese alivio inicial con eficacia, ya que se disipará pronto. Es más, ir a consulta no siempre implica salir aliviado. A veces hay que enfrentarse a problemas duros para superarlos. Si tienes dudas sobre el proceso, pregunta siempre al psicólogo por qué hace lo que hace. Todo lo que un profesional hace en consulta debe estar justificado por la evidencia científica.
Adolescencia, el período del revuelo.
La adolescencia puede suponer un periodo de enorme revuelo en las familias. En algunos casos, implica un punto de inflexión por su especial repercusión en el funcionamiento familiar. Las relaciones familiares necesitan ajustarse para dar cabida a las necesidades particulares del desarrollo adolescente. Como figuras cuidadoras, entender las particularidades de esta etapa, puede ayudarnos a tomar las decisiones adecuadas para que suponga una saludable transición hacia la vida adulta.

Algunas características de la Pubertad en la Adolescencia:
- Aparecen los cambios corporales y primeras experiencias y desengaños amorosos.
- Las tormentas emocionales derivadas del aumento de secreciones hormonales que orientan la afectividad hacia el grupo de semejantes y del sexo contrario.
- Los progresos cognitivos en la adolescencia, que permiten las primeras formas de razonamiento abstracto y, por lo tanto, la posibilidad de representarse una realidad distinta a la vivida, de emprender críticas y desacuerdos, discusiones a la experiencia cotidiana.
- Reciben presiones del mundo adulto, llenas de mensajes ambivalentes “mayores para unas cosas y para otras no”.
- En unos momentos parecen no necesitar a las figuras de apego e incluso desear que éstas estén lejos; en otros vuelven a necesitarlas de un modo infantil.
- Comienzan a plantearse y cuestionarse quiénes son y quienes quieren ser.
- Los amigos y amigas en la adolescencia, pasan a ser una fuente primordial de influencia y apoyo.
- Necesitan sentir que pertenecen y son aceptados por otro grupo, además del núcleo familiar.
- Las normas familiares, que hasta ese momento funcionaban, pueden ser discutidas por los y las adolescentes en la búsqueda de unas más flexibles en donde se vean reforzados en su identidad e independencia.
- Las etiquetas y las críticas “destructivas” que reciban en la adolescencia, les afectan como una profecía, pudiendo ajustarse perfectamente a las expectativas negativas que tengamos sobre su comportamiento y futuro.
- Puede parecer que no les influye lo que les digamos, sin embargo es una etapa de enorme susceptibilidad.
- Los problemas conyugales, los trastornos físicos o emocionales paternos, la madurez emocional de los padres, los estilos educativos excesivamente rígidos o, por el contrario, excesivamente permisivos (carentes de límites), los problemas económicos familiares, problemas con su grupo de iguales, etc…son algunos ejemplos de situaciones que pueden ocasionar reacciones de rebeldía y un comportamiento inadecuado.
Pautas Familiares:
- Mayor negociación de las normas: flexibilizar no implica perder autoridad positiva, ni conceder todo lo que proponen, si no ajustarse a la situación y necesidades, buscando alternativas que den cabida a las suyas y a las nuestras, sin perder los valores de cuidado y protección.
- Fomentar autonomía y evitar la sobreprotección: enseñar “cómo”, “acompañarles”durante el aprendizaje y “delegar” la responsabilidad. Ante las dificultades, es importante que sugieran sus propias soluciones. La sobreprotección obstaculiza su desarrollo porque no permitimos que experimenten y practiquen sus capacidades y habilidades.
- El poder de las expectativas positivas: evitar “etiquetas negativas”(mal@, vag@, inútil…). “Creer que pueden”.
- Cambiar nuestro foco de atención hacia lo positivo: lo que “si” hacen, se les da “mejor” o “va bien”.
- Emplear el “refuerzo social” antes que cualquier otro refuerzo: reconocer sus méritos y logros refuerza su autoestima. Mucho cuidado con los refuerzos inmediatos de carácter material, no emplearlos como primer recurso, dosificar.
- Normalizar y explicar los cambios corporales: evitar los “comentarios juiciosos” sobre su aspecto físico, sobre todo los negativos, dando prioridad a cualidades y capacidades personales positivas.
- Enseñarles a tolerar la frustración: los errores son “positivos y necesarios” en cualquier proceso de aprendizaje. Mostrarles que la “inmediatez” no es lo más habitual.
- Enseñarles a gestionar sus emociones: no hay emociones “buenas o malas”, todas son humanas. Escuchar sus sentimientos, normalizarlos, aceptarlos aunque no los compartamos y elaborar conjuntamente alternativas para manejarlos.
- Fomentar su identidad: interesarnos por sus gustos e inquietudes, sin intentar imponer los nuestros. “La diferencia suma”. Respetar sus opiniones, no infravalorarlas porque estemos en discordancia con ellas.
- Mostrar incondicionalidad y disponibilidad, como figuras de apego, para reforzar sentimientos de seguridad que faciliten abrirse a las relaciones sociales.
- Respetar su intimidad: mostrar confianza y disponibilidad facilitará su apertura en caso de que necesiten nuestra ayuda o apoyo.
- Fomentar las relaciones con su entorno es una preparación fundamental para lo que será su vida adulta. El hecho de que, cada vez más, quieran pasar tiempo con otras personas, no significa que dejen de querernos.
- Dar respuesta a sus preguntas: no tener miedo a hablar de cuestiones relacionadas con su “sexualidad”, “consumo de sustancias”… Informar, NO amenazar.
- Adaptar y flexibilizar las rutinas para incorporar el repentino e importante peso que también tendrán el “grupo de iguales”.
- Prestar atención tanto a su comportamiento como al nuestro, pese a lo llamativa o escandalosa que pueda ser su conducta, con la intención de evitar “chivos expiatorios” de situaciones familiares, en ocasiones, complejas.
Respuesta Sexual Humana por Masters y Johnson.
Las fases del Ciclo de Respuesta Sexual Humana descritas por Masters & Johnson, Kaplan y Levine son las siguientes:
1. Fase de deseo,
2. Fase de excitación,
3. Fase de meseta,
4. Fase de orgasmo y
5. Fase de resolución.
Describiremos sucintamente cada una de ellas, comenzando por la fase de deseo.
En la fase de deseo sexual se distingue el impulso sexual (o drive en la literatura americana), sensación física de estar sexualmente necesitado, urgencia sexual, el individuo siente deseos de estar con su pareja. Este impulso está mediado por hormonas tales como la testosterona, algunos neuropéptidos y feromonas. Podría considerarse una respuesta más bien de carácter instintivo.
Este impulso se ve afectado negativamente por la dieta, el estrés, las enfermedades tanto crónicas como agudas, y por la depresión. La percepción del impulso tiene una enorme variación individual así como de género. El impulso sexual es habitualmente más pronunciado en el hombre.
El otro componente del deseo sexual es la motivación psicológica, estando condicionado por los sentimientos internos de afecto y de amor, así como por los estímulos externos, tales como los atributos físicos del individuo, su forma de comunicarse, los olores, el lenguaje corporal, etc.
Se produce expectación consciente de la manifestación sexual, pero en cierta medida modulada por las normas sociales y culturales imperantes. La motivación psicológica puede verse afectada por las respuestas emocionales como tabúes, fobias. También presenta una enorme variación individual y de género.
Durante la fase de excitación se produce una gran vasodilatación del área pelviana. En la mujer, principalmente del introito vaginal, erección del clítoris, engrosamiento y crecimiento de los labios mayores y menores. Esto se traduce en una lubricación importante de la vagina y del introito vaginal.
El clítoris aumenta de volumen, se produce una (más…)