Adolescencia y Fracaso Escolar

QUÉ ES EL FRACASO ESCOLAR

La adolescencia es el periodo de transición de la infancia a la edad adulta y se caracteriza por la gran cantidad de cambios físicos, psicológicos y sociales que ocurren. Cualquier cambio en uno de estos niveles va a afectar globalmente a la persona y a los otros niveles.

Por ejemplo, a nivel psicológico, se adquieren nuevas capacidades de pensamiento que permiten pensar en hipótesis y conclusiones sin necesidad de experimentarlas (pensamiento lógico-formal) o que permiten plantearse qué es bueno o malo según los propios criterios (pensamiento moral).

Los cambios físicos y psicológicos afectan al entorno social de dos formas: por una parte, el/la adolescente cambia sus propios comportamientos (comienza a reclamar su espacio individual, su autonomía, cuestiona el poder de los adultos, se relaciona con su grupo de iguales de manera más íntima…); y por otra parte, el mundo comienza a comportarse de manera diferente con el/la adolescente.clinica

En esta etapa puede suceder que no se desarrollen las estrategias necesarias para afrontar nuevas situaciones de manera adecuada, y aparecer pensamientos, sentimientos y comportamientos de inseguridad, angustia, agresividad o culpabilidad. Todos ellos indicios de una crisis que puede afectar al rendimiento académico.

“La adolescencia es el periodo de transición de la infancia a la edad adulta y se caracteriza por la gran cantidad de cambios físicos, psicológicos y sociales que ocurren”.

¿QUÉ PUEDE ESTAR PASANDO AL CHICO/A ADOLESCENTE PARA QUE AHORA LE CUESTE APROBAR?

Aunque cada persona es única y cada caso de fracaso académico es multifactorial (conviene consultar a un profesional de la psicología), hay dos factores personales fundamentales en el rendimiento académico a los que les afectan las crisis de la adolescencia: la falta de motivación hacia el estudio y la baja autoestima.

La MOTIVACIÓN es la energía, el combustible que nos mueve a conseguir lo que deseamos. ¿Por qué el adolescente puede perder su motivación hacia el estudio?

Hay varias razones:

A menudo los adultos podemos enviar mensajes ambiguos al adolescente o la adolescente. Le tratamos y esperamos que se comporte como adulto para determinadas cosas pero al mismo tiempo, tenemos miedos que mantienen nuestras actitudes de sobreprotección.fracaso escolar por psicologos valencia

A pesar de que el adolescente ya tiene capacidad intelectual para pensar en su futuro, puede optar por seguir siendo un “niño” para los estudios y delegar cómodamente su responsabilidad en los adultos. Estudia porque es lo que hay que hacer y porque sus padres le dicen que es su deber, es decir, la motivación es extrínseca (le viene de fuera). Por lo general, esta motivación externa es muy débil y sólo funcionará en caso de que haya una recompensa muy clara y cercana: “si apruebas esta evaluación, te regalo una moto”. Si el adolescente encuentra otra actividad que le interese más, se lanzará a realizarla y dejará el estudio para otro momento: “Mi hijo no es capaz de recordar lo que estudia y, sin embargo, se sabe los nombres de todos los jugadores de fútbol de la Liga”.

Por otra parte, los valores imperantes en nuestra sociedad contradicen la filosofía académica. Mientras que los y las adolescentes han crecido en un ambiente del “aquí y ahora”, estudiar requiere esfuerzo y no se ve recompensado inmediatamente, por lo que pueden elegir dedicar su tiempo a actividades menos difíciles y más beneficiosas a corto plazo, como ver la televisión o jugar a la consola.

Además, al adolescente se le acaba de abrir un mundo de nuevas posibilidades sociales, amplía su círculo de amistades, ganan peso la pareja y los iguales y comienza a vivir nuevas experiencias más interesante que estudiar, por lo que su motivación puede dirigirse a otros estímulos.

En otros casos, el/la adolescente tiene claro qué es lo que quiere lograr en sus estudios; sin embargo, no sabe cómo alcanzar esa meta porque no dispone de las herramientas adecuadas para conseguir lo deseado. Sabe que quiere estudiar y estudia, pero como nunca le han enseñado a hacerlo adecuadamente, fracasa en sus intentos. Esto puede llevarle a “tirar la toalla” por evitación del sufrimiento o a adoptar una postura de “pasotismo” como mecanismo de defensa.

Cuando hablamos de AUTOESTIMA nos referimos al concepto que cada uno y cada una tenemos sobre nosotros mismos.

La autoestima se va formando a lo largo de nuestras vidas y depende:

  • De los éxitos y de los fracasos que logremos
  • De los mensajes que recibimos del entorno y de los que nos enviamos a nosotros mismos/as.
  • De con quién nos comparen y nos comparemos.
  • De las personas que sean nuestros modelos a seguir:

La autoestima condiciona nuestra forma de relacionarnos con el entorno. Durante la adolescencia, la autoestima puede verse afectada porque no se desarrollen estrategias adaptativas para afrontar los fuertes cambios físicos, psicológicos y sociales que se producen.

Al ser inexpertos pueden fracasar en la solución de problemas (por ejemplo, se enamora por primera vez y no sabe qué hacer, decide actuar de una manera y no funciona); este “fracaso” contribuye a que reciba mensajes negativos del entorno (“¡qué pavo tienes!”, “si es que no estás preparado/a”), a que cree sus propios pensamientos negativos (“nunca gustaré a nadie”), a que le comparen y se compare con otros de forma negativa (“mi amigo liga más que yo”) y a que se fije en modelos alejados de su realidad (“quiero ser como los que salen en la tele”).

Claves para mejorar la autoestima

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Aunque es normal sentirse mal con uno mismo de vez en cuando, cuando estos sentimientos comienzan a instaurarse de forma permanente, por lo general es una indicación de baja autoestima.

Hay varios signos de baja autoestima, entre los más comunes estarían:

  • Ser muy crítico con uno mismo
  • Centrarse en los aspectos negativos y minimizar los logros
  • Compararse frecuentemente con los demás
  • Dificultad para recibir elogios
  • Mantener un diálogo interno negativo

¿Qué puede causar la baja autoestima?

Para construir o mantener una autoestima saludable es fundamental identificar qué factores pueden llevar a la valoración negativa de uno mismo.

En este sentido, existen gran variedad de elementos que podrían ser la causa de la baja autoestima, los más comunes (incluyendo en la infancia y vida adulta) son:

  • Soledad o aislamiento
  • Bajo rendimiento académico
  • Acoso y/o dificultades relacionales
  • Sentimientos de abandono o de no ser tenido en cuenta
  • Ser víctima de abusos y/o maltrato
  • Sentimientos de falta de pertenencia
  • Estar desempleado

Aunque a veces puede ser difícil identificar qué está causando la baja autoestima, existen algunos pasos que pueden ayudar a mantener o construir un autoconcepto y autoestima saludables.

10 pasos para mejorar la baja autoestima

  1. Mantener un autodiálogo positivo

La forma en la que se piensa sobre uno mismo tiene una gran influencia en la autoestima. Repetirse de forma continua que no se es lo suficientemente bueno o lo mal que se ha hecho algo, podría hacer que finalmente ese mensaje se integre como una realidad, en lugar de una mera valoración o pensamiento. Por tanto favorecer un diálogo interno más positivo ayudará a generar una visión más realista de nosotros mismos, ya que no se trata tanto de ignorar los defectos como de no catastrofizarlos y sobre todo, de valorar las cualidades positivas que se poseen.

“Aunque estoy teniendo dificultades con este proyecto, voy a poner todo de mi parte para hacerlo lo mejor posible”

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  1. Disminuir la comparación con los demás

Es muy tentador medir nuestro propio valor frente a otras personas y bien orientada, la comparación puede ser incluso positiva favoreciendo la superación personal. El problema viene cuando nos comparamos de forma recurrente, para demostrarnos lo lejos que estamos de ese ideal. Es entonces cuando ponemos el foco en todos los aspectos negativos que creemos tener, disminuyendo la percepción de autoeficacia. Por tanto, para favorecer la autoestima es importante mantener las comparaciones negativas a raya.

“Ha conseguido su éxito por sus propios méritos, yo conseguiré mi promoción por los míos propios, puedo hacerlo”

  1. Ejercicio

Está ampliamente demostrado que el ejercicio ayuda a mejorar el estado de ánimo (que suele estar muy ligado a los problemas de autoestima) por las endorfinas que se generan; también favorece la percepción de autoeficacia y mejora la competencia social y la autoimagen. La clave es elegir un deporte o actividad física adecuada, es decir aquella que realmente se disfrute y sea satisfactoria para cada uno, también es importante que se practique de forma regular y con una intensidad moderada.

“Me siento mejor conmigo mismo cuando salgo a caminar por el parque”

  1. Alejarse de la perfección

Es muy positivo querer hacer las cosas bien, pero hay que tener en cuenta que la perfección no es posible ni necesaria para ser feliz o sentirse bien con uno mismo.

“No tengo que ser perfecta para ser querida y valorada por los demás”logo grande clinica copia4 copia copia 1

  1. Convivir con los errores

Muy relacionado con el consejo anterior, implica aceptar que las personas somos seres falibles y que por tanto en algún momento podemos cometer errores, no porque se sea poco válido o incapaz, sino porque forma parte de la naturaleza humana. Cometer errores nos brinda la oportunidad de mejorar y sobreponernos a las dificultades, aunque por supuesto no siempre es agradable pasar por ello.

“La próxima vez tendré esto en cuenta para hacerlo mejor, lo he hecho lo mejor que he podido”

  1. Centrarse en aquellas cosas que sí se pueden cambiar

Focalizar la atención en aquellos aspectos que no dependen de uno mismo para poder ser modificados genera frustración, angustia y estrés. También implica sensación de impotencia y falta de autoeficacia. Por tanto es muy importante ante una situación crítica o problemática, centrarse en aquello que depende uno mismo y por tanto es factible de modificación o de cambio, de esta manera se podrán poner en marcha las soluciones o alternativas necesarias.

“No puedo cambiar haberle dicho eso a mi amigo, pero si puedo cambiar como lo manejaré a partir de ahora, eso sí depende de mí”

  1. Hacer las cosas que me gustan

Cuando se realizan actividades gratificantes, motivadoras y reforzantes, aumentan las emociones y pensamientos positivos. Para favorecer la autoestima es importante programar algo de tiempo para la diversión y la relajación en el día a día. No tienen por qué ser grandes actividades, pueden ser pequeñas cosas, pero que en el día a día tienen un gran efecto.

“Todos los días disfruto de mi taza de té”

“Por las mañanas dedico 10 minutos a practicar la respiración diafragmática, me ayuda a relajarme y empezar el día de mejor humor”

  1. Celebrar las pequeñas cosas

A menudo las personas se frustran porque no consiguen de inmediato los objetivos que se habían propuesto. Centrarse en los pequeños logros que se van consiguiendo aumentará la autoconfianza y favorecerá la consecución de otras metas a largo plazo.

“Hoy he conseguido correr 5 minutos más, ¡genial!”

  1. Ser amable y considerado con los demás

Cuando se es amable con las personas que nos rodean, esto no sólo ayuda a mejorar el estado de ánimo de los demás, sino también el de uno mismo. Se ha comprobado que las personas que mantienen una actitud amable y compasiva con los demás, se sienten mejor consigo mismas y mantienen un mejor estado de ánimo. Un aspecto importante en este sentido es proyectar esa actitud hacia uno mismo también.

“Me siento bien cuando ayudo a mi vecina con pequeñas cosas, cuando me es posible”

  1. Rodearse de personas que nos apoyen

Se trata de no mantenerse vinculado a personas que continuamente nos generan malestar (muy exigentes, críticas o incluso perniciosas y manipuladoras), sino de favorecer la relación y vinculación con aquellas personas que nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos, percibimos su afecto, apoyo y comprensión, y que por tanto favorecen las emociones positivas.

“Me gusta quedar con mis compañeros de clase, siempre nos reímos juntos y nos escuchamos los unos a los otros cuando necesitamos ayuda”

Estos son algunos consejos, que puestos en práctica pueden favorecer una autoestima saludable, es importante que para que sean efectivos se pongan en marcha durante algún tiempo y adaptarlos a las circunstancias individuales de cada persona.

Autocontrol emocional

AUTOCONTROL EMOCIONAL. ¿Qué es?

El autocontrol emocional es la capacidad que nos permite controlar nuestras emociones y sentimientos. De esta manera somos los actores o hacedores de nuestra vida ya que de las pequeñas y grandes elecciones depende nuestra existencia, tenemos la posibilidad de hacernos felices, a pesar de los acontecimientos externos.

Esos acontecimientos no son los que manejan nuestra vida, sino nosotros mismos, como sujetos activos manejamos nuestro bienestar dependiendo de la INTERPRETACIÓN que hacemos de ellos.

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Tratamiento de la autoestima por Psicologos Valencia

Somos lo que pensamos y si aprendemos a controlar nuestros pensamientos también podremos controlar nuestras emociones.

Las emociones son una reacción física a un pensamiento. Si se controlan los pensamientos y las emociones y sentimientos vienen de los pensamientos, somos capaces de tener autocontrol emocional.

Sobrepeso y Vida Sexual

El aumento del sobrepeso amenaza la vida sexual.

El incremento del sobrepeso en la población amenaza la vida sexual porque este factor reduce la producción de testosterona, afecta a la libido y multiplica los casos de disfunción eréctil, según un análisis del Instituto de Medicina Sexual.

La última Encuesta Nacional de Salud revela que el 17 % de adultos sufre obesidad, es decir, tiene un Índice de Masa Corporal (IMC) igual o superior a 30 kg/m2, lo que representa casi un 10 % más que hace 25 años. Si se tiene en cuenta también el sobrepeso el porcentaje de afectados alcanza el 53,7 %.

Se estima que el 79 % de los hombres que presentan disfunción eréctil tienen un IMC de 25 kg/m2 o mayor. Un IMC en el intervalo de 25-30 kg/m2 se asocia a 1,5 veces más riesgo de disfunción sexual, y en el rango de más de 30 kg/m2, a 3 veces mayor riesgo.

Los hombres con exceso de peso suelen sufrir “una reducción en la producción de testosterona, lo que afecta a la libido y a la calidad de la erección, además de que suelen llevar asociados otros trastornos que también contribuyen a la disfunción eréctil

Se calcula que más de 2 millones de españoles sufren disfunción eréctil, aunque la prevalencia aumenta con la edad. Así, entre los 18 y los 40 años afecta al 17 % de los hombres; entre los 40 y los 70 años, al 47 %, y a partir de los 70 años, al 72 %.

Diagnóstico y factores de riesgo

Para el diagnóstico de estos problemas, se requiere de “un estudio multidisciplinario que abarca una minuciosa historia clínica para detectar factores de riesgo físicos y psicológicos con la participación de un Especialista en Sexología y/o Andrología que determinará el tratamiento adecuado para cada paciente”.

Una de las pruebas necesarias son los test vasculares con los que se mide la rigidez.

Los factores que más influyen son la hipertensión, alteraciones de los lípidos plasmáticos, diabetes, obesidad y el aumento de la masa grasa, sobre todo abdominal.

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